Gravado de Urrabieta-Rico publicado en la revista Museo Universal de 1868. Representa la ruina de lo que probablemente fuera la portería del Convento de San Angustín de Salamanca |
El Iltmo Sr. D. Francisco
Diego de Güevara, este insigne religioso nació en la villa de Baeza de ilustre y noble ascendencia.
Con decidida
vocación para el claustro, de pronto abandonó los placeres y vanidades con que
el mundo le brindara, para vestir el tosco sayal del ermitaño en el Convento de
San Agustín de Salamanca, por aquel entonces plantel de sabios y santos.
Ruinas de San Agustín |
Ignoramos las causas
que le dieron a ingresar en esta apostólica Provincia de Filipinas, así como
también los datos necesarios para formarnos idea exacta de su vida en los
primeros años de su estancia en el citado convento pero a juzgar por lo que de
él sabemos, después de pasar a éstas Islas, bien podemos decir, sin temor a
equivocarnos, que fue desde un principio modelo de religiosos y preciado
ornamento de la Orden Agustiniana.
Era el año 1593,
cuando arribaba a la ciudad de Legazpi en compañía de 24 misioneros, y a los
dos años era ya Subprior y Procurador en Manila (Mayor 1595).
Primera imagen que se
conoce de Manila (Museo Julio Bello y González-Puebla, México).
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Con posterioridad
cogió rumbo hacia las costas de Japón, donde después de convertir a numerosas personas a la fé católica, con su elocuencia y ejemplo de fé, y tras perder cuanto tenía,
volvió a Manila con el P. Juan Tamayo, su compañero de viaje, donde fundaría el
grandioso convento de Bugo.
Felipe III |
Pocos días le duró el
gozo del retiro y soledad en la nueva fundación, porque sofocada la intentona
de los chinos, ocurrida en Manila el 1603, en la que tanto se distinguieron
nuestros religiosos, fue enviado a la Corte de España a fin de dar cuenta de lo
sucedido a S.M. el Rey, recibiendo a la
vez el nombramiento de Definidor del Capítulo General y Procurador en ambas
curias.
Portador de estos
títulos, emprendió viaje con P. Diego Oribe, pasando por Malaca, Goa, Basora,
Armenia, Arabia, Alepo, Candfa, Liorna y Roma, de donde después de presentar a
S.S. Clemente VIII una extensa y minuciosa relación de las cristiandades de
estas Islas y del Japón, pasó a la Capital de España para evacuar los asuntos
de la Corte.
Tres años permaneció
en S. Felipe el Real.
Tan grandes fueron los
servicios prestados en beneficio de la Iglesia y del Estado Español, que no
podían quedar sin galardón, por lo que S. M. Católica le propuso para el
Obispado de Nueva Cáceres, del que tomó posesión, una vez recibidas las Bulas
Pontificias y consagración episcopal.
Gobernó la citada
Diócesis desde 1616 al 1621, en que murió.
Escribió varias Actas
llenas de sabiduría y prudencia.
Fuentes:
Catálogo
Bio-Bibliográfico de los religiosos Agustinos de la Provincia del Santísimo
Nombre de Jesús de las Islas Filipinas desde fundación hasta nuestros días.
Autor: Elviro J. Pérez.
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