sábado, 25 de junio de 2016

EL MARTIRIO DE SAN VICTOR, ALEJANDRO Y MARIANO EN BAEZA








En tiempos del Rey Moro Tarif, el Ilustrísimo Señor don Rodrigo de Acuña Arzobispo de Lisboa, escribió sobre el martirio sufrido por el Obispo de Baeza San Víctor diciendo: Baeza, ciudad del Rey de Castilla era como un anfiteatro donde se daban las mayores crueldades. Nos relata que apresado el Obispo fue degollado junto a Alejandro y Mariano,  delante de las puertas de Palacio, como era costumbre en los moros de la época. Esto sucedió  el 17 de octubre del 743 durante el pontificado de Zacarias y del imperio de los árabes en España.


 fue el papa n.º 91 de la Iglesia católica (741-752), venerado como santo.



Este martirio sufrido por los santos Victor, Alejandro y Mariano, nos lo relata también el Arcipreste de Santa (Iufta): “ Aliquantó priús, feilicet decimo fexto Kalendas Novembris Beatia, que Beatia, nune Baeza, fantus Victor Epifcopus BIATIENSIS, Alexander y Marianus Martyres conciues”.

Sabemos que San Victor fue Monje y Abad del Monasterio de Miranda,  ocupando la silla obispal de Braga (Portugal), teniendo por compañeros a los Santos Alejandro y Mariano, los cuales pertenecían al mismo monasterio.





Estando en Braga, tuvo conocimiento del estado en el que se encontraba la ciudad de Baeza en posesión de los moros,  por lo que acompañado de sus dos fieles amigos se dirigió allí, empujando a los cristianos a pelear contra los moros y dar su vida por la Fé cristiana. Allí fue apresado, encarcelado, sufrió todo tipo de tormentos y finalmente le dieron muerte como hemos descrito anteriormente.




Los cuerpos de dichos Santos fueron descubiertos posteriormente en el año 1643.

D. Francisco de Aranda, vecino de Úbeda, estaba trabajando en Baeza en su Santuario cuando se encontró unas reliquias. Al llegar la noche y hallándose rezando agradeciendo el haber descubierto tales reliquias, se le apareció un rostro el cual iba vestido como un obispo. El rostro tenía el pelo cano, con barba larga y extendida por el pecho. Lejos de sentir temor por dicha aparición, éste se le aproximó y permaneció delante de él más de un cuarto de hora sin pronunciar palabra alguna. Sintiéndose intimidado por aquel rostro, lo tapó con sus manos diciendo: “No soy digno de tan gran favor” y cayendo al suelo, pasó toda la noche rezando a San Víctor.


1 comentario:

  1. Magnífico blog, me encanta. Por cierto, de donde es la fotografía primera que acompaña el artículo EL MARTIRIO DE SAN VICTOR, foto publicada justo debajo del título y se ve una luz en una habitación con varias cruces colgadas en las paredes? Gracias. Jaime

    ResponderEliminar

Al Bayyasi el último emir árabe que tuvo Andújar

al-Bayyasi ayudó a Fernando III a tomar algunas localidades giennenses como Montejícar, Pegalajar o Mengibar. Pero antes de abandona...