lunes, 1 de febrero de 2016

FEDERICO GARCIA LORCA Y SU PRIMERA VISITA A BAEZA


Federico García Lorca con 21 años







El 5 de Junio de 1898 venía al mundo en la localidad granadina de Fuente Vaqueros el que habría de convertirse en una de las personalidades literarias más influyentes del siglo XX, Federico García Lorca.



Con 18 años recién cumplidos,, el inmortal poeta, dramaturgo y prosista perteneciente a la llamada generación del 27, tendría su primer contacto con tierras jiennenses, visitando esta tierra con posterioridad en mas de una ocasión.



Federico García Lorca comienza sus estudios universitarios en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras de la Universidad de Granada en el año 1915. Precisamente en el marco de éste su primer curso académico, tiene lugar el primer encuentro del poeta con Jaén, ya en 1916, con ocasión del viaje de estudios que realiza a Baeza y Úbeda en compañía del catedrático de Teoría de la Literatura y de las Artes, Don Martín Domínguez Berrueta, profesor muy influido por la Institución Libre de Enseñanza y que, como método para una extensión práctica de sus enseñanzas de arte, organiza una serie de viajes por España con sus muchachos para propiciar también con ello un mayor acercamiento entre profesor y alumnos.


Plaza de Santa María. Baeza en 1902



El 8 de Junio llegan a Baeza. Allí, el grupo de estudiantes conocería al poeta Antonio Machado, quien desde 1912 enseñaba francés en el Instituto de la ciudad. El día 10 de Junio por la mañana hacen una excursión a Úbeda, ciudad a la que llegan en tranvía, realizando una visita a su rico conjunto monumental. 

Antonio Machado




Ya por la tarde visitan el Instituto de Baeza, donde les espera Machado, que les deleita con una lectura de Campos de Castilla y recita versos de Rubén Darío. 


 
Universidad de Baeza. Año 1913





Terminan la jornada con una velada en el Casino de Artesanos de Baeza, en la que Lorca interpreta al piano una selección de piezas clásicas y varias composiciones suyas de inspiración andaluza. Recordemos que por estas fechas el poeta estaba más interesado en la música que en la literatura, queriendo incluso ampliar sus estudios musicales en París, cosa que no llegó a suceder.

Aunque el Casino de Artesanos desapareció el edificio que ocupara hoy todavía se conserva.en la actualidad Nuevo Casino de la calle de San Pablo puede verse una escultura sedente de Machado.

Federico García Lorca, un amante del piano





Lorca acudirá a Baeza en más ocasiones, al año siguiente en una nueva excursión artística y, como tiempo después referirá su propio hermano Francisco, en otras excursiones 

"menos académicas" con algunos amigos, donde "...era cuestión de vivir la pequeña ciudad, callejeando, asomándose al paisaje, entrando en el casino, charlando con los amigos locales que ya Federico tenía (...). No olvidaré la noche de grandes nubes y luna llena, sentados en la fuente de la Plaza de la Catedral. Un fuerte viento jugaba con las nubes y oscurecía e iluminaba alternativamente el paraje, ocultando o dando espectral relieve a la Catedral y el Palacio de Jabalquinto. Alguien evocó en aquel sitio la figura de San Juan de la Cruz. A pesar de la superior belleza y monumentalidad de Úbeda, nosotros preferíamos, sin saber bien por qué, el ambiente más recatado de Baeza".




(Francisco García Lorca, Federico y su mundo, 1980)






Fruto de estos contactos con la vetusta ciudad nacería un escrito no conservado con el título "A la fuente de Santa María de Baeza", que sabemos de su existencia por una carta de su amigo de Baeza Lorenzo Martínez Fuset, así como un capítulo de su obra "Impresiones y paisajes" titulado "Ciudad perdida", que dedica a la señorita María del Reposo Urquía, también baezana y amiga de Lorca.


 
Lorenzo Martínez Fuset.
Miembro del Cuerpo Jurídico Militar y cercano colabarador de Francisco Franco durante la Guerra civil española y los primeros tiempos de la Dictadura franquista.




En "Ciudad perdida" el autor hace a lo largo de varias páginas un retrato muy interesante, romántico y personal, de la Baeza que conoció entonces. He aquí un fragmento:

"Todas las cosas están dormidas en un tenue sopor..., se diría que por las calles tristes y silenciosas pasan sombras antiguas que lloraran cuando la noche media... Por todas partes ruinas color sangre, arcos convertidos en brazos que quisieran besarse, columnas truncadas cubiertas de amarillo y yedra, cabezas esfumadas entre la tierra húmeda, escudos que se borran entre verdinegruras, cruces mohosas que hablan de muerte... Luego un meloso sonido de campanas que zumba en los oídos sin cesar..., algunas voces de niños que siempre suenan muy lejos y un continuo ladrido que lo llena todo... La luz muy clara. El cielo muy azul en el que se recortan fuertemente los palacios con oriflamas de jaramagos. Nadie cruza las calles, y si las atraviesa, camina muy despacio como si temiera despertar a alguien que durmiera delicadamente... Las yerbas son dueñas de los caminos y se esparcen por toda la ciudad tapando calles, orlando a las casas y borrando la huella de los que pasan. Los cipreses ponen su melancolía en el ambiente y son incensarios gigantes que perfuman el aire de la ciudad (...). De cuando en cuando palacios y casonas de un Renacimiento admirable...".

Y el precioso paisaje que se contempla desde ella:



"...Una hoya inmensa cercada de montañas azules, en las cuales los pueblos lucen su blancura diamantina de luz esfumada. Sombríos y bravos acordes de olivares contrastan con las sierras, que son violeta profundo por su falda. El Guadalquivir traza su enorme garabato sobre la tierra llana. Hay ondulaciones fuertes y suaves en la tierra... Los trigales se estremecen al sentir la mano de los vientos...".

(Impresiones y paisajes, 1918)


"¡Borrachera espléndida del romanticismo!", confiesa, en fin, Lorca, sobrecogido por la íntima belleza monumental de Baeza.


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