Baeza es una ciudad fortificada sobre un cerro rocoso
desde el que se divisa y domina el Valle del Guadalquivir y Sierra Mágina como
telón de fondo. Rica y poderosa, necesita de la protección de sus murallas en
los turbulentos tiempos visigodos. Pero, serán los musulmanes quienes potencien
y ejecuten un sistema defensivo capaz para salvaguardar la administración civil
y religiosa de su interior y preservar a sus habitantes de los peligros del
exterior.
Valle del Guadalquivir. Vistas desde las Murallas de Baeza |
La muralla baezana, potenciada y desarrollada por los
musulmanes, sufre a lo largo de los siglos un proceso de desgaste y deterioro
desde el momento mismo de la anexión de la ciudad de Baeza a la Corona de
Castilla con Fernando III, en 1227. Destruida y vuelta a levantar en repetidas ocasiones,
dado el clima de guerra continua que se vivía en aquellos siglos, se convierte
en el elemento identificativo de la Ciudad tras perder efectividad defensiva,
ya en tiempos de paz.
Aunque respetó el trazado musulmán, con ocho siglos de
vida desde aquella fecha, es obvio que se trata de una obra cristiana, como
demuestran los documentos.
Aún hoy día la trama de algunos de sus barrios muestra la
herencia del urbanismo musulmán supeditando el trazado de las murallas.
Un crecimiento poblacional continuo en épocas sucesivas a
lo largo de la Historia, como el experimentado en tiempos del Califato de
Córdoba, obligó al urbanismo en relación con las vías que partían de la ciudad,
originando otro recinto amurallado mayor que englobó los barrios surgidos
extramuros de la cerca primitiva
Torre de Maria Antonia |
Baeza tuvo un primer cerco que quedó entre el caserío. Este
cerco fue derribado, en parte, para levantar la fuente de Carlos I en la plaza
de Santa María (1528), y, en parte, para la construcción del seminario
conciliar (1660), actual Universidad Internacional de Andalucía Antonio Machado.
El cerco definitivo que es
el comúnmente aceptado hoy día como la muralla de Baeza por ser el de su imagen
a través de la Historia, la muralla exterior, es al que me refiero al llamarla
vertebradora de espacios, al perímetro del que conservamos restos y que
albergaba una superficie aproximada de 219 hectáreas, de las que algo más de la
mitad correspondería al área habitada y el resto a la alcazaba en la que se
elevaba el alcázar.
Parte de la alcazaba se había visto invadida por
el caserío, que de igual modo a como saltó la cerca para extenderse extramuros, saltó la
cava y se apropió de su espacio. Edificios muy significativos en la época
bajomedieval como la iglesia de San Miguel, el hospital de la Encarnación,
Santa María del Allcázar, etc, formaban parte de este espacio semiurbano que
volvió a ser de nadie cuando la despoblación del Setecientos.
Obras de Restauración 2014-15 |
En el siglo XVI forman parte importante del espacio habitado
y las viviendas se agrupaban a uno y otro lado de la muralla del alcázar. Este
muro divisorio entre la alcazaba y la población, con su espacio defensivo, la
cava, aparece perfectamente documentado en su trazado.
Antigua Puerta de Bedmar |
La
situación en la frontera convertían a Baeza en la principal ciudad de la zona,
por lo que siempre fue bocado apetecido por unos y otros, siendo desde siempre
sus campos escenario de luchas y enfrentamientos por hacerse con el dominio del
valle entre Baeza y Sierra Mágina. Quien dominaba Baeza dominaba los pueblos y
ciudades de la Sierra, si no por las armas sí por las influencias comerciales y
militares
Vistas de Bedmar y el Valle del Guadalquivir desde la Puerta de Bedmar |
Esta Sierra era la línea divisoria entre el reino
castellano y los dominios musulmanes, y Baeza, con su privilegiada posición
sobre un cerro inaccesible en dos terceras partes y sus inexpugnables murallas
era vista como el símbolo de la fortaleza de la fe de sus defensores.
