Baeza, como ciudad
fronteriza, fue tierra de hidalgos desde su conquista. En el Alcázar de Baeza figuraban los escudos
y nombres de los trescientos hidalgos que por mandato del Rey Fernando fueron
colocados en memoria por su contribución a la reconquista de esta bella ciudad.
Muchos de estos
ilustres hidalgos la poblaron. Eran gente guerrera, organizados en torno a
cofradías, como la de los Doscientos Ballesteros del Señor Santiago, famosa por
sus proezas.
Con el tiempo,
terminaron las guerras contra los moros y los valores de la hidalguía fueron
desapareciendo. No así sucedió con los intereses, privilegios y prestigio
social que tal nobleza tenía. Pero como todo, el tiempo también cambió la
situación de muchos estos ilustres hidalgos y muchos empobrecieron, otros
buscaron mejor fortuna en la explotación de la tierra, en la emigración hacia
América, en el ingreso de órdenes
religiosas o en el servicio de armas.
Lamentablemente Baeza
vino también a menos, a la par que lo hacía el Reino de Jáen, pero el espíritu
de hidalguía permaneció en la ciudad y era manifiesto en la vida cotidiana y en
hechos ostentosos, como la creación de la Real Sociedad de Verdaderos Patricios
de Baeza y Reino de Jaén en 1774.
Uno de estos ilustres
hidalgos, quizás el último, fue MIGUEL RODRIGUEZA (Archivo Diputación
Provincial de Jaén Legajo 2759/45), Capitán del Regimiento de Dragones,
retirado con el grado de teniente coronel.
Dragones de Villaviciosa 1815 |
D. Miguel Rodríguez
nación en Baeza en 1754 y había servido en el regimiento de Dragones de Villaviciosa,
con el que había batido en numerosísimos combates. Su vida militar fue
realmente intensa.
No perdió ninguna de
las guerras de la época.
Carlos III |
El inicio de su
carrera militar se inicia durante el reinado de Carlos III en el que se
dedicaron grandes energías en rehacer el poder militar español.
LÁMINA vista de gibraltar durante el asedio 1780 |
Sitio de Gibraltar 1781. Baterías flotantes |
Aprovechando la Guerra
de Independencia de los EEUU, España y Francia se unieron para acosar a
Inglaterra tanto en las colonias como en Europa. Miguel Rodríguez fue enviado a
Gibraltar y bloqueó esta plaza desde el tres de agosto de 1782 hasta que se
hizo la paz al año siguiente, sin poder conquistarla.
Carlos IV |
A la muerte de Carlos III,
le sucedió en el reino su hijo, Carlos IV, ocupando el trono a finales de 1788.
Tras estallar la
revolución francesa en 1789, puso al ejército español de nuevo en alerta. La
ejecución del rey francés Luis XVI fue el detonante para la intervención de las
potencias extranjeras en territorio francés, entre ellas España, la cual estaba
regida por aquellos tiempos por Godoy. Nuestro hidalgo, a las órdenes del
general Ricardos, fue enrolado en el ejército del Rosellón, en el que
permaneció desde el 15 de mayo al 1 de octubre de 1793, periodo en el que las
tropas españolas alcanzaron algunas victorias.
En 1801, Miguel
Rodríguez servía de sargento de Granaderos y ya se encontraba embarcado en otra
guerra “la de las naranjas”, esta vez contra Portugal. Allí participó en la toma de Olivencia y
sitio de Campo-Mayor.
Con independencia de
las guerras en las que participó, Miguel Rodríguez también participaba
periódicamente en la persecución de cuadrilla de bandidos, contrabandistas y
malhechores.
Godoy |
En 1805 Godoy firmó
una alianza con Napoleón, y como consecuencia formó parte de las tropas
españolas que participaron en la política militar expansionista del emperador.
Junto a los soldados españoles,
partió de Etruria y, atravesando los reinos de Italia, Baviera, Sajonia, Prusia
y norte de Alemania, pasó a la Pomerania Sueca, donde se incorporó en el
ejército de Observación, al mando del mariscal del imperio francés Brunné.
Asistió al sitio de la Plaza de Stralsund, ciudad al noreste de Alemania y
participó en diferentes acciones de armas, particularmente el día 6 de agosto
de 1807.
De allí, pasó a
Dinamarca y también participó en su invasión (1808), permaneciendo después para
la defensa de sus costas.
Mientras tanto, en
España tenían lugar diversos acontecimientos que desembocarían en el
levantamiento de mayo de 1808: los sucesos de Aranjuez, la destitución de
Godoy, la abdicación de Carlos IV y la intervención de Napoleón contra la
cesión de la corona de su hermano José Bonaparte.
Estos hechos
propiciaron que el ejército español se sublevara contra los franceses y Miguel Rodríguez
tomó las armas y bajo la bandera de la “libertad y la independencia de su
patria” proclamó como rey a Fernando VII, iniciando una “gloriosa retirada”
desde Dinamarca hacia España.
Rodeado de franceses y
sus aliados, atravesó las islas de Fionia y Fasinge, llegando el 11 de octubre
de 1808 al puerto de Santander.
Por esta acción, por
su valor, lealtad y patriotismo, la Suprema Junta Central en nombre del rey
Fernando VII le concedió un escudo de distinción en el pecho, que llevaba una
estrella polar y el lema “Mi patria es mi Norte”.
Con su regimiento y
sin caballo, Miguel Rodríguez atravesó toda la Península hasta unirse al
ejército de Extremadura, con el que permaneció desde el 30 de marzo de 1809
hasta fin de enero. El 26 de julio asistió a la acción de Alcabón, el 27
sostuvo la retirada de la vanguardia del ejército inglés y entre el 27 y 28m
combatió en la batalla de Talavera.
LA BATALLA DE TALAVERA - 1809 |
En la batalla de
Talavera, Miguel Rodríguez cayó del caballo, perdió la dentadura y recibió
heridas en el pecho, que posteriormente le inhabilitarían para el servicio de
las armas.
En 1811 tenía 57 años
y fue jubilado con el grado de Teniente Coronel. No obstante, desempeñó las
funciones de sargento mayor interino en su regimiento desde el mes de febrero
de 1811 hasta fin de junio de 1812, en que se vio obligado a dejar el regimiento
después de más de 40 años dedicado a la carrera de las armas.
Desde su empleo de
soldado en 1770, había ido ascendiendo gradualmente: granadero, cabo, sargento,
alférez, teniente, ayudante, capitán… , hasta llegar a teniente coronel en el
año 1808.
Tras la ofensiva
hispano-inglesa y la retirada de las tropas francesas de España, Miguel Rodríguez
volvió a Baeza, su tierra natal.
Pese a los muchos años
de servicio y condecoraciones recibidas, intentó buscar su subsistencia en los
premios patrióticos que prometía el decreto liberal de 4 de enero de 1813, el
cual autorizaba a entregar suertes de tierras de propios municipales, siempre
deficitarios; por lo que despachó al esforzado guerrero con táctica burocrática
(o sea, enviándolo a otra ventanilla). Su petición, según el artículo 41 del
decreto señalado, debía de verse en la Diputación de la Provincia y, desde
allí, enviarla a las Cortes.
No sabemos si aquel
hidalgo tan ilustre y condecorado, pudo conseguir un retiro digno en su tierra
natal de Baeza.
Fuente:
Crónica de la Cena
Jocosa de 2000. Asociación de Amigos de San Antón. Jaén. 2001 (Juan Antonio
López Cordero
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