martes, 10 de mayo de 2016

LOS TERMINOS DE BAEZA EN LA RECONQUISTA Y SUS 33 CABALLEROS






A lo largo de la Baja Edad Media Baeza fue desposeída de un amplio territorio bastante importante, que podemos calcular en de una cuarta parte de su primitivo alfoz.

Parte, porque nunca llegó a hacer posesión efectiva de él, como es el caso del territorio fronterizo de Granada, que en el siglo XIII ya pasó a formar parte de algún señorío.

Parte a consecuencia de la complicada situación política que tanto los concejos de realengo como la propia corona vivieron entre los siglos XIV y XV, por lo que bien mediante usurpaciones, en buena parte realizadas por miembros de la oligarquía urbana, bien mediante donaciones reales, o incluso compras a la corona, Baeza se vio privada de espacios importantes, localizados principalmente en la parte más Occidental de su término, y precisamente de gran riqueza económica.


Aunque algunas de las donaciones fueron revocadas, buena parte de los términos de los que se despojó al concejo baezano continuaron en manos privadas a lo largo de la Modernidad






Poco después de la conquista de la ciudad, acaecida en 1227, Fernando III procedió a su organización, dotándola de un amplio alfoz, que, según queda expresado en el documento de concesión de términos de 1231.


Rey Fernando III




Fijaba sus límites en el puerto de Muradal, el río Rumblar hasta el Guadalquivir y desde allí hasta Torres, quedaba incluida sierra de Bedmar y Jódar hasta Jandulilla, volviendo al Guadalquivir, los límites con Úbeda, Vilches, Santisteban, Torre de Albar y sierra de Muradal.


Aunque no quede "explícito" en el documento, el término asignado a Baeza contenía un buen número de villas y aldeas, si es cierto que en prelado que se guardaba en el Alcázar de Baeza, no sólo el rey proclamaba darles tierras y posesiones a los 33 caballeros, sino que además proclamaba obligaciones de mantener sus caballos, espadas y caballos sin poder venderlos sin autorización del rey. 

Nombres de los 33 Caballeros que repoblaron Baeza tras la reconquista






Poco después, en 1243, el mismo monarca lo amplió con la donación de los castillos de Vilches, Baños y de la Torre de Estiviel, además de los castillos de Huelma y Bélmez, cuando se conquistaran, y de Chincóyar y Ablir (Neblín), que habían sido concedidos de modo vitalicio a Sancho Martínez de Jódar.


Restos del Castillo de Vilches

Castillo de Baños de la Encina

Torre de Estiviel o de las Huelgas

Castillo de Huelma



Castillo de Belmez de la Moraleda


En 1254 Alfonso X otorgaba al concejo de Baeza la aldea de Arquillos y Recena.






La última donación fue la extraña que el infante don Sancho (futuro Sancho IV) realizó de Jódar, en 1283.

Paralelamente a la conformación del término de Baeza se produjo el asentamiento de nuevos pobladores. Son muy pocas las noticias que se tienen sobre el mismo, pero de ellas se desprende que la repoblación se inició en 1231 y que se realizó por tercios: uno para el rey, otro para pobladores y el tercio restante para la Iglesia, nobles y Órdenes Militares.

Rey Alfonso X el Sabio




Estos repartos continuaron en época de Alfonso X, y así en 1269 mandó poblar en el alcázar de Baeza 33 caballeros, dándoles Jarafe y la torre de Gil de Olid, correspondiéndoles a cada uno seis yugadas de heredad, a cambio de su servicio con caballo y armas.



Castillo de Giribaile

Restos Castillo de Jarafe



Así pues, en el siglo XIII se concedió a Baeza un vasto término, que poco a poco se fue reduciendo. Las razones son muy variadas. Por un lado, porque no tuvieron efecto algunas de las disposiciones reales. Del mismo modo, las donaciones reales de algunas tierras, así como la venta de otras por el propio concejo, y las usurpaciones, permitieron a la nobleza detentar el señorío jurisdiccional de algunos de los espacios de los que fue dotado el concejo de Baeza.

               
La reducción más importante que el concejo baezano sufrió en relación a la concesión original fue en la zona de contacto con el reino nazarita, y en concreto en torno al valle del Jandulilla, uno de los pasos naturales que existen en la Sierra Mágina, donde tanto cristianos como musulmanes crearon una serie de torres y castillos que lo defendían.

