Torreón árabe del siglo XII, fue una de las torres más importantes de la fortificación, ya que su función era el control de la Barbacana y de la desaparecida Puerta del Cañuelo en el año 1320.
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Año 1880 |
Su denominación le viene porque la tribu árabe de los Aliatares la poseyeron ante de la conquista de Baeza, o también porque fue llamada en el siglo XV Torre de los Altares.
Tras la conquista cristiana, la reconstrucción de los
elementos del recinto amurallado, destruidos por las acciones bélicas,
debió de afectarla. En 1476, la orden de arrasamiento dada por Isabel la
Católica para que D. Pedro de Barrio Nuevo procediese al derribo incidiría en gran medida en esta torre, dada su importancia
estratégica, aunque finalmente ésta no fuera derribad.
La torre de los Aliatares con la plaza de la Leña a sus piés, sufrió también un proceso
multipráctico en el que los munícipes no sabían a que lo iban a dedicar.
Con los avatares que sufrió a lo largo de los tiempos es casi milagroso que se conserve.
Por ejemplo, había servido como Centro de Reclutamiento "donde se lebantan las compañías
de milicia que ban aservir a Su Magestad". Con el trasiego "las puertas de la torre de los Alares(...)
están maltratadas i conviene aderezar". La Ciudad nombró comisarios para que "se hagan
los aderezos necesarios". Pocos años después su función ha derivado en Carcel de Nobles
pues las milicias se forman en el Cuartel de San Andrés, y al poco tiempo se convierte en palomar,
según licencia que concedió la Ciudad al Conde de Garciez para que entretuviera sus ocios.
En 1795 el Concejo solicita
permiso para celebrar 6 novilladas a fin de costear un reloj para esta torre;
de sobrar algo se destinaría al arreglo de los acueductos y fuentes
públicas. No hubo suerte; no se sacó ni para el reloj.E
Al final fue un regalo electorero del hermano del conde de
Romanones y también intercedió el alcalde D. Fernando Viedma Rodríguez
Hasta la Segunda República tuvo delante un monumento al
Sagrado Corazón, sustituido luego por otro dedicado a Alfonso XII, el cual fue finalmente
destruido.
Las restauraciones posteriores han sido intensas. Un
ejemplo de ellas lo constituyen el reloj, que se colocó en el siglo XIX,
y las almenas, a principios del siglo XX, siendo alcalde Don Manuel
Garzón Negrera, que castigó a costear a un comerciante de esta plaza por
su oposición a retirar las cajas colocadas ante su establecimiento, y
que sigue el mismo modelo que las del Arco de Villamar.
Es una torre de
base cuadrada de sillería, de 25 mts. de altura, con cuatro saeteras,
rematada por una cornisa y almenas.
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