Esta
simbología aparece implícita en las leyendas de la conquista de la ciudad,
cuando se establece comparación con el monte Calvario en el que brilla la Cruz
con luz propia que atrae a creyentes y tira por tierra a infieles. Así, la cruz
aparece de forma explícita en la toma de la ciudad, haciendo que los cristianos
volvieran cuando abandonaban la empresa por considerarla imposible
Piénsese que los granadinos estuvieron hasta bien entrado
el siglo XIV poniendo en jaque la fortaleza de la ciudad, como otras muchas de
la provincia de Jaén, entre ellas las numerosas poblaciones amuralladas de
Sierra Mágina . Con los enfrentamientos internos de los aspirantes al trono
castellano que siempre llevaban a Castilla a la guerra civil, las poblaciones
de SierraMágina, así como Baeza y Úbeda, se decantaban por unos u otros
contendientes, teniendo que sufrir tanto los empellones directos de las guerras
fraticidas como las posteriores represalias por haber tomado el partido
vencido, además de los asaltos de los granadinos que apoyando a unos u otros se
permitían arrasar cuantas ciudades y tierras consideraban contrarias a su
aliado.
Restos de la Puerta de Bedmar |
Pero toda muralla necesita de sus puertas para ser
operativa. Sin puertas una muralla se convertiría para sus habitantes en un
ataúd inmisericorde. Sin víveres, sin agua, sin mercaderías ni trasiego humano,
una muralla que cercara a una población sin posibilidades de transitar no
dejaría de ser más que símbolo de opresión, de vasallaje, de esclavitud. De ahí
la táctica militar del cerco en tiempos de guerra. Reemplazadas las piedras por
hombres, el cerco se convierte para los de dentro en símbolo de la angustiosa
antesala de la muerte, en el abrazo mortal del enemigo.
Las puertas, en cambio, lejos de ser puntos débiles, se
convierten en el vehículo por el que fluye la vida. Amparadas por recios
torreones en ambos lados, las puertas se abren de día para permitir la entrada
y salida de seres y cosas, y se cierran de noche para velar el sueño de sus
moradores. En tiempos de enfrentamiento, las puertas se guardan con celo, se
defienden con uñas y dientes, se protegen con hombres y máquinas de guerra sus
torreones, porque todos saben, los de dentro y los de fuera, que traspasada la
puerta está la claudicación.
Antigua Puerta de Ubeda |
La Puerta de Bedmar en la muralla baezana recoge en su
génesis y en su historia el significado simbólico de puerta-concordia y
puerta-traición. Construida en el flanco sur de la ciudad, flanqueada por
sendas torres, la Puerta de Bedmar se abría amistosa hacia el Valle y hacia los
pueblos hermanos de la Sierra . De ahí su nombre, porque el camino que
arrancaba de sus jambas bajaba serpenteante hasta llegar al gran río, para
volver a subir entre huertas y cultivos hasta Bedmar.
Restos Muralla Puerta de Bedmar |
Diversos ramales acercaban a pueblos serranos en
un intercambio provechoso que la paz del Califato promovió y aseguró. Pero la
bonanza económica fruto de la concordia bajo una misma corona desapareció
cuando Al-Andalus se fragmentó por la codicia y el fanatismo de tribus foráneas
dispuestas a trastocar por la violencia lo establecido.
Casi todas las ciudades importantes se erigieron en autónomas bajo el cetro de reyes
más o menos efectivos, dados a los escarceos militares contra sus vecinos, en
vez de mantener la paz para bien de sus súbditos. Y la Puerta de Bedmar se
cerró y se guardó.
Muchas poblaciones de Sierra Mágina se convirtieron en
enemigas. El peligro ya no sólo podía venir del norte, Toledo, sino por
cualquier punto cardinal. El enemigo estaba
en casa. Y fue esta división la que utilizó en su favor el
rey castellano. Yayudado por la cruz, fueron cayendo en sus manos una tras otra
todas las ciudades fortificadas que el Islam poseía El concepto simbólico de la
muralla como signo victorioso de la fe en el cordón defensivo de Sierra Mágina
fue evolucionando con el tiempo a la par que las mentalidades, alcanzando otros
significados conforme a la utilidad práctica que la muralla iba adquiriendo.
Restos de un antiguo Torreón cercano a la Puerta de Bedmar, hoy convertido en Mirador |
Por la Puerta de Bedmar se bajaba al valle desde Baeza y se
enfilaba el camino a los pueblos de Sierra Mágina, cristianos naturalmente,
pero con un enemigo aún más poderoso que el Islam, por estar dentro de casa, el
judaísmo. Los judíos baezanos vivían en el barrio de la Puerta de Bedmar.
