lunes, 11 de enero de 2016

LEYENDA DEL CASTILLO DE BAEZA






Bayyasa, 30 de Noviembre del año 1227.



La comitiva con 200 caballeros de la orden de Calatrava y otros tantos de la Orden de Santiago, además de nobles e infantones, seguían al rey Santo.

Fernando III de Castilla espoleaba su montura para acelerar el paso.
El tiempo corría en su contra y el camino era largo.

Sentía rabia y tristeza.

No se quitaba de la cabeza la imagen de su amigo el "emir" Allâh-al-Bayyâsi, (el baezano), rey de la Taifa de Baeza.

Durante varios años se habían entendido bien.
Habían llegado incluso a hacerse amigos.

Bayyasi había sido su aliado, y juntos habían combatido muchas campañas contra otros emires.

Habían conquistado territorios, celebrado muchas victorias y ahora estaba muerto.

Los mozárabes le habían atrapado a traición, le habían ejecutado y cortado la cabeza en el Castillo de Almodovar del Rio.

La simpatía que se tenían Bayyasi y el rey Fernándo era por todos conocida, por lo que muchos cristianos se habían establecido allí.

Para colmo estaba el tema de su hijo, un jovenzuelo que cabalgaba cabizbajo detrás de él y al que había criado desde niño como si fuera suyo propio en la corte castellana por encargo de su amigo.

Todo estaba en peligro.

La noticia les había sacudido a todos con fuerza.

Ahora Baeza estaba sitiada por un enorme ejército árabe.

Su perdida supondría una enorme tragedia.

Su situación estratégica dominaba todo el valle del Guadalquivir , hacía que fuera fácil dominar la zona, y hacer ataques al reino de Al-Andalus.

Pero el camino era largo y aún tenían que atravesar las montañas del Despeñaperros.


Mientras tanto, en el Castillo de Baeza.

El Maestre Calatravo, a través de las almenas, miraba desesperado la nube musulmana que se iba reuniendo en las faldas del castillo.

Cada vez eran mas.

Lo estaban rodeando poco a poco.

Llevaban asediados varios días y los víveres empezaban a escasear.

Ellos eran muy pocos los caballeros contra aquel inmenso ejército que se iba reuniendo ante sus ojos.

La muerte de Bayyasi les había cogido por sorpresa y no estaban preparados para aquel descomunal ataque.

Al ser Baeza aliada de Castilla, se habían colocado cruces cristianas en ciertos puntos de la ciudad.
La mas grande estaba colocada en un alto torreón del castillo, donde él estaba en esos momentos.

Mirando la cruz tomó la decisión.
Abandonarían Baeza.

Tristemente comunicó la noticia a sus caballeros.
Todos se prepararon y antes del amanecer salieron silenciosamente del castillo.

Nadie hablaba. Todos iban en silencio.
Al llegar a una loma, el maestre volvió la cabeza para mirar por última vez aquel castillo que había sido su casa en los últimos años.

El primer rayo de sol del amanecer toco la cruz colocada sobre el castillo, iluminándola y tiñéndola de rojo.

El Maestre lo tomó como una señal divina, y dando el alto hizo que todos volvieran atrás.

Volviendo sobre sus pasos, entraron en el castillo.

Decididos a defenderlo con su vida, se prepararon para el asalto.

Uno de los musulmanes descubrió las huellas de los cascos de los caballos
 que se dirigían al castillo y dando la voz de alarma, avisó a los jefes.

Era posible que hubieran llegado refuerzos.

Decidieron arriesgarse y atacar.

La nube de guerreros se lanzó contra el castillo.

Los caballeros lanzaban flechas con ballestas y arcos desde las almenas en un inútil esfuerzo por detenerlos.

Cuando las puertas crujían a punto de ser destrozadas,
sonaron las trompetas del rey Alfonso III.

Cabalgaban hacia ellos un enorme frente de caballeros, infantones y nobles siguiendo al rey Santo.

Los musulmanes dieron la señal de retirada.

Al ver lo que se les venía encima huyeron hacia las colinas.

Baeza pasó a ser cristiana, los musulmanes que aún permanecían allí fueron desalojados.

Buscaron refugio en Granada, donde se construyeron un barrio entero al que llamaron Al-Baicín.

Cuando el Maestre Calatravo contó su visión de la cruz sobre el castillo,
todos estuvieron de acuerdo de que había sido una señal.

Fernando III el Santo quiso asegurar la defensa de tan importante plaza.

Dejó allí a su ejército de Caballeros que luego tendrían un papel fundamental en la reconquista pues realizaron muchas hazañas, ataques y escaramuzas en los territorios vecinos.

Tal fue su importancia y fama que aquella fortaleza fue apodada con el nombre de "El nido real de Gavilanes".

Entre caballeros y nobles se comenzó el repoblamiento de la zona.
Se les otorgó muchos privilegios reales por ser zona fronteriza.

Y aunque después hubo muchas y grandes batallas, Baeza quedó cristiana.

De esta zona de Baeza viene el dicho de ...
"No te vayas por los cerros de Ubeda."

Cuenta una de las muchas leyendas de Jaén,
que un caballero llamado Álvar Fáñez, conocido como “el Mozo”,
desapareció justo antes de la gran batalla en la que se conquistó la ciudad de Baeza.

Su ausencia fue muy notable, y cuando le pidieron una explicación, contestó tranquilamente que se había perdido por los cerros de Ubeda.
La frase se hizo tan popular que ha llegado a nuestros días.

Siglos mas tarde, Isabel la Católica hizo demoler la formidable fortaleza,
una de las mas fuertes de Andalucía.

Hoy solo queda uno de los tres arcos originales y una torre albarrana con el escudo de los Reyes Católicos.




En la actualidad se levantó una estatua conmemorativa de los Doscientos Caballeros que defendieron la ciudad.









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