En el siglo I, Baeza fue adscrita al
Conventus Cartagiensis de la Provincia Tarraconense, dependiendo administrativamente
de Cartago Nova y económicamente de Cástulo.
Esta moneda fue encontrada en la calle San Vicente y data del 237 a.c. al 227 a.c. por lo que corrabora lo dicho anteriormente.
Actualmente se
encuentra en el Museo de Jaén.
En el anverso aparece
gráfila de puntos enmarcando un retrato masculino de perfil, hacia la
izquierda, de cuidada ejecución.
El rostro y el cabello
rizado tienen un tratamiento bastante realista. Aparece barbado y con una
corona de laurel ciñendo la cabeza. Incluso se apuntan las pupilas. Se perfila
también la oreja y el cuello en el que sobresale la línea muscular del
esternocleidomastoideo. Cruza esta cabeza por la parte posterior y en sentido
oblicuo una clava. Es una imagen de gran fuerza.
En el reverso aparece
la figura de un elefante con un guía que lo aguijonea con un látigo o stimulus,
también con gráfila de puntos alrededor.
Esta moneda forma
parte de las emisiones monetales llevadas a cabo por los cartagineses en
Hispania a finales del siglo III a. C., realizadas siguiendo patrones fenicios
para el pago de sus tropas. Se trata de ejemplares en oro, plata y cobre de
cuidada factura.
Las monedas
hispano-cartaginesas cumplieron un importante papel propagandístico, ya que con
ellas se extendieron muchos de los símbolos de poder de Cartago.
El perfil
masculino del anverso, de clara inspiración helénica, con un cuidado
tratamiento de cabellos que crea un hermoso microclaroscuro en la pieza, se ha
interpretado tradicionalmente como la figura del dios fenicio-púnico Melqart,
el Heracles griego, cuyo atributo iconográfico es la clava. También se ha interpretado
como un posible retrato de alguno de los jefes militares de la familia Barca.
Esto último vendría a ser ratificado por ser Melqart el dios protector de la
familia Barca. Pero lo más probable es que se trate de ambas opciones, de un
retrato divinizado de Amílcar, que fallece en el 227 a. C. El culto al dios
Melqart estaba, por otra parte, muy arraigado en Iberia ya antes de la llegada
de los cartagineses. La presencia del elefante en su reverso, símbolo de la
hegemonía terrestre de Cartago, completaría el valor propagandístico de esta
imagen. Además, se trataría de una moneda con un alto valor adquisitivo, ya que
es un duplo (dishekel) del valor de la unidad de la plata (shekel).
Fuente: Museo Arqueológico Nacional
Fotografía: Miguel
Angel Blanco de la Rubia
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