domingo, 15 de mayo de 2016

LA DESAPARICIÓN DE LOS CONVENTOS


Juan Alvarez de Mendizabal


Juan Alvarez de Mendizabal, mediante diversos decretos incrementó las leyes desamortizadoras, poniendo a la venta todos los bienes de los conventos femeninos que tenían un número reducido de religiosas. También se cerraron hospitales de las cofradías y colegios religiosos, terminando por extenderse a los bienes del clero secular a partir de 1841.





En Baeza, al no tener el número de profesas que exigían las leyes exclaustradoras de 1835, las mínimas de San Francisco de Paula, las franciscanas clarisas de Santa Clara o las dominicas de Santa María de Gracia, así como las carmelitas descalzas y agustinas recoletas, sufrieron la desamortización. Solo escaparon a ésta dos conventos, las franciscanas clarisas de los monasterios de San Antonio de Padua y Santa Catalina Mártir (Rodríguez-Moñino y Cruz Cabrera, 2001, pag180).

Convento de San Antonio de Padua

Interior antiguo Convento de Catalina Mir (Hoy destinado a viviendas sociales)



También fueron objeto de exclaustración y desamortización los dos conventos trinitarios, que se hallaban prácticamente arruinados, igual que el de San Buenaventura.





La ruina total alcanzaría a los conventos entre 1833 y 1843.

Menos perjudiciales para Baeza, fueron las desamortizaciones del bienio liberal de Espartero (1840-1843), pero no las del ministro Pascual Madoz (1854-56), en que se vieron afectados además de los bienes del clero, los municipales y los del Estado. 






Con la revolución de septiembre de 1868, también se vieron afectados algunos conventos, como el de Santa Catalina, en el que fueron expulsadas las monjas, quedando destruido su valioso archivo histórico civil-eclesiástico.

Las ventas se realizaron en subasta. Poco éxito tuvieron los grandes edificios conventuales con sus huertas anexas, ya que los compradores preferían tierras y casas y no inmuebles muy grandes que no se podían convertir en viviendas.

Los conventos se vendieron con lentitud, muchas veces fragmentados cuando algunas partes podían aislarse. Así en el recinto del Convento de San Francisco se construyeron casas particulares, un parador de viajeros, un teatro, un molino aceitero, un taller de carruajes, un horno de pan, un establecimiento tipográfico, otro de librería, dos patios y un extenso jardín.


Convento de San Francisco


El destino de los conventos e iglesias baezanas fue diverso. Muchos se convirtieron en viviendas como el convento de San Ildefonso, hoy sede el Casino, o la iglesia románica de San Pedro, uso con el que continúa hoy en día.


Iglesia de San Pedro




Algunos se dedicaron a actividades poco apropiadas, como el convento de la Victoria dedicado a fábrica de fideos y licores, posteriormente demolido, o el convento de la Trinidad en el que se instaló un molino o fábrica de aceite y una refinería de trigo (Ayala Cañada, 1982, pp. 183-184).


La Iglesia románica de San Juan prácticamente destruida, se utilizó como cuadras y más adelante como almacén de materiales para la construcción (Smolka Clares, 1985, pag302).


Iglesia de San Juan 


Los conventos subastados fueron menos, “cada vez se daban mas facilidades para cederlos a las instituciones que los necesitaban” como a los militares porque las perentorias necesidades de la guerra necesitaban edificios para albergar tropas.

El convento de Nuestra Señora del Carmen de Baeza, fue cedido por el Ayuntamiento en 1862 al Ministerio de la Guerra para su rehabilitación como Cuartel de Caballería de la remonta y también se destinó el Cenobio Jesuítico de Santiago para fines militares.


Antiguo Convento Nuestra Señora del Carmen

La Administración se quedó con muchos de los edificios que necesitaba para establecer en ellos y hacerse cargo de los servicios que antes asumía la Iglesia. 

Así el convento de los Trinitarios Descalzos se pensó destinarlo para usos hospitalarios, como solicitaron los vecinos; el de Santa Catalina a cárcel y asilo de ancianos; o el de San Ignacio, que se destinó a cementerio y más tarde a centro de enseñanza.

Iglesia de los Descalzos antes de su rehabilitación

San Ignacio




Muchas de las iglesias de los conventos, una vez desaparecidos éstos, pasaron al clero secular como el de los Trinitarios Calzados o el de Santa María de Gracia de Dominicas, que quedó arruinado pasando su iglesia a servir de ayuda a la parroquia de San Andrés.

Otra suerte corrieron los conventos de Santo Domingo, la Merced y Santa Clara, y las Iglesias de San Marcos, San Gil y San Vicente que fueron demolidas por sus compradores, generalmente debido a su mal estado, o si sus solares eran considerados céntricos para reedificarlos como casas.

El material de las demoliciones se reutilizaba para nuevas construcciones como es el caso del convento de San Francisco, demolido parcialmente, cuyo material se utilizó para construir una plaza de Toros.





Muchos edificios que no fueron subastados o demolidos, volvieron a su uso anterior como el palacio de Jabalquinto, o los conventos de Santa Catalina, las Carmelitas Descalzas de la Encarnación y las Agustinas Recoletas de la Magdalena, abriendo de nuevo en el siglo XIX y volviendo al culto religioso en sus templos.

Las obras de arte, libros y otros objetos de los conventos suprimidos que lograron escapar a la “confusión y el desorden generados” se recogieron siguiendo la Real Orden de 25 de julio de 1835. Los objetos de Bellas Artes se guardaron provisionalmente en la iglesia de San Francisco de Jaén, hasta que se pudieron trasladar a archivos o al museo provincial.

Museo Provincial de Jaén




En la primera mitad del siglo XIX había una masa de pequeños campesinos y un importante sector de mediados propietarios que serán los que posean el poder económico y los órganos de gestión política de la ciudad, comprando la mayor parte de los bienes desamortizados antes de que se pusieran en pública subasta.

En poco menos de medio siglo se redujo considerablemente el patrimonio de la Iglesia, que se vio en primera instancia expropiado, luego malvendido y finalmente abandonado o destruido.

El número de parroquias pasó de 11 a 4.
El número de conventos de 18 a 9
El de fundaciones de 6 a 4
Las ermitas de 8 a 1









Fuente: 

"Baeza Restaurada" . Milagros Palma Crespo. Fco. Javierr Gallego Roca y Susana Mora Alonso -Muñoyerro


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