sábado, 23 de enero de 2016

LAS MURALLAS DE BAEZA Y SU DESAMORTIZACION. 4ª PARTE





A partir de la puerta de Úbeda la muralla se bifurcaba en dos lienzos. Los árabes habían ideado un sistema defensivo ingenioso anteponiendo a la muralla propiamente dicha, un antemuro, acitara o barrera, para dificultar el asalto en caso de invasión, en el flanco más débil. 

Está claro que al ser una ciudad acrópolis encaramada en el cerro rocoso, el acceso a la ciudad por los flancos escarpados es prácticamente imposible. De ahí que no disfrutara de foso como otras ciudades, por serle inútil. Pero por el flanco en que las curvas de nivel comienzan a separarse y a suavizarse la topografía se hacía necesaria una protección mayor. De este modo construyeron el antemuro en ángulo desde la puerta de Úbeda hasta la del Barbudo, pasada la de Jaén, zona en que se eleva otra vez el terreno, colocando en el vértice el torreón de los Aliatares.


La muralla seguía curvada entre el caserío, como puede verse la trayectoria en la parte interna de la puerta de Úbeda. Absorbida por las viviendas de todos estos siglos, aún aparecen algunos trozos en los derribos de casas antiguas.


 
Antiguo Colegio de Santiago. Antes ubicaba la Puerta de la Azacaya




La atracción que ejercía la muralla sobre los vecinos quedaba determinada en función de materia de seguridad que les confería. Una edificación apoyada en los muros urbanos gozaba de su consistencia, de su solidez. Si la ubicación se establecía en la cara interna a éstas se les sumaba, además, la protección. Si, por el contrario, apoyaba en el exterior, no era menos útil, dado que los vecinos de la casa en cuestión perforaban el muro en puntos determinados para ponerse a salvo de peligro. De este modo, vivienda y muralla formaban un ente indisoluble. 

En este lienzo de muralla se encontraba la puerta de la Azacaya, a la altura de la calle Compañía que recibe el nombre precisamente por los jesuitas que impusieron en el plano urbano el colegio seminario de Santiago que ha sufrido en la actualidad un proceso de remodelación con fines multiprácticos, tras haber sido el Depósito de Sementales del Ejército. A esta “puerta de la açacaya o cañuelo le da fortaleça una gran torre con tres puertas, dos que caen afuera y otra que pareçe en mediose manifiesta ser obra de cristianos"

 
Estado actual del Colegio de Santiago



Los jesuitas habían fundado en 1570 en Baeza en la calle Minas, pero como la fundación no prosperaba por la lejanía del centro de la ciudad, deciden estudiar las posibilidades constructivas de los barrios baezanos y las más viables para una fundación. 

El más conveniente es el barrio de la puerta del Cañuelo o Azacaya, en la muralla de las Barreras, en la colación de Santa Cruz . El sitio es espacioso y les gusta por la facilidad que tiene para ensanchar y por ser sano y saludable. 

En 1591 ya han comprado 27 casas y al año siguiente la Ciudad les regala una calleja transversal entre ellas, atendiendo a la petición que hizo en el cabildo el padre Gonzalo Ramírez, rector del colegio “que tiene a las espaldas dél una casa y que de presente la entra dentro y que da a un callejon estrecho y que no serbira sino de inmundicias y sera razon de cometerse algunas cosas indebidas, y asi, para el bien de la bezindad y de la ciudad seria muy conbeniente cerrar dicho callejon y no es sin daño de nadie” 



Pero no quedó ahí la cosa. Cuando en 1594 sea elegido rector el padre Juan Ruiz y comience la iglesia pegada al muro la sentencia del mismo está dictada. La Ciudad autoriza a los jesuitas a tirar cuanto les estorbe y estos desmantelan con urgencia muro, torre y puerta de la Azacaya . Con toda probabilidad las piedras fueron reutilizadas en la nueva construcción.

Eliminada esta parte de la muralla baezana, se ponían las bases para que, poco a poco, fuera desapareciendo toda ella, al quedarse sin argumentos la Ciudad para mantener su alzado y prohibir su desmantelamiento.

Son muchas actas de cabildo en las que se toma nota de esteasunto tratado en los plenos. Tanto religiosos como gentes del pueblo acuden a la Ciudad a solicitar licencia para coger piedras de la muralla para alguna obra, y muchas veces se les concede.



El impacto que causó la desaparición de la torre y puerta de la Azacaya al lienzo contiguo

hasta la torre de los Aliatares (actual torre del reloj) fue el adelantar su natural deterioro. 

