“ un Ejido tiene
maravilloso esta ciudad, muy ancho y largo; no hay cosa que pueda competir con
él en España si no es el Campo de Valladolid, y este se le aventaja en que
tiene en él los santuarios siguientes….. También Madoz se hace eco de su
importancia al decir que es una plaza “de dieciocho a veinte fanegas de cabida,
rodeada de casas y conventos, en cuyo centro se ve una alameda deliciosa: este
sitio después de la trilla sirve para apacentar ganados”.
El Ejido de Baeza
constituía un amplio campo alargado, flanqueado de casas y con varios conventos
y ermitas en su seno.
Plano actual de la ciudad de Baeza |
Hasta su lado más
occidental se prolongaban los arrabales extramuros, cuyo límite venía señalado
casi a cordel por la paralela calle del Rojo, desde la que se asomaba al Ejido
varias manzanas de casas cortadas por calles perpendiculares.
En el flanco oriental,
existía otra barriada cuyas casas quedaban al abrigo de las fundaciones
religiosas. Aquella zona era conocida como “Barrio de San Lázaro”, por la
presencia del hospital homónimo, lazareto para la cura de leprosos, ubicado
junto al colegio jesuítico de San Ignacio.
En el Ejido se
erigieron los conventos de San Antonio de Padua (de franciscanas
clarisas-finales del siglo XV), la Santísima Trinidad (trinitarios descalzos) y
la casa noviciado de San Ignacio (compañía de Jesús). Así mismo existían las
ermitas de Santa Quiteria, la madre de Dios y la de San Lázaro, del mencionado
hospital, las cuales fueron construidas después de la Reconquista.
La Ermita de la Madre de Dios estaba situada donde hoy está ubicada la de Cooperativa de aceites El Alcázar-
Iglesia de San Marcos y Los Descalzos en la Zona del Ejido |
La Ermita de la Madre de Dios estaba situada donde hoy está ubicada la de Cooperativa de aceites El Alcázar-
Todas aquellas
ocuparon el flanco oriental del Ejido, salvo el convento de la Magdalena.
Una iglesia parroquial
se situó en el centro de su extenso meridional, la Iglesia de San Marcos,
creada a mediados del siglo XV para satisfacer las necesidades espirituales del
empuje poblacional de aquella zona.
En el año 1467 se erigió la ermita de San Marcos, la cual estaba situada frente al molino aceitero que había junto a la cruz de piedra que allí existía, levantada en 1410, para conmemorar la predicación que en aquel lugar hizo San Vicente Ferrer.
El origen de la San Marcos fue "que asolada la comarca de Baeza por la plaga de la langosta, en la primavera de 1449, el corregidor Pero Cuello, ofreció al Santo la construcción del templo para que cesase la plaga, y cada año la ciudad le haría una procesión y el ofrecimiento de una misa. También sería sacrificado un toro y repartido a los pobres.
En el año 1467 se erigió la ermita de San Marcos, la cual estaba situada frente al molino aceitero que había junto a la cruz de piedra que allí existía, levantada en 1410, para conmemorar la predicación que en aquel lugar hizo San Vicente Ferrer.
El origen de la San Marcos fue "que asolada la comarca de Baeza por la plaga de la langosta, en la primavera de 1449, el corregidor Pero Cuello, ofreció al Santo la construcción del templo para que cesase la plaga, y cada año la ciudad le haría una procesión y el ofrecimiento de una misa. También sería sacrificado un toro y repartido a los pobres.
La ausencia de
murallas en los nuevos arrabales fue compensada con las cercas de los propios
inmuebles y con el cierre de los principales accesos de los caminos adyacentes
mediante “postigos de madera”, para prevenir el contagio como la peste. De ahí,
el nombre de “Puerta del Ejido” con que se conoce la zona en la que confluyen
la calle de San Andres y la Carretera de Ibros.
Puerta del Ejido: Intersección Ctra. de Ibros y Calle San Andrés |
Así mismo, la entrada
del camino de Úbeda se cerraba mediante las “Puertas de San Lázaro” y de “Santa
Quiteria”, por la proximidad de ambas ermitas.
No obstante, la
presencia de amplios espacios abiertos en los arrabales como era el propio
Ejido, mermaba la efectividad de las cercas contra los contagios.
