jueves, 26 de mayo de 2016

RODRIGO DE NARVAEZ Y EL ROMANCE DE ABINDARRAEZ

Restos de Rodrigo de Narváez. Fotografía Archivo Histórico de Antequera (Málaga)




Merece Rodrigo de Narváez, por su decisiva participación en la Conquista de Antequera y su posterior buen gobierno como Primer Alcaide y Justicia Mayor de la ciudad y su fortaleza, junto a su primo Gonzalo Chacón y Ruiz de Narváez como Primer Alguacil y Alférez Mayor de Antequera, dedicar al primero de ellos ésta página en reconocimiento de sus muchos méritos y virtudes militares, y de gobierno de Antequera entre los años 1410 y 1424 en el que falleció.

Grabado de Van der Wyngaerde siglo XVI


Romance de Abindarráez: Al campo sale Narváez" - Diego Pisador (1509/10? - d.1557):

Al campo sale Narváez / vasallo del rey de España,
y alcayde de Antequera / con ilustre cabalgada,
todos a punto de guerra / de gran nombradía y fama,
salen por topar moros / haziendo alguna emboscada.
La media noche sería / y la tierra en silencio estava.
Narváez sube al otero / de allí la luna mirava,
tan clara estava y serena / que de vella se admirava,
la noche parece día / según el cielo mostrava.
Y por medio una arboleda / que el ayre la meneaba,
una voz oyen de un moro / que echa sospiros del alma:
-"En Cartama fuy criado / pero nacido en Granada,
y por la ventura mía / en Coyn tengo mi alma."
Oydo lo avie Rodrigo / tomólo por nueva mala,
do está la lid començada, / o que hermosa batalla,
que si Rodrigo es valiente / al moro qué le faltaba?
Mas Rodrigo acertó al moro / en el muslo una lançada
y por ser sobre cansado / el moro muy mal lo passa,
llegan a asirse a los braços / el moro en tierra se halla.
-"No me rendiré le dize / sino a la que rendí el alma".
Narváez viéndole tan fuerte / a levantar le ayudaba.
Rodrigo pregunta al moro / quién es, o lo que demanda.
-"Dime primero tu nombre / que yo haré lo que me mandas".
-"Soy Rodrigo de Narváez / vasallo del rey de España".
-"Yo me llamo Abindarráez, / mi padre así me llama,
soy de los Abencerrajes / que eran la flor de Granada".
Luego le contó su historia / y los amores que trata.
Don Rodrigo como es noble / tenido le ha grande lástima,
y dízele: "Cavallero / si me das tu fe y palabra
de bolverte a mi prisión / fenecida esta jornada,
yo te pondré en libertad / y sigue en paz tu demanda".
Viendo el moro tal grandeza / manos y pies le besaba,
y por Alá le promete / de bolver preso a su casa,
y tomada la licencia /solo el moro se tornaba,
do prosiguió sus amores / todo como él lo deseaba,
hasta bolver en prisión / como prometió y jurara.
Rodrigo lo estima en mucho / al punto lo libertaba,
con que quedó entre los dos / grande amistad confirmada.