La importancia estratégica para Baeza de este territorio era fundamental ya que ponía en contacto la campiña baezana con el interior del reino de Granada y posiblemente por ello Fernando III intentó que esta ciudad lo controlara.

Sin embargo, la realidad fue muy diferente y parte de la concesión real fue teórica, bien porque fue realizada sobre tierras aún por conquistar, caso de Huelma y Bélmez, o porque estaban en manos de un particular, caso de Chincoya y Ablir. 


Retrato de la época (Chincoya)

Retrato de la época sobre Chincoya





En ambos casos, y por cuestiones diferentes, las donaciones no llegaron a llevarse a efecto, o si acaso duraron poco.

Tras la conquista de Bélmez por el infante don Pedro en 1316 ésta debió pasar a la jurisdicción de Baeza, poniéndose en práctica la donación realizada por Fernando III.

Escudo de Pedro Díaz de Toledo




Así, en 1320 continuaba aún en poder del concejo baezano, como lo demuestra el hecho de que Pedro Díaz de Toledo fuera alcaide tanto de este castillo como del de Begíjar, término de Baeza. 


Torreón Castillo de Begijar





Sin embargo no estuvo mucho tiempo más en poder del concejo baezano, ya que en 1333 formaba parte, junto con Jódar, del señorío de Garcia Méndez de Sotomayor, en cuyo poder siguió hasta que en 1368 Muhammad V volvió a ganar este castillo ( rey nazarí de Granada entre 1354 y 1359, y en un segundo reinado, entre 1362 y 1391.)

Posteriormente estuvo alternativamente en manos cristianas y musulmanas hasta que en 1448 el corregidor Fernando de Villafañe ayudado por tropas baezanas lo conquistó.

A partir de aquí las noticias sobre el destino de Bélmez son bastante ambiguas, aunque claramente muestran que si tras la conquista se hizo efectiva la donación de Fernando III, pronto se desvinculó de la jurisdicción de Baeza, entrando en la órbita calatrava, para finalmente convertirse en un señorío laico.

El caso de Huelma es bastante más simple, ya que esta villa no se consiguió conquistar hasta 1438 por D. Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana y capitán mayor del Reino de Jaén, manteniéndola en su poder pese a las reclamaciones de Baeza.

Iñigo Lopez Mendoza

El Marqués de Santillana en la Serie Española de Aguila Roja


En 1464 el marqués consiguió de Enrique IV la licencia para darla en calidad de señorío jurisdiccional pleno a don Beltrán de la Cueva, casado con una hija suya.

Beltrán de la Cueva en la Serie Española Isabel
 
Beltrán de la Cueva





Poco después, a petición de don Beltrán, el monarca la cedió al padre de éste, Don Diego Fernández de la Cueva con titulo de vizcondado.

Pero además de Baeza, la defensa y conquista de la frontera granadina tuvo otro protagonista: Sancho Martínez de Jódar, un caballero que debió de destacar en las campañas militares de Fernando III y Alfonso X, llegando a desempeñar el cargo de adelantado mayor de la frontera entre 1253 y 1258.

Retrato de Sancho Martínez de Jodar




Es muy probable que interviniera directamente en la conquista de Chincóyar (o Chincoya) y Ablir (o Neblín), hacia 1227, por lo que se le confió su tenencia a modo vitalicio, de tal manera que pese a la concesión de Fernando III en 1243,el concejo de Baeza sólo podía hacer efectiva su posesión tras su muerte.

A partir de estas dos posesiones el adelantado amplió sus dominios con el control de las villas de Jódar, Bedmar y El Carpio, el castillo de Solera, la torre de Garciez, y los poblados de Polera, Odgáyar (u Ogáyar), Gris, Alló y posiblemente Albanchez, con un claro deseo de controlar el curso alto del río Jandulilla frente al concejo de Baeza.

Castillo de Solera


Castillo de Jódar


Buena parte de estas tierras estaban fuera de la tierra baezana, a excepción de Garciez y Albanchez, que pertenecían al término de Baeza. En el caso de Garciez, antes  de que se le concediera el señorío, y posiblemente debido a su intención de crear un amplio dominio fronterizo, Sancho Martínez de Jódar había iniciado un proceso de compra de tierras, hasta que en 1269 consiguió que Alfonso X le hiciera entrega de su término.

