Debe su traza (1748) a
J. de la Barrera.
Su hermoso retablo barroco fue dorado por Francisco Gómez de
Espinosa en 1761.
Un bello crucifijo
preside centrado en el ático del retablo.
Este retablo sigue un
orden estructural parecido al del altar mayor: un cuerpo de tres calles y ático
con arco de cerramiento, pero aparte de sus menores dimensiones, hay detalles
que lo diferencial de aquél.
El primer cuerpo,
coronado por el Corazón de María, está ocupado en casi todo su recuadro central
por un magnífico manifestador, con cuatro estípites o columnas de tipo
prismático, recargados de tallas sin calar y muy acusadas; se recubre por una
semicúpula con tres medallones, rematada por un amplio florón que se entiende
abiertamente, dejando espacios libres en la parte alta que se rellenan, a uno y
otro lado, con un manojo de espigas y unos racimos, respectivamente, entre
tallos foliados.
Bajo la hornacina
principal del manifestador se halla el Sagrario, su puerta de medio punto está
tallada con un relieve del Sagrado Corazón.
Esta parte céntrica del primer
cuerpo esta enmarcada por pilastras sin relieve apenas, recorridas por
capiteles que, volados sobre ménsulas, tienen volutas retorcidas hacia arriba.
Se continúan en el
cuerpo superior por pilastrillas de distinta ornamentación y sin capiteles.
La parte exterior, en
vez de pilastras, lleva grandes estípites, cuyas líneas se rompen en
delicadísimos calados, coronados por capiteles compuestos.
Entre pilastra y
estípite hay una repisa sin imagen y, por encima de ésta, un espejo encuadrado.
El segundo cuerpo,
coronado por el Sagrado Corazón de Jesús, muestra cierta plenitud y está más
sobriamente tallado.
En su centro aparece
un Cristo crucificado promitivo, con paño de pureza blanco bordado en oro,
problablemente del siglo XIV, transición entre románico y gótico, está
escoltado por dos pilares con flores policromadas en la decoración del fuste.
Los retablos laterales
de la capilla son de menos mérito, aunque el de la Epístola conserva en su arco
algunas pinturas al fresco con carácter decorativo.
También se conservan algunos
frescos en la bóveda de media naranja, adornada con un plafón.
En las pechinas están
pintadas las imágenes, casi idénticas entre sí, de un serafín con incensario y
naveta en las manos, incensando en dirección al Sagrario.
En el interior de la
entrada, dos lienzos interesantes del siglo XVIII; uno con la imagen de los
deposorios de la Vírgen, en marco negro con tallas doradas y el otro, de la
serie de la vida de José, mostrando la presentación a Jacob.
En cambio, son
seriadas tanto las imágenes de San José con el Niño, como la de la Inmaculada
(procedente de la capilla del Seminario), colocadas sobre repisas hechas con
restos del coro.
Encima de la entrada
de esta Capilla destaca un óleo representando una Piedad del siglo XVII.
A los lados, dos
pequeños lienzos, uno de la Virgen con el Niño y otro del Ecce Homo, ambos en
barcos de madera policromada con motivos florales.
La Reja es de estilo
plateresco, con un escudo de los Vargas, delata el taller del Maestro
Bartolomé, aunque este extremo está sin documentar.
Fue pintada por
Bernabé Bautista, según consta y mide 3.20m.
Fuente y texto:
Baeza Histórica y documental. Autor Juan Cruz CRuz
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