Rodrigo de Narváez



No como cautivos, sino como huéspedes, recibió Rodrigo de Narváez a Jarifa y Abindarráez. Todos los cristianos estaban admirados de la belleza, la discreción y el encanto de Jarifa, y la apostura y nobleza del joven abencerraje. Éstos temían aún el castigo del padre de la doncella, al que sabían irritado por la unión y la fuga de los amantes.
Así que Narváez mandó mensajeros al rey de Granada, relatándole todo el caso y pidiéndole que interpusiera su influencia cerca del alcaide de Coín para que perdonara a su hija.
El rey moro, conmovido y llevado por su cariño a Abindarráez, ordenó al padre de Jarifa que se presentase ante él, y le pidió que concediera su perdón a los fugitivos. El perdón fue concedido y comunicado a los mensajeros de Narváez.
Juntos estaban los amantes en el jardín del alcaide de Alora, meditando lo que les reservaría el porvenir, cuando Rodrígo, con el semblante muy alegre, llegóse a ellos para decirles:
- Han venido cartas de Granada por las que estáis perdonados. Yo no quiero ser menos generoso, y os concedo la libertad. Podéis marchar en cuanto mis hombres os preparen caballos y escolta.
Abindarráez y Jarifa, con los ojos llenos de lágrimas, besaron las manos del generoso alcaide, agradeciéndole todo lo que por ellos había hecho. Y una vez que fueron despedidos por todos los que habían quedado prendados por su juventud y belleza, marcharon hacia Coín, acompañados y agasajados por Narváez y sus caballeros hasta la misma frontera.
Días después llegaron unos emisarios de Abindarráez trayendo a Narváez seis mil escudos y unos hermosísimos caballos; presentes que el moro hacía a su vencedor y libertador. Mas Rodrigo, galantemente, rehusó el rescate y el obsequio, mandando a los moros que se lo llevasen de nuevo y diciendo que él no acostumbraba robar damas, sino servirlas y honrarlas.









En el interior del castillo alcazaba de Antequera, se construyó tras su conquista, la primera iglesia cristiana de San Salvador, que cayó en desuso y despareció con el tiempo. Sobre su antiguo emplazamiento se levantó en 1870 una pequeña ermita neogótica también hoy desaparecida, pero que se recuerda en estas fotografías del año 1900, que conservan el Archivo Histórico Municipal de Antequera (AHMA).



En la subida del camino a la ermita nos encontramos 12 murales que nos relatan la historia de la Bella Jarifa, una novela morisca que se publicó en 1561, y que más tarde Antonio de Villegas recogió en su Inventario 1565.






En el primer mural podemos contemplar una imagen del caballero Rodrigo de Narváez con sus escuderos. El texto del mural dice:

«En el siglo XVI fue un caballero que se llamó Rodrigo de Narváez alcaide de Antequera y Álora donde residía, teniendo allí 50 escuderos para su defensa. Pues una noche, el alcaide dijo a todos ellos: “Parésceme, pues la claridad de la noche nos convida, que será bien dar a entender a nuestros enemigos que los valedores de Álora no duermen.»




En el segundo mural podemos contemplar una imagen de la lucha entre Abindarráez y los escuderos de Rodrigo de Narvaéz . El texto del mural dice:

«Saliendo de la fortaleza hallaron dos caminos. “ Vosotros cinco id por el uno y con estos cuatro me iré por el otro, tocando los unos el cuerno acudirán los otros a su ayuda”. Yendo, vieron venir un gentil moro a caballo que cantaba:“Nacido en Granada, criado en Cártama, enamorado en Coín, frontera de Álora”.Uno de los escuderos se acometió. Viéndose asaltado, con una lanzada el moro dio con él en el suelo. Viendo eso, tres otros se acometieron para diez moros y todos juntos no podían con este solo, que a poco rato tenía los tres en el suelo. El último escudero tocó el cuerno y se lanzó hiriendo al moro en el muslo. Él con ravia de verse herido volvió en sí y dio con él y su caballo en tierra. Rodrigo de Narvaéz acudiendo y viendo la valentía de moro se quedó espantado. “ Moro, vente a mí ” y como el moro estaba herido y el alcaide venía de fresco, éste le dio una herida en el brazo derecho y dio con él en el suelo.“Caballero, date por vencido, si no matarte he”.”Matarme bien podrás, dijo el moro, que en tu poder me tienes, mas no podrá vencerme sino quien una vez me venció”.»







Era Rodrigo de Narvaez tanta honra, que como dice Pulgar en su Galeria de personajes ilustres del siglo XV “ningúno en sus tiempos la ovo mayor” queríanle con delirio los soldados, y tal era la confianza que les inspiraba en los actos de guerra, que Juan Galindo, ginete que peleó en la anterior escaramuza y luego la describió en elegantes alejandrinos, dice de él:




“ Alcayde, señor,
Todos queremos por el vuestro amor
Morir en el campo de muy buen talante
Aunque viniese el moro Alicante
Con todas las huestes del rey Almanzor”

En este mismo año de 1424, el 20 de noviembre falleció D. Rodrigo, sucediéndole en la alcaldía su hijo Pedro. El cadáver fue enterrado en su capilla de la iglesia del Salvador.