Es muy probable que el concejo baezano fuera bastante reacio a la entrega de este enclave y que de hecho la disposición real no se cumplió, ya que en 1273 el monarca volvió a realizar una nueva donación, esta vez efectiva puesto que ese mismo año el concejo de Baeza le cedió ese término.

Del mismo modo, el rey desposeyó a Baeza de los derechos que le había dado Fernando III sobre Chincóyar y Neblín, ya que no sólo no confirmó la donación sino que en 1260 los concedió, junto con el castillo de Cuadros, a la iglesia catedral de Jaén, en las mismas condiciones en que su padre los había dado a Baeza, es decir, que la entrega sólo se haría efectiva tras la muerte de Sancho Martínez.


Torreón de Cuadros



En cualquier caso, tampoco el cabildo jiennense pudo hacer efectiva esa donación ya que en 1275, esos castillos fueron destruidos por los benimerines, como tampoco un tal don Bretón, que en 1276 los recibió pese a que ese territorio había caído en manos granadinas.

Soldado Benemerí


Soldado Benemerí en el siglo XIII




A la muerte de Sancho Martínez de Jódar, posiblemente poco antes de 1275, su señorío se desmembró. Parte de él fue ocupado por los benimerines, que en 1275 destruyeron los castillos de Chincoya y Ablir y las aldeas de Polera, Ogáyar, Gris y Alló, recuperando así el sur del valle del Jandulilla. El resto de sus posesiones se repartieron entre sus hijos, y así sabemos que Sancho Sánchez recibió Bedmar (que pasaría en 1302 a manos de los granadinos) y Jimén Pérez de Jódar, que obtuvo Jódar, para posteriormente heredarla su hija, Juana Rodríguez de Jódar, casada con Garci Méndez de Sotomayor.


Castillo de Chincoya (Belmez de la Moraleda)



Respecto a Albanchez y Garciez no sabemos exactamente en manos de quien quedaron. Posiblemente Albanchez siguió controlada por la familia, como lo demuestra el hecho de que en 1338 estaba en manos de un tal Ruy Fernández de Xódar, mientras que Garciez en 1299 formaba parte del señorío de Pedro Díaz de Quesada, hermano del arzobispo de Toledo.






Pero hay que destacar cómo en medio de esta descomposición se produjo la donación en 1283 por el infante don Sancho de la villa de Jódar. Un documento bastante controvertido porque fue firmado en medio de la guerra civil, y la falta de información que tenemos al respecto nos impiden saber exactamente por qué don Sancho decidió entregarla a Baeza, si fue por agradecimiento al concejo baezano que pudiera haber apoyado firmemente al infante en su rebelión contra Alfonso X o porque Jimén Pérez de Jódar no hubiera secundado la conjura nobiliaria y la hermandad establecida el año anterior en defensa de los derechos del infante don Sancho.

En cualquier caso, esta donación nunca se hizo efectiva, y Sancho IV no sólo no la confirmó a su llegada al trono, sino que incluso desposeyó a Baeza del último punto de contacto que mantenía con la frontera granadina: Torres, que entregó en 1285 a la orden de Calatrava.

También la villa de Jimena terminó siendo señorío calatra- veño, después de numerosas vicisitudes de las que tenemos datos muy ambiguos. Así, en la segunda mitad del siglo XIV la cuarta parte de ella pertenecía a María García Godoy, hija de Pedro Muñiz de Godoy, maestre de Calatrava. 

Escudo de Pedro Muñiz de Godoy





Es posible que esta villa fuera señorío personal de este maestre y que a su muerte la dividiera entre sus descendientes, y de ahí que su hija María sólo tuviera una parte. Aunque la documentación no lo indica, es posible que las otras tres cuartas partes pasara al patrimonio del condestable Ruy López Dávalos, como lo demuestra el hecho de que la Orden de Calatrava recibiera esa cantidad cuando se le entregaron los bienes confiscados al condestable en 1422.

Aunque los datos están confusos, sabemos que a finales del siglo XV la villa en su totalidad pertenecía a la encomienda de Torres.

Y en relación con las posesiones de las Órdenes Militares en Baeza encontramos un enclave cercano a la propia ciudad como es Canena, del que tenemos datos contradictorios.



