El
rey de Baeza, ,Abd al-Haqq, converso al cristianismo
Los cronistas
musulmanes son, por lo general y como es de esperar, por otra parte, muy
remisos a entrar en detalles acerca de las conversiones de musulmanes al
cristianismo, hecho que se produjo de forma masiva en distintos territorios y
ciudades desde el comienzo del avance castellano en el siglo XI hasta la
definitiva expulsión de los moriscos.
Por ello este texto
tiene más valor, pues nos describe, aunque de forma escueta, la ceremonia en
que ,Abd al-Haqq hizo pública su conversión: Y en él [año 659/1260-1261] se
hizo cristiano (tanassara) al-Suwayyid Abū Zayd, hermano de Abū Dabbūs, en
Sevilla. Alfonso 101 (Alfunš) le cortó la barba con
sus propias manos, lo cubrió con una túnica y lo puso en pie tomándolo de la
cabeza (wa-waqqafa-hu ,alà ra’si-hi) 102.
Cuando hubo vestido la
túnica, subió a una cátedra (kursī) alta, que lo elevaba por encima de la
gente, y entonces dijo: «Yo os declaro a todos los presentes, musulmanes,
cristianos y judíos, que profeso la religión cristiana desde hace cuarenta años
y que, habiéndolo ocultado, ahora me sincero y lo hago público: la religión de
Jesús, hijo de María (al-Masīh b. Maryam) es la religión auténtica». Y Alfonso
habló en su favor cuando los cristianos lo aceptaron jubilosamente en su
religión 103. Año 660 H [1261-1262]. …Y en él
murió en Sevilla al-Suwayyid Abū Zayd, el converso al cristianismo, cuatro
meses después de haberse convertido.
Resulta llamativo que
en este texto, la única manera en que el cronista parece expresar su condena
ante esta acción, que desde luego es un testimonio excepcional dada la
mencionada reticencia de las fuentes andalusíes a dar noticias sobre
conversiones de musulmanes al cristianismo, sea a través del empleo del
diminutivo en el apelativo honorífico de Abū Zayd: al-Suwayyid.
La identificación de
este personaje la podemos completar en otras fuentes, principalmente en la gran
obra de Ibn Jaldūn, al-,Ibar, que señala a ,Abd al-Haqq b. Abī Muhammad
al-Bayyāsī como la cabeza de la comunidad de mudéjares de Sevilla 105.
Que esta información llegara a los musulmanes del norte de África y del resto
de al-Andalus no es de extrañar, puesto que sabemos de personas presentes en
Sevilla hacia la época descrita que bien pudieron presenciar los hechos arriba
mencionados y que, paulatinamente, fueron abandonando la ciudad para pasar a
regiones controladas por los musulmanes donde habrían narrado sus experiencias.
Así, Muhammad b. ‘Alī
b. ‘Abd Allāh b. Muhammad b. al-Hāŷŷ, ingeniero en la corte de los meriníes,
fue hijo de un carpintero «de los mudéjares de Sevilla (min mudaŷŷanī
Išbīliya)», que tras pasar su juventud en la capital hispalense pasó a la corte
meriní, donde tendría ocasión de narrar algunos de los hechos de estos años 106;
en el mismo sentido podemos considerar la noticia referente a ‘Alī al-Dabbāŷ,
que murió ocho días después de la conquista de Sevilla, de pena por no poder
escuchar más la llamada del almuédano y sí el toque de las campanas .
Experiencias vitales
de este tipo sin duda fueron frecuentes y por ello, otras vías de llegada para
las noticias relativas a la conversión de ,Abd al-Haqq al norte de África no
son descartables.
Resulta difícil
considerar que los textos que hemos podido examinar anteriormente, que no
figuraban en la obra de Ibn Abī Zar‘, al-Anīs al-mutrīb bi-rawd al-mi‘tār,
fueran consideradas intrascen-dentes o poco significativas por Ibn Abī Zar‘.
En este caso concreto,
la fuente nos permite documentar la suerte de una figura mítica de la Sevilla
islámica: el rey de Baeza, ‘Abd al-Haqq, primer cadí de los musulmanes de
Sevilla designado por Fernando III y converso al cristianismo en sus últimos
días, según narra, como hemos visto, la anónima crónica magrebí.