En un paraje entre Antequera y Archidona, llamado desde entonces Torre de la Matanza, se libró una gran batalla entre los ejércitos de Rodrigo de Narváez y el de los moros, lugar en el que aún hoy se encuentran espuelas, estribos, armas y otros vestigios notables y que ganaron los cristianos gracias al parecer según se cuenta y está escrito, a una curiosa estrategia utilizada por el Alcaide de Antequera.

Castillo de Antequera


Se dice que ordenó reunir un gran rebaño de ganado al pie de la llamada Peña de Los Enamorados, sobre la que mandó prender una gran hoguera en la que se quemaron gran cantidad de cuernos, pezuñas, cueros y pieles de animales, sabiendo que el viento llevaría el humo y los malos olores hacia el ganado y las líneas enemigas. Efectivamente los animales espantados huyeron en estampida arrollando las cabalgaduras y a los propios enemigos que fueron desordenados y sorprendidos por los cristianos en su ataque, causándoles enorme matanza y obteniendo una gran victoria.

El vulgo suele llamar a esta acción La Batalla de los Cuernos, y el Ayuntamiento de Antequera celebra aún el aniversario de esta batalla con una solemne función religiosa en la Iglesia Colegial, tremolando el pendón real bajo el cual combatieron los cristianos, que es el mismo que entregó el Infante al Alférez Mayor Gonzalo Chacón cuando fue conquistada la ciudad.



D. Rodrigo de Narváez falleció el 20 de noviembre de 1424 y fue enterrado en primera instancia en la Iglesia del Salvador de Antequera, siendo trasladados sus restos a la Iglesia de San Sebastian en 1856 a instancias de su descendiente D. Antonio Aguilar Correa Fernández de Cordoba Narváez.






La Colegiata de San Sebastián es la Iglesia mayor de Antequera







Sepultura de D. Rodrigo de Narváez

Escudo de Armas de D. Rodrigo de Narváez





La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de Caballeros y Damas del Infante Don Fernando y Santa Eufemia, rinde homenaje a don Rodrigo Narváez, primer alcaide de la Recristianización de Antequequera 



Pendón de la ciudad de Antequera

Santa Eufemia fue proclamada  (no sin algunas controversias), Patrona de Antequera, a la vez que sus conquistadores encabezados por Rodrigo de Narváez adoptaron las armas propuestas por el Infante D. Fernando, que detalla el pendón la ciudad compuesto por un castillo a la derecha, un león rampante a la izquierda con las letras A y Q sobre ellos que significan Antequera, y en el centro una jarra con azucenas insignia de la Orden de la Terraza instituida por el rey de Navarra D. Garcia y restaurada ahora por el Infante, figurando sobre el cuello de la jarra la letra T de Terraza, y al pie de la misma la leyenda “Por su Amor” aludiendo al Infante D. Fernando, desde entonces sobrenombrado como “El de Antequera





Procede este linaje Narváez al igual que el de Chacón, del mismo solar del Reino de Navarra sito en la tierra de Sisa, Merindad de San Juan de Pie del Puerto, desde donde pasaron ambas familias y en la misma época, a Jaén, Úbeda, Baeza y Antequera, para prestar apoyo al Rey de Castilla Alfonso el Onceno en su lucha contra los moros y reconquistar el territorio del entonces reino de Granada.
Anteriormente, el linaje Narváez se derivó del muy noble y poderoso linaje de Narbona en el sur de Francia, del que tomó el nombre, estableciéndose en el Reino de Navarra sobre el año 1150.



Fuentes:


Cronica de la Provincia de Málaga
Musicaantigua.com
Apllidochacon.es

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