domingo, 6 de marzo de 2016

LUIS PACHECO DE NARVAEZ Y EL SIGLO DE ORO





Luis Pacheco de Narváez (Baeza, 1570- †Madrid, 1640) fue un noble y militar español, así como figura primordial de la escuela de esgrima española denominada Verdadera Destreza.


Nacido en Baeza, cursó la carrera de las armas, llegando a ser sargento mayor en las islas Canarias, más concretamente en Fuerteventura y Lanzarote.





En 1624, se convierte en maestro mayor de esgrima de Felipe IV. Tal cargo llevaba aparejada la potestad de ser el examinador de los postulantes a ser maestros en el arte de manejar la espada, así como Maestro Mayor del Reino. 1624, fue nombrado por el rey, Maestro mayor de Armas del reino de España

















Inspirado por Carranza, escribe hasta once tratados sobre esgrima, siendo el más conocido y popular el “Libro de las grandezas de la espada en que se declaran muchos secretos del que compuso el comendador Jerónimo de Carranza” (año 1600). 












En la misma temática tiene “Las Cien conclusiones o formas de saber de la verdadera detreza” (1608), “Al duque de Cea” (1618), “Modo fácil y nuevo para examinarse los maestros en la destreza de las armas” (1625), “Engaño y desengaño de los errores que se han querido introducir en la destreza de las armas” (1635), “Advertencias para la enseñanza de la filosofía y destreza de las armas así a pie como a caballo” (1639), aparece como obra póstuma “Nueva Ciencia y Filosofía de la destreza de las armas” (1672).





 

Estaba considerado como una de las mejores espadas de Europa, y su nombre era sinónimo de buen esgrimidor.






El trabajo realizado por Luis Pacheco de Narváez presenta todo un sistema conceptual y metodológico, denominado Verdadera Destreza, recogido de forma fehaciente y perfectamente explicado en los textos de la época, pero además se constituye en un auténtico camino para el desarrollo personal del esgrimidor.







El corpus terminológico y conceptual asociado a las acciones prácticas que constituyen la teoría de la esgrima, su sistema teórico mediante el que se explican todas las acciones y toda la realidad presente en un combate con espadas es lo que denominamos Ciencia.



La acepción Ciencia no tiene aquí el sentido por el que hoy en día es más conocida, sino el sentido que se le atribuía en la época que estudiamos: el de un cuerpo de conocimientos ordenados y dotados de una coherencia interna, en este caso aquellos que se utilizan para explicar lo que ocurre en la frase de armas.






Quevedo es seguramente el autor más popular del siglo de Oro, por delante incluso de Cervantes y Lope de Vega; y esto se debe en buena a medida a que el imaginario popular siempre disfrutó imaginándolo espadachín y fanfarrón, a la vez hábil con la palabra y con la espada. Dicha imagen se construyó solo y exclusivamente sobre las anécdotas que el abad Juan Pablo de Tarsia, recogió en su panegírico sobre el poeta castellano, y a partir de ahí los apasionados de Quevedo la difundieron no sin cierta falta de perspectiva. La más relevante de ellas es la que se refiere a su disputa con el maestro de armas D. Luis Pacheco de Narváez en la que, según Tarsia, este fue vencido con la espada por el poeta. Sobre esta falsa afirmación la tradición ha construido la idea de que Quevedo era hábil con la espada, atribuyéndole al maestro de armas todo tipo de características negativas, que se contraponen con el simpático calavera, que es Quevedo. Pero la verdad, es otra.

Sin embargo la falsa anécdota con Quevedo ha creado una imagen del maestro de armas extremadamente negativa que no se corresponde en absoluto con lo que este fue a tenor de lo que podemos leer, y ha servido de excusa para que autores extranjeros y nacionales vilipendien no solo al personaje sino al método que desarrolló. Y así resulta que el método teórico para el estudio y análisis del combate con armas blancas más perfecto jamás creado, acaba siendo menospreciado y etiquetado como “demasiado complicado” o “absurdamente matemático” y la anécdota – junto con la den Buscón - traída como argumento para apoyar dicha afirmación.

En 1636 el pachequista portugués Francisco de Abreu y el carrancista sevillano licenciado Miguel Sanchez del Hierro tras encontrarse en Sevilla, mantuvieron una interesante correspondencia sobre la afición que les unía; y el portugués acaba escribiendo una larguísima carta en defensa del método de Pacheco ante la renuencia del sevillano a reconocer que el inventor de la Verdadera Destreza es Pacheco de Narváez y no Carranza.

Como es sabido es esa época de guerra civil en el seno de Verdadera Destreza entre los partidarios de la teoría de Carranza, capitaneada por el ecijano Mendez de Carmona, y la pachequista, que el baezano como maestro mayor había impuesto en todo el reino. Los encendidos debates condujeron, a veces, incluso a duelos entre los partidarios de uno y otro bando, o como en este caso a una larga correspondencia por escrito.

Es decir aunque no comparte con  Abreu la opinión de que Pacheco es el inventor de la Destreza, no puede negar el hecho cierto y conocido de que Pacheco de Narváez nunca fue vencido.




Fuentes: Asociación Española de Esgrima Antigua

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