Tanto la fábrica de la
Capilla como las pilastras y la escalinata son obra de Villapando, según
documentación existente.
La mesa del altar es
barroca, de madera dorada, con un corazón traspasado por una daga-el emblema de
maría- en su parte frontal; procede de la capilla del Sagrario de la Parroquia
de San Andrés.
Siguiendo la
descripción desde abajo, e indicando antes las imágenes de la zona del
Evangelio que las de la Epístola, encontramos entre los pedestales dos tablas
de forma ovalada (60x40) que representan respectivamente a San Juan Bautista y
a San Juan Evangelista.
Por encima en la parte
inferior de los intercolumpios, se insertan dos hornacinas con las tallas de
madera policromada en tamaño natural de San Pedro y San Pablo realizadas en el
año 1677;
y en la superior, dos tablas con las efigies de Santiago y San Eufrasio (Primer Obispo y Patrono de la diócesis).
y en la superior, dos tablas con las efigies de Santiago y San Eufrasio (Primer Obispo y Patrono de la diócesis).
El templete central,
se compone de dos cuerpos menores, separados por una balaustrada: esta dedicado
el superior a hornacina de la Virgen de los Mártires, del siglo XVII con cúpula
sostenida por cuatro columnillas salomónicas
Virgen de los Mártires |
El inferior, que cubre
el manifestador, incluye la arqueta plateresca, de forma prismática, que guarda
los restos del obispo San Pedro Pascual, martirizado por los moros de Granada
en 1300.
Fue en 1734 cuando
Juan José Barrera introdujo la urna de San Pedro Pascual y realizó el
espléndido edículo eucarístico.
El manifestador está
flanqueado por dos pilares y dos columnas corintias; en su estructura resaltan
seis columnas balaustradas y dos semicolumnas adosadas a cada lado.
Sobre la balaustrada
del manifestador, seis tallas de santos alrededor de una cúpula, coronada por
la imagen del Cristo.
La parte exterior del
manifestador se apoya en cuatro columnillas salomónicas que enmarcan el bello
Sagrario (1677) obra de Antonio de Bago.
El segundo cuerpo o
ático fue hecho por el escultor M.Antonio Sánchez, quien realizó también la
imagen de Nuestra Señora, varios ángeles y San Miguel.
La planta de este segundo cuerpo fue realizada por Antonio de Bago. Se concluyó en 1677.
La planta de este segundo cuerpo fue realizada por Antonio de Bago. Se concluyó en 1677.
A las columnas
externas del cuerpo principal responden en este ático dos florones; en cambio,
las interiores se continúan por salomónicas más delgadas, entre las que se abre
una hornacina que encierra una escultura de gran tamaño de San Andrés, patrono
de Baeza.
Fue decorado en su
totalidad por el artista ubetense Francisco Gómez de Espinosa, a partir de
1741.
El aspecto que muestra
responde pues, a las estructuras arquitectónicas del retablo barroco, matizadas
por la introducción del edículo eucarístico, obra de Juan José Barrera.
El manifestador es
una pieza bella e importante dentro del conjunto del retablo.
Su capilla central, sustentada por tres columnitas corintias a cada lado (actualmente faltan las anteriores), se cierra con una cúpula sobre cuya linterna se yergue una estatua menuda y bien tallada, de la Asunción de la Virgen, y sobre la balaustrada que delimita la cúpula y en correspondencia con las columnas corintias, surgen seis menudas tallas, también muy cuidadas, de las que las dos primeras representan los apóstoles San Pedro y San Juan, hoy faltos de atributos.
A ambos lados de la capilla, el manifestador se amplía con dos hornacinas de un barroco sumamente sencillo y elegante, cuyas imágenes de San Rafael y San Miguel, desaparecieron durante la guerra civil.
Su capilla central, sustentada por tres columnitas corintias a cada lado (actualmente faltan las anteriores), se cierra con una cúpula sobre cuya linterna se yergue una estatua menuda y bien tallada, de la Asunción de la Virgen, y sobre la balaustrada que delimita la cúpula y en correspondencia con las columnas corintias, surgen seis menudas tallas, también muy cuidadas, de las que las dos primeras representan los apóstoles San Pedro y San Juan, hoy faltos de atributos.
A ambos lados de la capilla, el manifestador se amplía con dos hornacinas de un barroco sumamente sencillo y elegante, cuyas imágenes de San Rafael y San Miguel, desaparecieron durante la guerra civil.
Acerca del templete
central, cobijado por arco de medio punto, dice Ulierte que es “lo más
llamativo de la obra… y el más rico de toda la diócesis” (Ulierte, 150)
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