Juan Alvarez de Mendizabal |
Juan Alvarez de Mendizabal, mediante diversos decretos incrementó las leyes desamortizadoras, poniendo a la venta todos los bienes de los conventos femeninos que tenían un número reducido de religiosas. También se cerraron hospitales de las cofradías y colegios religiosos, terminando por extenderse a los bienes del clero secular a partir de 1841.
En Baeza, al no tener
el número de profesas que exigían las leyes exclaustradoras de 1835, las
mínimas de San Francisco de Paula, las franciscanas clarisas de Santa Clara o
las dominicas de Santa María de Gracia, así como las carmelitas descalzas y
agustinas recoletas, sufrieron la desamortización. Solo escaparon a ésta dos
conventos, las franciscanas clarisas de los monasterios de San Antonio de Padua
y Santa Catalina Mártir (Rodríguez-Moñino y Cruz Cabrera, 2001, pag180).
Convento de San Antonio de Padua |
Interior antiguo Convento de Catalina Mir (Hoy destinado a viviendas sociales) |
También fueron objeto
de exclaustración y desamortización los dos conventos trinitarios, que se
hallaban prácticamente arruinados, igual que el de San Buenaventura.
La ruina total
alcanzaría a los conventos entre 1833 y 1843.
Menos perjudiciales
para Baeza, fueron las desamortizaciones del bienio liberal de Espartero
(1840-1843), pero no las del ministro Pascual Madoz (1854-56), en que se vieron
afectados además de los bienes del clero, los municipales y los del Estado.
Con
la revolución de septiembre de 1868, también se vieron afectados algunos
conventos, como el de Santa Catalina, en el que fueron expulsadas las monjas,
quedando destruido su valioso archivo histórico civil-eclesiástico.
Las ventas se
realizaron en subasta. Poco éxito tuvieron los grandes edificios conventuales
con sus huertas anexas, ya que los compradores preferían tierras y casas y no
inmuebles muy grandes que no se podían convertir en viviendas.
Los conventos se
vendieron con lentitud, muchas veces fragmentados cuando algunas partes podían
aislarse. Así en el recinto del Convento de San Francisco se construyeron casas
particulares, un parador de viajeros, un teatro, un molino aceitero, un taller
de carruajes, un horno de pan, un establecimiento tipográfico, otro de librería,
dos patios y un extenso jardín.
Convento de San Francisco |
El destino de los
conventos e iglesias baezanas fue diverso. Muchos se convirtieron en viviendas
como el convento de San Ildefonso, hoy sede el Casino, o la iglesia románica de
San Pedro, uso con el que continúa hoy en día.
Iglesia de San Pedro |
Algunos se dedicaron a
actividades poco apropiadas, como el convento de la Victoria dedicado a fábrica
de fideos y licores, posteriormente demolido, o el convento de la Trinidad en
el que se instaló un molino o fábrica de aceite y una refinería de trigo (Ayala
Cañada, 1982, pp. 183-184).
La Iglesia románica de
San Juan prácticamente destruida, se utilizó como cuadras y más adelante como
almacén de materiales para la construcción (Smolka Clares, 1985, pag302).
Iglesia de San Juan |
Los conventos subastados
fueron menos, “cada vez se daban mas facilidades para cederlos a las
instituciones que los necesitaban” como a los militares porque las perentorias
necesidades de la guerra necesitaban edificios para albergar tropas.
El convento de Nuestra
Señora del Carmen de Baeza, fue cedido por el Ayuntamiento en 1862 al
Ministerio de la Guerra para su rehabilitación como Cuartel de Caballería de la
remonta y también se destinó el Cenobio Jesuítico de Santiago para fines
militares.
Antiguo Convento Nuestra Señora del Carmen |
La Administración se
quedó con muchos de los edificios que necesitaba para establecer en ellos y
hacerse cargo de los servicios que antes asumía la Iglesia.
Así el convento de
los Trinitarios Descalzos se pensó destinarlo para usos hospitalarios, como
solicitaron los vecinos; el de Santa Catalina a cárcel y asilo de ancianos; o
el de San Ignacio, que se destinó a cementerio y más tarde a centro de
enseñanza.
Iglesia de los Descalzos antes de su rehabilitación |
San Ignacio |
Muchas de las iglesias
de los conventos, una vez desaparecidos éstos, pasaron al clero secular como el
de los Trinitarios Calzados o el de Santa María de Gracia de Dominicas, que
quedó arruinado pasando su iglesia a servir de ayuda a la parroquia de San
Andrés.
Otra suerte corrieron
los conventos de Santo Domingo, la Merced y Santa Clara, y las Iglesias de San
Marcos, San Gil y San Vicente que fueron demolidas por sus compradores,
generalmente debido a su mal estado, o si sus solares eran considerados
céntricos para reedificarlos como casas.
El material de las
demoliciones se reutilizaba para nuevas construcciones como es el caso del
convento de San Francisco, demolido parcialmente, cuyo material se utilizó para
construir una plaza de Toros.
Muchos edificios que
no fueron subastados o demolidos, volvieron a su uso anterior como el palacio
de Jabalquinto, o los conventos de Santa Catalina, las Carmelitas Descalzas de
la Encarnación y las Agustinas Recoletas de la Magdalena, abriendo de nuevo en
el siglo XIX y volviendo al culto religioso en sus templos.
Las obras de arte,
libros y otros objetos de los conventos suprimidos que lograron escapar a la “confusión
y el desorden generados” se recogieron siguiendo la Real Orden de 25 de julio
de 1835. Los objetos de Bellas Artes se guardaron provisionalmente en la
iglesia de San Francisco de Jaén, hasta que se pudieron trasladar a archivos o
al museo provincial.
Museo Provincial de Jaén |
En la primera mitad
del siglo XIX había una masa de pequeños campesinos y un importante sector de
mediados propietarios que serán los que posean el poder económico y los órganos
de gestión política de la ciudad, comprando la mayor parte de los bienes
desamortizados antes de que se pusieran en pública subasta.
En poco menos de medio
siglo se redujo considerablemente el patrimonio de la Iglesia, que se vio en
primera instancia expropiado, luego malvendido y finalmente abandonado o
destruido.
El número de
parroquias pasó de 11 a 4.
El número de conventos
de 18 a 9
El de fundaciones de 6
a 4
Las ermitas de 8 a 1
Fuente:
"Baeza Restaurada" . Milagros Palma Crespo. Fco.
Javierr Gallego Roca y Susana Mora Alonso -Muñoyerro
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