Esta talla románica
que acompañó a las tropas de Alfonso VII en la Reconquista se convirtió en
patrona de la ciudad de Baeza.
En su efímera ocupación
de la ciudad fue guardada bajo tierra y cubierta por una campana llamada la
Beltrana ( por ser grande y pesada para llevarla).
Tras la reconquista de
la ciudad de Baeza en 1227, se produjo el milagro del hallazgo de la imagen en
el alcázar tras lo cual ese lugar, donde había existido una primitiva mezquita,
se convirtió en parroquia de Santa Ana, llamada luego de Santa María y en 1401
designada ya Colegiata por el Obispo Fernández de Naváez tomó el título de
Nuestra Señora del Alcázar.
En 1643 se nos relata
un hecho milagroso que no dudaron atribuir a la Virgen del Alcázar aunque hasta
nuestros días, pocos han oído esta historia.
Ocurrió en la Casa del
Baltasar Carvallo (albañil), cerca del Monasterio de la Encarnación de
religiosas Carmelitas Descalzas.
Su hijo
cayó a un pozo profundo y a pesar de varios intentos de la gente que tiraba de
la soga para subirlo y sacarlo en un cubo, volvía al fondo.
Cuando su padre bajó a
rescatarlo, el niño contó que una Señora vestida de blanco lo sostuvo y ayudó
para mantenerlo a flote.
Todos reconocieron que
había sido la Virgen del Alcázar, a quien la madre del niño había invocado.
Así se nos relata F.
Rus Puerta en su “Historia eclesiástica del reino y obispado de Jaén”.
Imagen actual. Fotografía de Pedro Narváez |
Fuentes:
https://revistas.ucm.es/index.php/ELEM/article/viewFile/41427/39539
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