Integrados entre la población, en los mejores tiempos ; tolerados estoicamente
pero excluidos, en tiempos de dificultad ; marginados al gueto del barrio y
perseguidos, en tiempos de persecución social y religiosa, los judíos baezanos,
como todos los judíos castellanos, encontraban en las puertas de las ciudades
un alivio cuando se pregonaban los progromas eliminatorios. Obligados a
convertirse o a salir por pies al amparo de las murallas por la puerta de su
barrio en la oscuridad de la noche, los judíos se habían convertido en el
blanco de todas las culpas de la nación. Y de nada les servía convertirse
porque la persecución continuaba. Excusándose en malas interpretaciones de la
Biblia y en tendencias herejes en sus enseñanzas, los cristianos
baezanos veían en los judíos elementos discordantes en el buen transcurrir de
la vida de la ciudad.
Restos de Murallas bajo el Cerro del Alcazar |
Enterado el obispo de Jaén de las erróneas
lecturas que hacían de la Biblia enviaron a los trinitarios ubetenses, buenos
predicadores, a atajar los males que hubieran podido extender entre los
cristianos. Los trinitarios del convento ubetense de la Trinidad Calzada
vinieron a Baeza y fundaron en lo que había sido la sinagoga hasta la
conversión, antigua ermita de Santa Catalina, en la Puerta de Bedmar. Allí
estuvieron más de sesenta años, hasta que, habiéndose quedado pequeño el
convento para la expansión de la Orden, se trasladaron a uno nuevo en el ejido
de la ciudad, hoy desaparecido. El barrio había experimentado un crecimiento
urbano muy importante impidiendo que el convento trinitario pudiera ampliarse.
Pero con la expansión extramuros, cuando todos
los nobles decidieron construirse sus casas fuera de los muros de la ciudad,
siguiendo las premisas del Renacimiento, este antiguo barrio fue declinando,
sus casas se abandonaron y se hundieron, y los solares y descampados se
extendían desde la puerta de Bedmar, siguiendo la cava, atravesando la ciudad,
hasta la otra cara de la muralla en la parte noroeste
En la segunda mitad del siglo XVII “ya no quedan casas
arrimadas a la muralla del alcázar que va desde la puerta de Bedmar a la puerta
de Jaen” . La esclusa del espacio de la alcazaba, es decir, la puerta de
este muro transversal era la puerta del Barbudo, a la derecha de la puerta de
Jaén en el plano en que el terreno sufre una considerable elevación desde cuya
altura, hoy Paseo de las Murallas, se puede ver a sus pies el barrio de San
Vicente.
A causa de la diferencia en altura del plano interno con
respectoal exterior,mucho más bajo por la topografía, las viviendas que
quedaban en inferioridad adosadas al muro por la cara externa tenían que sufrir
no pocos inconvenientes por la falta de civismo de los ciudadanos de dentro,
que arrojaban basuras o alteraban su intimidad asomándose desde los planos superiores
que les procuraban los adarves de la muralla . Por eso, “bisto el gran
daño que se sigue a los señores de la parroquia del señor san Bicente de
asomarse en los adarves que ay desde la puerta del Barbudo hasta la puerta de
Jaen acordaron hazer adovar los dichos adarves de manera que nadie se pueda
asomar a ellos, haçiendo cubrir
los dichos adarves a costa de
los señores de las casas que mandan si quisieren servirse de ellos, y si no
quisieren sea a costa de los vezinos de San Bicente, y si no quisieren pagar la
costa se ponga pena de seis çientos maravedis a la persona que se asomare”
Restos de Muralla que daban a la calle San Vicente |
Ratifica esta ubicación la orden que se da en el cabildo del
9 de agosto de1638 de “que se reparen la torre y muro de la puerta del
Barbudo que esta en el rastro de esta çiudad” . El rastro es el de las
Carnicerías y con las dos denominaciones aparece en los documentos.
Efectivamente, las Carnicerías estaban en la parte alta de la población de San
Vicente y desde su altura podían introducirse en las vidas privadas de los
vecinos de abajo.
Al año siguiente “un pedaço de muro questá en el rastro y
cae enzima de las casillas donde se encierra el ganado que se arrastra esta
començando a caerse sobre las dichas casillas y como conviene repararlo y
fortificarlo” se ordena “que se repare lo mejor que se pueda y lo que
costare el dicho reparo se pague de los Propios desta çiudad” .
No lo
repararían muy bien porque dos años después el caballero veinticuatro Gabriel
de Ayala pide que reparen la puerta del rastro de las Carnicerías que linda con
su casa a la que causa muchos daños dado su mal estado.
Puerta de Jaén y Arco de Villalar (Enfrente), Antiguas Carnicerías (derecha) |
Fuente:
LA PUERTA DE
BEDMAR Y LA
MURALLA DE BAEZA:
SIMBOLISMO
Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Mª Cruz García Torralbo
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