 
Torre de los Aliatares

 
Torre de los Aliatares en la actualidad



En 1672 “la muralla de detrás de la Çacaya de junto al colejio de Santiago que esta por vajo del arco de la dicha iglesia” requiere la visita de los alamines de la ciudad para que dictaminen “por estar la dicha muralla enpeçada a undir y mui a pique de que suçeda una desgraçia y aviendola bisto declaren el riesgo que amenaça y lo que es neçesario para su reparo” . Nueve días después los alamines efectuaron el estudio y dictaminaron que se podía reparar.



La Ciudad sacó a concurso público la obra. No consta que se llevara a efecto.


La muralla va teniendo sus días contados. Don Gabriel de Ayala presenta una petición para que se repare el arco de la Azacaya que está a punto de caerse.

La Ciudad, como siempre, contesta que se estudiará . Y debieron de estudiarlo bien porque durante todo el siglo XVII el arco (paso obligado de la ciudad intramuros a la calle Barreras y ensanche) aparece de manera continua en los documentos.


Ejemplos no faltan. Sebastián Ruiz Crestino presentó una petición diciendo que tenía “unas casas tienda en el arco de la çacaya que arriman a la muralla las quales por estar inabitables no redituan maravedis algunos por estar totalmente muy deterioradas amenaçando ruyna y peligro a las linderas que tanvien lo son de dicha quiebra y por estar prosimo el temporal de invierno y ser menester mucha cantidad para redificarlas” solicita licencia para desmantelarlas .


De igual modo se expresaba Cristóbal Demírez que “bibe en unas casas desta çiudad calle de las barreras que hacen esquina al arco de junto a la Compañia de Jesus, las quales dichas casas con el temporal deste ynvierno tienen neçesidad de algunos reparos”.

 Igualmente, salen en arrendamiento unas casas propiedad de la ciudad “en los portales de las barreras que hazen rincon por bajo del arco de la Compañia, luego que esten reparadas de la obra que se esta haçiendo en ellos” . Al año siguiente, Juan de Rus, “como en las casas en que bibe en las barreras alindan con la muralla desta ciudad la qual esta maltratada tanto que amenaça proxima ruyna”, pide que se repare la muralla “por el daño que amenaza a su casa y familia” . También el caballero veinticuatro Francisco de Acuña vive junto al arco “y la muralla que pega a su casa y el arco amenazan ruina inmediata y que se van a caer las piedras a su casa por lo que ha ordenado que desmonten unas pocas piedras para evitar peso”.


 Lo que no consiguió el tiempo ni los temporales lo consiguieron los jesuitas.



Adornado todo el memorial con un sin fin de florituras lingüísticas y  razonamientos, los jesuitas convencen al Cabildo que concede lo que le piden. De este modo, la calle Compañía quedó  configurada y el estrecho callejón, la muralla con su torre y puerta de la Azacaya y el arco de la calle Barreras desaparecieron .



Ahora, los jesuitas, con la construcción de su nueva iglesia y la remodelación de la calle para hermosearla como Baeza y su famosa procesión del Corpus se merecen, hacen desaparecer aquel símbolo histórico de toda la vida de España. 

Al eliminar la muralla se borran de un plumazo sus raíces denunciantes de la fe cristiana que tuvo en la Edad Media, sus connotaciones pacifistas en la Modernidad de los Reyes Católicos, sus fines disuasorios ante los problemas turcos del Emperador y su hijo, su dolorosa depresión y doble moralidad del XVII. Ahora la muralla estorba como estorba

todo lo viejo. Aquellos soberbios baezanos que sólo viven de glorias pasadas, de recuerdos victoriosos al lado del Rey Santo, de blasones y de alcurnias rancias y trasnochadas, tienen en la vieja muralla, en su destrucción, motivos de orgullo y vanagloria. La ciudad no se merece esa antigualla, y el lustre de la procesión del Corpus depende de su eliminación. 




“Caíste, altiva Roma, en fin caíste,
tú, que cuando a los cielos te elevaste,
ser cabeza del orbe despreciaste,
porque ser todo el orbe pretendiste
Cuanta soberbia fábrica erigiste,

con no menor asombro despeñaste,

pues del mundo en la esfera te estrechaste,

¡oh, Roma! y sólo en ti caber pudiste.

Fundando en lo caduco eterna gloria,

tu cadáver a polvo reducido
padrón será inmortal de tu victoria,
porque siendo tú sola lo que has sido,
ni gastar puede el tiempo tu memoria,
ni tu ruina caber en el olvido”. Gabriel Álvarez de Toledo.
 


  

Fuente:



LA PUERTA DE BEDMAR Y LA
MURALLA DE BAEZA: SIMBOLISMO
Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Mª Cruz García Torralbo


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