Claustro del Monasterio de San Martín Pinario |
El Monasterio de San
Martín Pinario es un monasterio benedictino fundado en el siglo X situado en la
ciudad gallega de Santiago de Compostela, en la provincia de La Coruña, en
España.
Actualmente es el
Seminario Mayor de la archidiócesis compostelana, sede de la Escuela
Universitaria de Trabajo Social, centro adscrito a la Universidad de Santiago
de Compostela, así como la sede del Instituto Teológico Compostelano. En el
también se encuentra el Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela.
El monasterio cuenta
con dos claustros. El más grande fue construido en 1636 por Bartolomé Fernández
Lechuga (el autor del crucero de la iglesia), y continuado por José de Peña de
Toro y Fernando de Casas y Novoa, quien lo terminó en 1743.
Fue considerado como
el artífice indiscutible del desarrollo del clasicismo santiagués que, en
opinión de Bonet, propició el afianzamiento de este lenguaje, retrasando con
ello el advenimiento del barroco.
Interior de la Iglesia de San Martín Pinario |
De todas las obras contratadas por este arquitecto, su gran proyecto y el que mejor conocemos fue la iglesia del monasterio de San Martín Pinario, que nunca llegó a ver terminada pero en la que trabajó desde 1590 hasta 1603.
En estos últimos años,
esta obra fue objeto de una profunda revisión a raíz de la elaboración de un
plan director, que ha reportado novedades significativas.
Fernández Lechuga
sorprendió por su manera de trabajar, por la claridad con la que redactaba los
contratos, por la colección de trazas que acompañaba a los textos y por la
rapidez en la ejecución de las obras, que le aseguraron la confianza de sus
clientes, por eso no es de extrañar que Domingo de Andrade en su Nobleza de la
Arquitectura, cite a este arquitecto junto a nombres de la relevancia de
Bernini, Fontana, Pedro de la Torre y Francisco de Herrera y que Llaguno
Amirola se refería a él como “el profesor”.
Para Bonet Correa, la
aportación de Lechuga fue valiosa y decisiva y con su influencia, el clasicismo
ganó carta de continuidad.
También la Universidad
contó con sus servicios, confiándole entre 1636 y 1637 el proyecto del nuevo
Colegio de San Jerónimo que le Claustro preveía trasladar de la Azabachería a
un nuevo emplazamiento en la actual plaza del Obradoiro, junto al Colegio de
Fonseca, cumpliendo así la vieja aspiración de unir ambos colegios.
Fachada del Colegio de San Jerónimo |
Como la falta de
recursos era el principal inconveniente para que este sueño se hiciera realidad,
el rector don Gabriel de la Calle encargó a Bartolomé Fernández Lechuga la
realización de las trazas del nuevo colegio para presentarlas ante el Consejo Real
y así conseguir el respaldo y el apoyo económico imprescindible para ello, pero
éste no llegó. Aún así, las trazas de Lechuga no se desecharon y años mas
tarde, en 1659, cuando la Universidad pudo asumir la construcción del nuevo
edificio, estableció como condición que José de la Peña utilizara el proyecto
anterior. Dichas trazas del arquitecto
baezano se conservan en el Archivo Histórico Universitario de Santiago.
Fuera de Compostela,
intervino en algunos proyectos, el más relevante fue el de la iglesia-panteón
del Convento de las Agustinas Recoletas de Villagarcía de Arosa (Pontevedra)
que el arzobispo don Fernando de Andrade confió al arquitecto para que
construyera en las inmediaciones del pazo que su familia poseía en la villa.
Convento de las Agustinas Recoletas de Villagarcía de Arosa |
También en Villagarcía
es posible atribuirle la reforma de la iglesia parroquial de Santa Eulalia de
Arealonga, que el propio prelado financió.
También trazó en principios
de 1639, la planta y alzado de la colegiata de Santa María Magdalena de la
villa de Cangas de Tineo en el principado de Asturias, por encargo de su
fundador, D. Fernando de Valdés y Llano, que era a la sazón arzobispo de
Granada y presidente del Consejo de Castilla
A finales de verano de
1637, cuando Fernández Lechuga estaba inmerso en una frenética actividad, llegó
a Santiago la noticia de que Francisco de Potes, el maestro de obras de la
Alhambra había muerto.
Esta noticia sin duda
despertó su deseo de regresar a tierras andaluzas con intención de ocupar su
puesto y así sucedió, pues fué nombrado Maestro de Obras de la Alhambra de Grandada por real cédula de
31 de diciembre de 1637.
Durante los últimos
años de su vida, toda su actividad parece haber estado ligada a la fábrica de
los Palacios de la Alhambra, con una única salvedad, del proyecto que elaboró
por encargo del entonces arzobispo de Granada, don Fernando Valdés y Llanos,
para construir una iglesia en la Villa de Cangas de Narcea (Asturias), que
sirviera de panteón para él y toda su familia.
Había hecho antes el
plan y alzado de un tercer piso, torres y escalera para el palacio de Carlos V,
que está en la misma Alhambra.
El 13 de diciembre de
1644, Bartolomé Fernández fallece en su casa de la Alhambra, rodeado de su
familia.
Contaba con sólo 50
años de edad, pero su huella había quedado impresa en el mundo de la
arquitectura, como años más tarde reconoció Domingo de Andrade en la
introducción de su tratado “Excelencias, antigüedad y nobleza de la
arquitectura” (1895).
Fuentes:
Noticias de los
Arquitectos y Arquitectura de España desde su restauración. Autor: D. Juan
Agustín Cean-Bermúdez. Año 1829
El tapiz humanista:
actas del I Curso de Primavera IV Centenario del Quijote ...
editado por Ana Goy
Diz,Cristina Patiño Eirín
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