En una de las tantas cuevas
que horadan la colina, se encontraron a finales del siglo XVI las reliquias de
unos santos que habían sito martirizados en una de esas mismas cuevas, junto
con unos escritos sobre placas de plomo,
los denominados Libros Plúmbeos.
En
ellos, además de la leyenda de San Cecilio, San Tesifón y San Hisicio, se
recogía un supuesto quinto testamento, el de María la madre de Jesús, que unía
en una sola las dos grandes religiones monoteístas de la Península, el Islam y
el Cristianismo, a través de todos sus puntos en común. Después de años de
estudio, el Vaticano determinó que sólo la parte referida a los Santos era
cierta, mientras que la parte de testamento mariano, no era más que un intento
de unos nobles moriscos granadinos para evitar su expulsión y la de los suyos.
En el mismo lugar donde se
encontraron los libros y los restos de los santos varones, se levantó una
Abadía, que cada primer fin de semana de febrero recibe la visita de miles de
granadinos, que acuden en peregrinación para festejar el día del patrón de la
ciudad, San Cecilio. Los granadinos también inundan el complejo sacromontino al
llegar la Semana de Pasión, cuando el miércoles Santo acuden a ver al Cristo de
los Gitanos, señor del Sacromonte, encerrarse en su Abadía, después de haber
escalado sus escarpadas cuestas, iluminado por las hogueras y acompañado de los
cantes y bailes de los vecinos del barrio.
Durante años se llevó a cabo un
proceso para determinar la autenticidad de las reliquias.
Centurión, Adán , Marqués de Estepa, 1582-1658 |
Finalmente, fueron declaradas
auténticas y en 1607 el Arzobispo de Granada D. Pedro de Castro Cabeza de Vaca
y Quiñones fundaba la Colegiata de San Cecilio. En este contexto de la
Contrarreforma surgieron los Montes Sacros, cuya creación se debió al
franciscano Fray Bernardino Caimi.
En cualquier caso, la
localización de todos estos objetos religiosos convirtió el Sacromonte en
centro de peregrinación. Todo ello animó a aristócratas y organizaciones
corporativas a celebrar procesiones y otras manifestaciones de Fe. Así, en esta
época se multiplicó la realización de cruces llegando a las 1.200. Hoy, sólo
quedan cuatro.
LAS RELIQUIAS DE SAN TESIFON, PRIMER OBISPO DE BAEZA
D. Sebastián López, natural de
Torres, Villa del Obispado de Jaén, ansioso por tener con que pasar la vida, se
dio a buscar tesoros.
Tuvo noticia en un escrito de
un tesoro cerca de Granada, y con esa pretensión, salen de Jaén camino de
Granada por Guadix, vagueando por los montes del Valparaiso. Fue por aquella
zona cuando reparó en unas piedras de color azul, que parecían minerales y en
una pequeña abertura de la tierra, que estaba cerca de las piedras. Comenzó a escavar
descubriendo una caverna llena de tierra movediza y concebió a albergar
esperanzas.
Buscó gente de su profesión
para que le ayudase a buscar el tesoro. Halló
dos o tres hombres que se le ofrecieron a ayudar, echando mano a sus azadas.
Era primeros de febrero de
1595, cuando apareció una lámina de plomo con algunos caracteres. Estas fueron
llevadas al Colegio de la Compañía de Jesús, dándosela a los padres Andres
Rodriguez y Isidro García.
Leyendose lo escrito se
obervaba que se hablaba de Tesifón Martir y también de sus reliquias.
Con esta noticia, el Colegio
de la Compañía de Jesus decidieron llevárselo al Ilustrísimo señor Don Pedro de
Castro, Arzobispo de Granada, el cual reconoció la reliquia y ordenó que se
siguiera investigando el lugar del hallazgo.
Pasado un tiempo, estando
presente el Padre Isidro García, se halló una mina de reliquias en el monte denominado “Los Latinos”. Dentro de esa caverna
se hallaron tres láminas escritas en Latín .
Según se desprende de las
inscripciones de las mismas, éstas hablan del Martirio que sufrió en este monte
el Primer Obispo de Baeza San Tesifón (Discípulo de Santiago Apóstol). El mencionado martirio que sufrió tanto San
Tesifón como sus discípulos ocurrió a primeros de abril del año segundo de la
época de Nerón. También se habla del
nombre verdadero de San Tesifón (Abenathar).
Prosiguieron las excavaciones
en el sacro monte en el mes de Abril de 1595, y se descubrió en aquella caverna
una masa blanca en cantidad, como fragmentos de cal viva, hecha de huesos
humanos quemados por el fuego y envueltos en cenizas.
Por las inscripciones
encontradas se dieron por echo que aquellos restos humanos se correspondían a
los Santos Martires de los que nos hablan las tablas. Así se estableció mas
tarde por Comisión Ordinaria del Concilio Tridentino, y en particular de la
Santidad de Clemente Octavo.
Como era costumbre por aquella
época por la Iglesia Romana, dichas reliquias fueron expuestas al público para
que éstos pudieran ser venerados.
Finalmente, estos descansaron
en la Capilla Mayor de la Catedral de Granada.
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