Mucho a sido lo que se
ha escrito y publicado sobre el desastre de Cuba, pero en este caso, nos vamos
a centrar en el destino de aquellos soldados cuando regresaron a España y en
especial, a nuestros Baezanos.
Entre 1895 y 1898,
España realizó uno de los mayores esfuerzos bélicos de cuantos había afrontado
hasta el momento una potencia colonial. Para defender sus últimas posesiones de
ultramar envió a Cuba y a Filipinas alrededor de 220.000 soldados.
Más de la mitad murieron,
pero sólo unos 10.000 perdieron la vida frente al enemigo o a consecuencia de
sus heridas. Se estima que unos 100.000 perdieron la vida a causa de
enfermedades como la fiebre amarilla, el paludismo, la disentería y la tuberculosis.
Otros muchos murieron
durante la repatriación, realizado en condiciones lamentables o poco después de
haber llegado a España.
Podemos considerar que
fue una catástrofe en toda regla. Los soldados que marcharon para cumplir con
el servicio militar obligatorio tenía una edad media de 21 años y todos ellos
eran de condición humilde, ya que aquellos que tenían dinero se libraban de ir
a la mili y por lo tanto, de morir en el campo de batalla. Bastaba con pagar 2.000
pesetas y quedabas exento.
La población civil andaluza
fue muy sensible a esta dramática situación. Así lo demuestran los cinco
ensayos reunidos: Córdoba, Granada, Cádiz, el Puerto de Santa María y Baeza.
“Lo que nosotros vimos
no fueron cien soldados, sino cien cadáveres en el más lastimoso estado”. Con
estas palaBras retrataba El Diario Católico la llegada a Jaén de un centenar de
soldados repatriados de cuba el 29 de septiembre de 1898.
Ante este desolador
panorama, la localidad de Baeza reaccionó con prontitud.
Para el Ayuntamiento
de Baeza, la cuestión de repatriarlos fue primordial. Ni las instituciones ni
la población baezana los abandonó a su suerte (destaca el investigador Ignacio
Montoro Fernández)
Antiguo Convento del Carmen |
Los baezanos
protagonizaron protestas y recaudaron fondos para ayudar a los soldados. Este cuartel, sito en la calle Ancha y perteneciente al Concejo de
Baeza, estaba desocupado y se había decidido su cesión para albergar a pobres,
pero a raíz de una comunicación del Capitán General de la Región, del 8 de
septiembre de 1898, se pide que se acondicionen lugares para atender a soldados
repatriados de la Guerra de Cuba.
Lo curioso de es que
antes de este llamamiento, el consistorio baezano ya había preparado un
presupuesto para reparar el edificio del Carmen. Concretamente el 28 de julio
de 1898 aparece en el presupuesto municipal ordinario del ejercicio 1898-99:
“Expediente instruido
para llevar a cabo una transferencia de crédito al objeto de poder atender el
gasto que han de ocasionar las obras de reparación del Edificio del Carmen,
propio de este Ayuntamiento, cedido al gobierno de su Magestad para albergar
las fuerzas enfermas que regresen de Cuba y Puerto Rico”.
Se sabe que se asignó
un presupuesto para su acondicionamiento de 5.342 pesetas y 75 céntimos.
Sin embargo, y a pesar
de las múltiples vicisitudes y problemas que tuvo el Ayuntamiento de Baeza para
poder acondicionar el Cuartel del Carmen, las esperanzas de hospedar allí a ese
contingente se trunca poco después. El 31 de diciembre se recibe una
comunicación del Capitán General de Sevilla en que muestra la imposibilidad de
albergar en esta ciudad a los repatriados, al encontrarse muy lejos de la vía
férrea ( algo sorprendente, pues la Estación de Baeza está a pocos kilómetros y
se encuentra bien comunicada con la ciudad).
El Ayuntamiento
contestó diciendo: “…..El Ayuntamiento manifiesto quedar enterado, dándose por
satisfecho del grato recuerdo que se le dispensa en el indicado oficio y
lamentando las circunstancias que privan a esta localidad de poder albergar en
su seno a los héroes que derramaron su sangre en el campo del honor”.
Se tiene conocimiento
que en 1898, los gastos de soldados enfermos en el Hospital de la Purísima
Concepción van a ir aumentando mucho, al ocuparse de militares procedentes de
Cuba.
La presión fiscal
sobre los ciudadanos de Baeza y españoles en general por culpa de esta guerra fue
tremenda. Se recargó un 50% sobre el impuesto de cédulas personales; se
impondrá un nuevo impuesto sobre el alumbrado eléctrico, gas y petróleo, con lo
que se calcula se iban a recaudar 7.000.000 de pesetas, y además se pedirá un
anticipo de un año del impuesto de la contribución, que será reintegrado en los
próximos diez.
Sin embargo, la mayor
preocupación de los baezanos y sus clases bajas, fue la subida de los precios
de los alimentos de primera necesidad y la escasez de abastecimientos.
Se producen
movilizaciones en diversas ciudades andaluzas, entre ellas Baeza, destacando
los llamados “motines de mayo”, de especial relevancia en la provincia de Jaén,
en los que se unen los motivos de la guerra y la mala situación de las clases
bajas de la sociedad para obligar al gobernador civil de la provincia a
declarar el “Estado de Excepción”.
La participación de la
población baezana en este conflicto no se limitó a contribuir económicamente
mediante suscripciones y al socorro de los repatriados, sino que también se
movilizó mediante manifestaciones y otros actos públicos que servían para dejar
bien claro su rechazo hacia los invasores estadounidenses y su apoyo a la
patria, aunque no tanto hacia sus dirigentes.
También se hace mención de la inestimable colaboración en la repatriación y cuidado de los enfermos de Cruz Roja, y Baeza no era ajena tampoco a esta cuestión creándose la primera Asamblea de Cruz Roja en esta localidad en el año 1895.
Acta fundacional de Cruz Roja de Baeza |
Fuentes:
Baeza y el desastre
del 98. Ignacio Antonio Montoro Fernández. Ldo. Historia.Profesor EE.SS.
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