martes, 27 de septiembre de 2016

PLAZA DEL MERCADO O DE LA LEÑA (3ª PARTE Y ULTIMA)

Las clases privilegiadas poseían varias ventanas del Mercado en propiedad, como los cabildos eclesiásticos de la Catedral y de la Colegial.

Una vez construido el Balcón del Concejo, algunos caballeros pretendieron tener acómodos particulares. Así, el regidor don Fernando de Benavides Manrique poseía un balcón sobre la lonja de entrada a la Iglesia de Sancti Spiritus.

Aquel mismo año, otro regidor don Benito de Torres Manrique solicitó construir un balcón “por no tener casas propias en la plaza del Mercado”, eligiendo para ello la calle de la puerta de Córdoba y dejando “el libre uso para el comercio de dicha calle y plaza de personas, coches y caballerías que por ella pasen y con la decencia y adorno correspondiese”.

Sin embargo, al declarar los alarifes que tal obra cegaría las ventanas de las casas colindantes, se le concedió para ello el “callejón que llaman de los Toros”, ubicado quizás en la zona baja del Mercado.

Algunos vestigios quedan aún de aquella ocupación de balcones volados sobre las calles públicas, sobre la actual cuesta de las Escuelas y el acceso al antiguo solar de la Iglesia del Sancti Spiritus, convertido hoy en cocheras.


Antigua ubiación de la Iglesia del Sancti Spiritus (Hoy son cocheras)




Antigua ubicación del Convento del Espiritu Santo






Así mismo, existió un buen ejemplar adosado al Balcón, sobre la calle de la Cárcel, conocido ahora a través de una de las fotografías del siglo pasado.




En el Mercado no sólo se hicieron corridas de toros después, sino que desde la construcción del Balcón de la Ciudad se convirtió en el centro principal de todas las solemnidades públicas festivas, como las bodas y proclamaciones reales, celebrándose en él juegos variados, máscaras y mojigangas, fuegos de artificio, etc…

Por el contrario, la parte superior del Mercado, tomó un carácter recreativo en línea con la costumbre de formas alamedas y paseos que se habían multiplicado por todas las ciudades españolas desde finales del siglo XVII, como lugar de esparcimiento de las gentes y como actividad productiva secundaria derivada de la corta de álamos.

Alrededor de la fuente del Cañuelo, se creó el llamado “Jardín de las Damas”. Se trataba de un recinto murado “con cercas de bastante tamaño y costa”, en cuyo interior quedaba encerrada la fuente, disponiendo fuera un nuevo pilar que sirviese de abrevadero de las caballerías.

Las obras se hicieron por entera iniciativa del entonces corregidor, don Mateo Crespo Suárez (1724-1727), lo que provocó ciertas discrepancias con el Concejo por considerar que era necesaria la consulta previa a los munícipes, por el aumento de gastos ordinarios en la reparación de la nueva fuente y entender que era inútil aquella obra “ni aún para la diversión, respecto de que en el invierno no se puede tomar el sol por las muchas humedades que tiene, ni en el verano el fresco por ser cañada y estar cerrado”.

Uno de los mayores problemas que tuvieron para la creación de este jardín era el pilar que ya no podía seguir funcionando como abrevadero, lo que se solucionó parcialmente con la colocación de otro fuera del cercado.

Pero dicha solución no fue definitiva, puesto que hacia 1739, el pilar exterior dejó de tener agua, tuvieron que dar nuevamente acceso a las caballerías a la fuente central, dado que la fuente de los Leones era demasiado alto para los de menor tamaño.

Ello conllevó que tener que quitar los peces de colores que allí se habían colocado.

Otro corregidor mas tarde mandó reedificar el Jardín de las Damas, con sus árboles, cercas y fuente, ante la desidia de los capitulares para su conservación.
Mas tarde sufrió otros cambios y hacia 1789, el concejo municipal envió a la Corte un memorial con la declaración de las fiestas que se hicieron en Baeza por la proclamación real de don Carlos IV, en el que se contiene una buena descripción de la fuente del Cañuelo como parte integrante de aquel programa de exaltación monárquica.