Quizás la epidemia que
mayor incidencia tuvo Baeza a lo largo de la edad moderna fue la de 1681. En
aquella ocasión se previno un hospital provisional en la línea de casas de los
Granadillos a lo alto de la Calle Capilla, por su separación con el núcleo
urbano. Una vez superada la enfermedad, el concejo tuvo que hacer frente a la
reparación de aquellos inmuebles, en régimen de arrendamiento forzoso, para
evitar la despoblación de la zona afectada.
A pesar de la
proliferación de ermitas y conventos en el Ejido, no perdió en ningún momento
su funcionalidad práctica.
En su parte central,
frente a la Fuente del Moro, se realizaban ejercicios ecuestres y la
instrucción de caballos castizos. Aquel lugar se le conocía como el nombre de “Carrera
de Caballos”. Estas carreras ya se realizaban a principios del siglo XVII.
La Carrera, provista
de empedrados, muros de contención y antepechos, fue aderezada y limpiada de estiércol
en varias ocasiones a lo largo de aquella centuria.
Entrada por la calle |
Entrada por Carretera de Ibros. (Palacio Vela de Almazán enfrente) |
Entrada por Acera de la Trinidad |
Hacia 1875 se renovó
la vieja costumbre de hacer carreras en el Ejido, fecha en la que la familia
Vela de Almazán construyó casa solariega para presenciarlas, remodelándose asimismo
en 1882 la vecina Fuente del Moro.
Otra cosa que me ha llamado la atención a la hora de realizar el siguiente artículo y tomar fotografías de la zona, ha sido encontrarme estos capiteles en el suelo.
Fuente del Moro y Palacio Vela de Almazán (Izquierda) |
Otra cosa que me ha llamado la atención a la hora de realizar el siguiente artículo y tomar fotografías de la zona, ha sido encontrarme estos capiteles en el suelo.
En mi modesta opinión, pienso que deberían tomar nota los responsables del Ayuntamiento de Baeza para que estas piezas se rehubicasen en sus lugares de origen para no sufrir ningún acto bandálico.
Otras partes del
Ejido, sobre todo las ubicadas en las inmediaciones del Seminario de San
Ignacio, sirvieron como canteras de piedra en varias ocasiones. Nos consta que
en 1658 se concedió licencia por parte del Concejo al maestro de albañilería
José Descos, para abrir una cantera y aplicar los materiales al reparo de las
casas del Mercado (Paseo).
Al fondo. Iglesia de San Ignacio |
Sin embargo, fue mas
frecuente la concesión gratuita de canteras por vía de limosna a las
instituciones religiosas. Entre 1682 y 1696 el cabildo municipal cooperó así
con los patronos de las tres ermitas del Ejido para proceder a su necesaria
reedificación, dado que, en caso de perderse “quedaba desamparada y desordenada
la vecindad del Ejido”, en cuya circunvalación se contaban entonces 19 calles,
9 templos y 1 parroquia.
Otra importante
aportación al Ejido fue la construcción del monumento al Triunfo de la
Inmaculada, entre los conventos de Santa María Magdalena y la Santísima
Trinidad.
Ubicación de la Fuente del Triunfo y al fondo las iglesias |
Esta obra data de
1663, año en que pidieron licencia para ello varios vecinos de la ciudad al
entonces obispo de Jaén, don Fernando de Andrade y Castro.
Antigua ubicación de la Fuente del Triunfo |
Tres años mas tarde,
ya estaba dispuesta la columna en el Ejido “para colocar sobre ella con toda
decencia y veneración una imagen de Nuestra Señora de la Purísima Concepción,
en el modo en que está colocada otra en la ciudad de Granada, en el campo que
llaman del Triunfo”.
Poco después, las
mejores familias de la ciudad hicieron donaciones de faroles y memorias de
aceite para su iluminación, y se construyó alrededor una lonja con grada de
piedra y puertas de hierro, todo ello para su mayor veneración y decencia.
Ubicación incial de la Fuente del Triunfo |
Se trataba por tanto
de uno de los primeros monumentos inmaculistas que proliferaron a lo largo de
los siglos XVII y XVIII por toda Andalucía, a imitación del Triunfo Granadino
erigido en 1621, ocupando las más importantes plazas públicas, paseos o
alamedas.