Castillo de Canena





Así aunque en un documento de 1274 se hace referencia a su pertenencia al término de Baeza, en 1236 había en esta aldea un comendador de la orden de Santiago, para posteriormente, en 1279, aparecer distribuida entre las órdenes de Santiago y Calatrava. Encajando estos datos nos inclinamos a pensar que Baeza dispondría al menos hasta 1274 de parte de esta aldea, para perderla poco tiempo después en beneficio de la orden de Calatrava, que la incluiría en la encomienda de Torres, formada por Torres, Recena, Jimena

Mientras que la reducciones del alfoz baezano en el XIII prácticamente sólo afectaron a la frontera con Granada, en los siglos XIV y XV el fenómeno se produjo en zonas tanto del interior como limítrofes con otros concejos.


En buena parte fueron causadas por las circunstancias políticas que se vivieron, pero también debido al control del concejo por la nobleza local.




En este sentido, podemos destacar cómo en 1329 Alfonso XI abrió una investigación en la que obligaba a todos aquellos que tenían torres y fortalezas en el término de Baeza que le mostraran los privilegios reales que avalaban su existencia, ya que «las tienen pobladas de gentes e fazen en ellas ofiçiales e justiçia, non podiéndolo fazer»

Una muestra de esto, y posiblemente a consecuencia de su intervención en el concejo de Baeza, es que los Biedma consiguieron crear el señorío jurisdiccional de Estiviel a partir de que en 1304 Fernando IV diera comisión a Rodrigo Íñiguez de Biedma, alcaide del alcázar de Jaén, para repoblar Estiviel, aldea de Baeza que estaba desierta por la guerra contra los musulmanes.

Pronto empezaron a acumular intereses en esa villa, y así en 1321, el concejo baezano le hacía entrega por juro de heredad la torre y cortijo del mismo nombre a su hijo Día Sánchez de Biedma, para que en 1334 el rey Alfonso XI le concediera a la mujer de Día Sánchez (entonces titular de este señorío) todos los derechos que la monarquía se reservaba en una serie de lugares entre los que se encontraba Estiviel. Poco después tenían la jurisdicción de la vecina villa de Jabalquinto.

Por otro lado en 1391 Enrique III confirmó a Día Sánchez II de Benavides la donación de la villa y el castillo de Hortalanca, alegando que era propiedad de sus antepasados desde el siglo XIII.

Esta era una aldea cercana a Vilches, que se despobló pronto, como demuestra el hecho de que no volviera a aparecer en la documentación como tal.

En cualquier caso, desde su posición esta familia consiguió un importante patrimonio, como demuestra el hecho de que en 1346 Baeza comprara a Men Rodríguez de Biedma (o de Benavides), hijo del anterior, la Torre de Martín Malo y Tobaria, por un total de 18.000 maravedís.

 A partir de aquí, y gracias al apoyo que este último hizo a la causa trastamarista, los Benavides se convirtieron en el principal linaje de Jaén, gracias de la obtención del señorío de Santisteban en 1371, concedido por Enrique II a Men Rodríguez de Benavides por su actuación durante la guerra civil.






Cercana a las propiedades de los Benavides encontramos Tobaruela. Desconocemos el momento en que esta pequeña aldea se desgajó del término de Baeza, aunque nos inclinamos a pensar que surgió a mediados del siglo XIV, aunque los datos que tenemos de ella son del siglo XV.


Castillo de Tobaruela (Linares)




Así parece ser que en 1439 pertenecía a Dª Guiomar de Narváez, que posteriormente era del comendador de la orden de Santiago Pedro Jiménez Lisón, quien la vendió a Pedro de Nicuesa, posiblemente en 1459, para que finalmente los herederos de este último la vendieran a Día Sánchez de Carvajal.

Es  muy probable que éste la adquiriera para intentar hacer frente a los Benavides, señores de las vecinas villas de Jabalquinto y Estiviel y que en esas fechas empezaban a poner sus ojos en Linares.

En relación a esta última villa, Linares, hemos de señalar que por su lejanía de la ciudad de Baeza había sido objeto de interés de los miembros de la oligarquía baezana, y de hecho en las diferentes confrontaciones entre los Carvajales y Benavides había tenido un importante protagonismo.

Por otro lado entre 1458 y 1460, Enrique IV se la había entregado como señorío al condestable don Miguel Lucas de Iranzo.