La historia de ‘Abd
al-Haqq muestra notables semejanzas con la de otro alcalde de los musulmanes
que vivió circunstancias muy parecidas.
Se trata de al-Waqqašī
de Valencia, uno de los personajes más controvertidos de la historia intelectual
andalusí del siglo XI, cuya ortodoxia y religiosidad fue puesta en duda tanto
durante su vida como tras su muerte, llegando a ser acusado de ateísmo .
Fue cadí de los
musulmanes designado por el Cid y murió en Denia tras abandonar Valencia ,
sin haberse convertido al cristianismo, contrariamente a lo que se desprende
del relato que se reproduce a continuación, carente de toda verosimilitud y que
podría estar basado en la narración de la Ḏajīra
al-saniyya relativa a ,Abd al-Haqq. Como vamos a comprobar enseguida en el
texto, el supuesto al-Waqqašī es presentado como un renegado del islam:
…et veno antel aquel moro alfaqui que el
fiziera alcayde, que auie nombre Alhuacaxi, aquel queb fiziera los viersos en
razon de la çibdat de Valencia. Et este alfaqui Ariel mucho seruido desquel
fiziera alcalde de los moros de Valencia, en asessegarlos et en ayer sus rentas
bien paradas; et era tal en si, et de tan buen entendimiento et de tan buen
seso, et era tan ladino, que semeiaua cristiano; et por esto se pagaua el Çid
del et amaual. Et quando el Çid le vio ante ssi, preguntol que que era lo que
querie; et commo mucho ensennado, finco los indios et besol las manos, et dixo:
«Señor Çid Ruy Diaz, loado sea el nombre de Jhesu Cristo que uso troxo a este
estado, que sodes señor de Valencia, vna de las nobles çibdades dEspanna! Lo
que yo quiero, señor, es esto: fuy natural desta çibdat, et mios auuelos fueron
daqui; et quando era moço pequenno, cautiuaronme los cristianos, et alli apris
fablar tan paladinamente ladino; et muy de grado quisiera yo fincar en tierra
de cristianos et seer cristiano; mas mi padre et mi madre, que eran muy ricos,
quitaronme. Et fizome Dios tanta merced et diome tan sotil engennio que aprendi
toda la leyenda de los moros, et fuy de los onrrados alfaquis que ouo en
Valencia nin de los mas ricos, assi como sabedes, señor; et uos, por la uuestra
merced, fiziestesme alcalde, et dietesme poder sobre todos los moros, yo por
ventura non lo meresçiendo. Agora, sennor, uo cuydando en el mio coraçon que en
que ley biuia, fallo que visque fasta agora en muy grant error, ca todo lo que
Mahomat, el falso engannador, dio por ley a los moros, todo es enganno y
barata. Et por esto, sennor, sennor, conuiertome a la fe de Jhesu Cristo et
quiero seer cristiano et seer en su ley; pidouos por merced que me mandedes
batear et poner qual nombre uso quisieredes, et daqui adelante quiero beuir
connusco… .
El hecho de que en
este singular fragmento de la Estoria de España aparezca la narración de un
hecho acontecido en el s. XIII que contiene trazos que lo asemejan a la
biografía del al-Waqqašī histó- rico, que vivió en el siglo XI, nos muestra
cómo las leyendas, para su cristalización, no necesitan que exista una gran
lejanía entre el hecho real y el inventado.
La aparición de esta
noticia en la Ḏajīra al-saniyya,
habida cuenta su condición de crónica surgida del medio cortesano meriní,
además de la mencionada reticencia de los autores musulmanes a reconocer la
realidad de la adopción del cristianismo por parte de sus correligionarios,
parece servir al propósito de afianzar la legitimidad de los meriníes, que son
presentados así como la mano que pone fin a la dinastía a la que pertenecía el
renegado Abū Zayd. Posiblemente las noticias que aparecen en el Kitāb rawd
al-qirtās de Ibn Abī Zar, y en otras fuentes de la época acerca de la familia
de los Baezanos tuvieran esa misma intención legitimadora de la destitución de
los Banū ,Abd al-Mu’min por parte de los Banū Marīn, tal como se refleja en el
acontecimiento que se trata a continuación, en la persona del último baezano
destacado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario