El Puente de Mazuecos, en el término municipal de Baeza,
forma parte de la carretera local J-303, que une esta ciudad con la localidad
de Jimena, a 10 km de la primera y a 13 de la segunda, vadeando el río
Guadalquivir.
Denominado primitivamente como PUENTE NUEVA, ha pasado
desapercibido para los estudiosos del arte, debido en buena medida a la
desacertada recomposición que sufrió a principios del siglo XX. Sin embargo,
los restos que aún quedan de su primitiva fábrica merecen por sí solos plena atención, tanto más cuanto al
haberse desvelado la identidad de sus tracistas.
El puente se
construyó en el siglo XVI, iniciándose el 19 de junio de 1561,
con la colocación de la primera hilada de piedra, y siendo corregidor de Baeza D. Ruy Barba de Coronado.
Dos
fueron los motivos principales perseguidos con la obra de aquella "Puente
Nueva": afianzar la variante del camino real entre Toledo y Granada, que pasaba
por Baeza, y por otra parte mejorar la comunicación
entre la ciudad de Baeza y otros pueblos de su término al sur del Guadalquivir, como Bedmar o Jimena.
En enero de 1904, la bóveda
central del puente se desplomó completamente, como consecuencia de un riada, permaneciendo en pie, solamente, los
arranques unidos a los estribos.
Se inició su reconstrucción ese mismo año, por el ingeniero Francisco Acedo y Villalobos, que escogió una solución moderna para el vano, finalizando la
obra en marzo de 1912.
Fue su tracista el
maestro cantantero baezano Ginéz Martínez, autor también de
la fuente de Sta. María de Baeza, aunque el remate de la obra recayó en los
maestros Juanes de la Carrera y Pedro de Mazueca, vecinos de Canena y de Úbeda respectivamente, por la cantidad de 4.300 ducados.
Al parecer, del apellido de éste último podría derivarse el nombre con el que
se conoce el puente
desde mediados del Siglo XVII. Así lo afirmaban algunos autores, que
atribuyen esta obra y la del cercano Puente del Obispo a un tal Pedro de Mazuecos, aunque hay
serias dudas sobre esta afirmación, ya que entre ambas obras existe una
diferencia de casi 50 años.
Se baraja
igualmente la intervención, a partir de 1565, de Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo "El Mozo" para
la realización de unas segundas trazas.
Éstos concibieron una obra de empaque
arquitectónico. El puente en sí se conformó como un monumental arco de medio
punto con tondos
conmemorativos en las enjutas, flanqueado por cuatro cubos semicilíndricos.
En esta zona de paso del puente, se instalaron además unas caballerizas abovedadas con medio cañón, aprovechándose las arquerias para aposentos.
Caballerizas y Aposentos, que llegaron a cerrarse, fueron utilizados para almacenaciento e incluso se arrendaban.
El puente cuenta con una serie de arcos que servirían de
aliviadero y de vigilancia al estar conectados algunos entre sí, con una pequeña
habitación aprovechando la estructura de la piedra natural que probablemente
tendría la función de refugio y garita para el cobro del impuesto, elemento
común con otros puentes como el del Obispo o el de Ariza.
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