Para no ser muy extensivo en su contenido solo haré constar el inicio del mismo: “Divide esta plaza del Mercado de la Leña un jardín que llaman de las Damas, murado de sillería, cuya longitud es de 68 varas y 36 de latitud, con unos robustos álamos a su entrada por el Mercado, una fuente con un elevado saltadero en el centro, que se surte del copioso manantial del Cañuelo, que por cuatro caños grandes de bronce entra en un gran pilar de 26 varas de largo y 8 de ancho, y del que se proveen los tintes, que por la particular calidad de sus aguas fueron famosos en el Reino, y no se dan mejores ni más vivos colores en todo él, habiendo sido por ellos en los siglos pasados tan célebres las fábricas de paños y escarlatas en que floreció esta industria en este pueblo”.

Hacia 1769 se proyectó dotar de otra fuente a la zona, en el mismo centro de la plaza de la Leña, mudando a ella la fuente Nueva del Ejido o del Triunfo, que se había secado años antes, aunque  finalmente no se hizo así. Ya en pleno siglo XX fue cuando finalmente el Excmo. Ayuntamiento de Baeza decidió su traslado al Paseo desde el Ejido pero por razones simplemente estéticas, por lo que existieron muchas discrepancias para su final traslado.


Antigua ubicación de la Fuente del Triunfo en el Ejido. Año 1882




Nueva ubicación en el Paseo de la Constitución. Frente al Balcón del Concejo


El Concejo mimaba especialmente esa parte de la ciudad, y al igual que en otros lugares menos públicos era más flexible a la hora de dar órdenes para rehabilitar viviendas que en muchos casos ni surtían efectos, en esta zona del mercado, llegaban hasta a embargar los bienes del propietario si no las rehabilitaba.

Así tenemos el ejemplo de la casa de José de la Cueva, haciendo esquina entre las plazas del Mercado y de los Leones, en 1732 y 1757, llegándose a embargar la renta de la piedra de un molino de pan; o con las casas linderas de la Alhóndiga, en 1751, propias de Florencio Martínez.

Pocas intervenciones de interés se hicieron a finales del 1700 en la plaza de la Leña, salvo la construcción de una casa para la venta pública de pan, en una casa ubicada al principio de las Barreras (1792) sustituyendo al antiguo puesto de los portales, junto a la Alhondiga.  También cabe destacar la enajenación de los bajos de la torre de los Altares, al realizarse en ellos tres portales o tiendas por iniciativa privada, quedando uno de ellos a disposición del Concejo.




No fue una decisión muy acertada, puesto que afean y tergiversan la extructura original de la torre.

La posterior remodelación de las plazas del Mercado y de la Leña hasta la imagen que presentan en la actualidad, tendrá lugar a mediados del siglo XIX. 

Ello fue posible tras la desaparición progresiva de sus valores celebrativos a lo largo de la centuria: las corridas de toros, como en el resto de las ciudades españolas, las cuales se trasladaron a plazas mayores con cosos taurinos estables. En este caso, las corridas de toros se celebraron con posterioridad en la plaza de toros de “El Bohondillo”.


Ubicación de la Plaza de Toros en el lugar denominado "El Bohondillo". Año 1882


Desde 1813 en adelante, la plaza pública del mercado pasaría a tomar el nombre del monarca reinante (Plaza de Alfonso XII) o de la Constitución, como hoy en día se le conoce.





El Balcón del Concejo se convirtió en Ayuntamiento (desde entonces data el nombre de Casas Consistoriales Bajas) entre 1832 y 1867.

Según Pascual Madoz, en 1843 el antiguo Jardín de las Damas era “un paseíto adornado con álamos blancos y negros, rosales, con dos círculos de bancos de piedra sillería regularmente labrada, una fuente de mármol blanco y negro con varios juegos de la mejor agua y otra de inferior calidad”.

Años mas tarde, entre 1864 y 1868 se renovó todo el ámbito del Paseo “al gusto y adelantos de la época presente”, con el alargamiento de la zona ajardinada y la construcción de la fuente de la Estrella.













Una vez he terminado con esta nueva publicación sobre la Plaza del Mercado, creo que muchos de los lectores observarán con otros ojos esta emblemática plaza de nuestra ciudad y podrán hacerse una idea mas detallada sobre su historia hasta llegar a ser como hoy todos la conocemos.




Fuentes:


Patrimonio Arquitectónico y Urbano en Baeza. Siglos XV al XVIII. Autor José Policarpo Cruz Cabrera





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