A esta obra se le unió
el Concejo Municipal, no sólo cediendo los terrenos donde se ubicó el Triunfo
de la Inmaculada, sino también emprendiendo la construcción de una fuente
monumental que lo embelleciese. Esto se llevó a cabo entre los años 1725 y
1727.
Ya en 1740 por falta
de presión, aquella fuente dejó de correr, planteándose entonces su mudanza a
la plaza de la Leña (1769) aunque finalmente no se llegó a realizar hasta el
siglo XX.
En 1751 el entonces
corregidor don José Delgado y Frías, dio cuenta al Concejo de haber mandado
componer “para la hermosura y ornato público del Ejido de esta ciudad
diferentes calles de álamos, y que para su crianza se ha compuesto la fuente
Alta, con cuyo derrame se riegan, y que por haber memoria de que en otras
ocasiones por no haberlos custodiado ni regado se han perdido”. Se plantaron
140 álamos blancos, negros y chopos, en el extremo del Ejido, junto a la
iglesia de San Marcos.
Debió ser espectacular poder contemplar tantos alamos en el Ejido |
La existencia de
alamedas respondía a un triple objetivo: el embellecimiento de los ruedos
urbanos, la mejora de la higiene y salubridad pública y el aprovechamiento
económico de la madera por medio de talas periódicas.
A mediados del siglo
XVIII, el Ejido servía tanto para la diversión y paseo de los vecinos como para
“emparvar las mieses”.
Muchos de sus vecinos
solicitaron hacer “heras de emparvar”. El Concejo las aprobaba a cambio de que
a la muerte del solicitante las heras pasasen a propiedad del Pósito, mediante
escrituras de censo.
La mayor parte de esas
heras estaban situadas a los lados de los caminos que cruzaban el Ejido, desde
el Convento de la Magdalena hasta los Granadillos, allanando el llamado “Cerrillo
de la Carretera”.
Así con esta medida,
no solo se obtenía el allanamiento del terreno, sino también un beneficio para
las arcas municipales.
También desde mediados
del siglo XVIII empezaron a ubicarse varios cuarteles de caballería en el
Ejido. Se trataba de amplios inmuebles arrendados a vecinos particulares: así
las casas de don Diego de Valenzuela, junto a la Calle del Valle, las del
Marqués de la Rambla; las de doña Quiteria Serrano, y sobre todo, el llamado
Cuartel de las Prelatas (por doña Flor Zalduendo y Pretel) o de la Cruz Blanca,
junto a la puerta del Ejido.
Tal era la importancia
que daba la ciudad de Baeza a la plantación de álamos, que en 1794 llevó a
plantar 2.000 en toda la ciudad.
Así mismo, la Sociedad
de Verdaderos Patricios de Baeza, ofreció gratificar con 150 reales a cada
vecino que demostrase tener durante dos años “asidos y guiados diez álamos en
el recinto del Ejido”.
Esta sociedad fundada
en 1774 a imitación de las Vascongadas, se sumaba así a las tímidas medidas
oficiales en el campo de la agricultura y la conservación de montes y
arboledas.
Desgraciadamente, los
álamos plantados se perdieron por la incuria y rapiña de las gentes de aquella
época. Es por ello, que en 1816 el concejo impuso que cada vecino debía
contribuir con 5 árboles para la repoblación de los paseos urbanos y caminos
del extrarradio.
De aquellos álamos que
existían en el Ejido, nos da cuenta Madoz en 1846, donde dice “existía en ella,
una alameda deliciosa”.
De aquel sentido
recreativo con el que fue objeto el Ejido en el pasado, tan sólo nos queda un
pequeño reducto de reciente creación, el cual se le conoce como “Parque del
Vivero” o “Parque de Leocadio Marín”.
Fuentes:
Patrimonio Arquitectónico y Urbano en Baeza Siglos XV al XVIII. Autor: José Policarpo Cruz Cabrera
Universidad de Granada
Humanismo Giennense
Patrimonio Arquitectónico y Urbano en Baeza Siglos XV al XVIII. Autor: José Policarpo Cruz Cabrera
Universidad de Granada
Humanismo Giennense
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