jueves, 13 de octubre de 2016

D. FRANCISCO DIEGO DE GÜEVARA


Gravado de Urrabieta-Rico publicado en la revista Museo Universal de 1868. Representa la ruina de lo que probablemente fuera la portería del Convento de San Angustín de Salamanca


El Iltmo Sr. D. Francisco Diego de Güevara, este insigne religioso nació en la villa de Baeza de  ilustre y noble ascendencia. 

Con decidida vocación para el claustro, de pronto abandonó los placeres y vanidades con que el mundo le brindara, para vestir el tosco sayal del ermitaño en el Convento de San Agustín de Salamanca, por aquel entonces plantel de sabios y santos.

Ruinas de San Agustín



Ignoramos las causas que le dieron a ingresar en esta apostólica Provincia de Filipinas, así como también los datos necesarios para formarnos idea exacta de su vida en los primeros años de su estancia en el citado convento pero a juzgar por lo que de él sabemos, después de pasar a éstas Islas, bien podemos decir, sin temor a equivocarnos, que fue desde un principio modelo de religiosos y preciado ornamento de la Orden Agustiniana.




Era el año 1593, cuando arribaba a la ciudad de Legazpi en compañía de 24 misioneros, y a los dos años era ya Subprior y Procurador en Manila (Mayor 1595).

Primera imagen que se conoce de Manila (Museo Julio Bello y González-Puebla, México).



Con posterioridad cogió rumbo hacia las costas de Japón, donde después de convertir a numerosas personas a la fé católica, con su elocuencia y ejemplo de fé, y tras perder cuanto tenía, volvió a Manila con el P. Juan Tamayo, su compañero de viaje, donde fundaría el grandioso convento de Bugo.

Felipe III


Pocos días le duró el gozo del retiro y soledad en la nueva fundación, porque sofocada la intentona de los chinos, ocurrida en Manila el 1603, en la que tanto se distinguieron nuestros religiosos, fue enviado a la Corte de España a fin de dar cuenta de lo sucedido  a S.M. el Rey, recibiendo a la vez el nombramiento de Definidor del Capítulo General y Procurador en ambas curias.

Portador de estos títulos, emprendió viaje con P. Diego Oribe, pasando por Malaca, Goa, Basora, Armenia, Arabia, Alepo, Candfa, Liorna y Roma, de donde después de presentar a S.S. Clemente VIII una extensa y minuciosa relación de las cristiandades de estas Islas y del Japón, pasó a la Capital de España para evacuar los asuntos de la Corte.





Tres años permaneció en S. Felipe el Real.

Tan grandes fueron los servicios prestados en beneficio de la Iglesia y del Estado Español, que no podían quedar sin galardón, por lo que S. M. Católica le propuso para el Obispado de Nueva Cáceres, del que tomó posesión, una vez recibidas las Bulas Pontificias y consagración episcopal.


Gobernó la citada Diócesis desde 1616 al 1621, en que murió.

Escribió varias Actas llenas de sabiduría y prudencia.


Fuentes:
Catálogo Bio-Bibliográfico de los religiosos Agustinos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas desde fundación hasta nuestros días. Autor: Elviro J. Pérez.


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