Retrato de Miguel Lucas de Iranzo


Con ello el rey quería recompensar a su privado, pero probablemente intentaba también evitar que se convirtiera en protagonista de las luchas de bandos. Sin embargo la presión del concejo baezano, apoyado por el don Pedro Girón, maestre de Calatrava y don Juan Pacheco, marqués de Villena, obligó al rey a revocar la donación.

Retrato de don Pedro Giron

Juan Pacheco


Juan Pacheco en la Serie Televisiva Isabel


Asimismo, y en pago a los servicios a la corona encontramos a algunos miembros de la nobleza recibiendo tierras del alfoz baezano. Hemos hecho referencia al caso de Linares, pero encontramos otros más, como por ejemplo Ibros, que en 1358 fue entregada por Pedro I a Día Sánchez de Quesada en compensación a los servicios que éste le prestó tanto a él como a su padre Alfonso XI.

Más tarde, no sabemos de que modo, el concejo baezano recuperó la mitad de esta villa, pasando la otra mitad a manos de Día Sánchez de Portocarrero, que la vendió en 1395 al condestable Ruy López Dávalos por 2000 doblas de oro castellanas. Finalmente esta porción entró en el patrimonio de los Benavides a través del matrimonio de Leonor Dávalos, hija del condestable, con Men Rodríguez II.

Del mismo modo, y mediante compra otro importante linaje andaluz se hizo con una Importante porción del término de Baeza. Es el caso de Bailén que Alfonso XI vendió a Pedro Ponce de León en 1349. En cualquier caso, este territorio ya estaba anteriormente señorializado, como lo demuestra el hecho de que en 1331 estuviera en manos de Lope Ruiz de Baeza, señor también de La Guardia.

 
Pedro Ponce de León




Del mismo modo otra villa muy cercana a ésta pero igualmente alejada de la ciudad de Baeza fue objeto a un intento de señorialización. Nos estamos refiriendo a Baños, que fue entregada por Enrique II a Ruy Díaz de Berrio, posesión que si se llegó a hacer efectiva alguna  vez duró poco, ya que en 1385 Juan I se la permuta por Carcabuey, continuando a partir de entonces bajo la jurisdicción baezana.



Otra aldea, Begíjar, fue señorializado también por un corto período de tiempo, como lo demuestra el hecho de que mientras en 1320 pertenecía al término de Baeza, poco después Alfonso XI se la entregó, por juro de heredad, a Enrique Enríquez, caudillo mayor del obispado de Jaén. Sin embargo en 1341, debido a las quejas del propio concejo, a causa de la cercanía de este lugar a Baeza y a los conflictos que esto podía acarrear por cuestiones de términos, el propio monarca se la restituyó.

Por otro lado, en 1434 Baeza inició un pleito con los obispos a partir de la denuncia al rey porque el obispo Gonzalo de Estúñiga tenía el castillo desde que su antecesor, Rodrigo de Narváez lo arrebatase al concejo baezano. Sin embargo esta reclamación no surtió efecto, por lo que Baeza ocupó el castillo por la fuerza en 1445.

El conflicto continuó hasta 1477 en que los Reyes Católicos garantizaron que era de propiedad del obispo de Jaén mediante la confirmación del privilegio de Fernando III de 1251 en que hacía donación del castillo al obispo don Pascual.

Finalmente podemos reseñar el surgimiento de algunos pequeños señoríos, posiblemente gracias al control de una fortaleza por parte de un miembro de la oligarquía baezana. De ellos tenemos muy pocos datos. Así, Argote de Molina nos da noticias de algunos, como el señorío de las Cuevas de Espelunca. 



Cuevas de Espelunca (Linares)





Poco se sabe de él, tan sólo que en 1379 pertenecía a Gil Baile de Cabrera, miembro de la oligarquía baezana, del que recibió su nombre el castillo (Giribaile), y no sabemos si sus propietarios pudieron en algún momento ejercer el señorío pleno de este enclave.

Más información tenemos de otra familia, los Navarrete, quienes fueron señores del cortijo de Jarafe, de la Torca, y del Casar, conocido este último posteriormente como Navarrete



Cortijo del Jarafe





Fuente:

EL PROCESO DE SEÑORIALIZACIÓN DE LA TIERRA
DE BAEZA EN LA BAJA EDAD MEDIA
MARÍA ANTONIA CARMONA RUIZ

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