jueves, 17 de marzo de 2016

HISTORIA SEMANA SANTA DE BAEZA


La primera referencia a una devoción pasionista corporativa en la ciudad nos habla de la fundación de la hermandad del Cristo de La Yedra (crucificado proveniente del convento de S. Francisco) por el obispo R. Fernández de Narváez  en 1411, hace seis siglos.

Sin embargo, la primera corporación plenamente penitencial sería la cofradía de la Vera+Cruz, establecida también en la casa franciscana hacia 1540, con estatutos confirmados por el ordinario diocesano en 1555 y que realizaba estación de penitencia en la tarde del Jueves Santo. 




Esta fundación marca el inicio de la primera etapa en la historia de las corporaciones semanasanteras de la ciudad (más o menos coincidente con el período en que se celebran las sesiones del Concilio de Trento)y que se extiende a través de las siguientes fundaciones:

  • Las Angustias, probablemente en el convento de Mínimos de la Victoria entre 1550 y 1551, y que haría procesión el Viernes Santo por la tarde;
  • La Soledad de Santo Domingo (1550, denominada Sto Sepulcro desde mediados del s. XIX) que llevaría a cabo su procesión penitencial el Viernes Santo por la noche;
  • Ntra Sra de La Cabeza, hermandad de gloria fundada en el convento de La Merced en 1553 y que procesionaría el Domingo de Resurección.
  • La Humildad, establecida en la Trinidad Descalza en 1563 (coincidiendo con el final del concilio de Trento) con estación de penitencia el Jueves Santo por la tarde.
Las primeras hermandades marcarían la pauta de lo que habría de ser este movimiento asociativo durante la Edad Moderana: un grupo de fieles laicos que se gobernaban a sí mismos, reunidos en torno a una advocación pasionista a cuya devoción celebraban una serie de cultos anuales (el más propio de los cuales era la estación de penitencia en diversos templos de la ciudad, en la que los hermanos de sangre se disciplinaban) y que poseían capilla propia en la iglesia conventual en la que residía la corporación; lugar en el que realizaban sus cultos y enterraban a sus hermanos difuntos. Así pues, la promoción de un cierto culto público y la celebración de exequias y sufragios funerarios eran las notas distintivas de estas corporaciones, generalmente integradas por individuos que precisaban de este tipo de asociación para costearse un nivel de exequias y sufragios a los que no tendrían acceso por la cuantía de su propia hacienda. Del mismo modo, las hermandades colaboraban al sustento de las órdenes merdicantes que las acogían merced a los estipendios que ofrecían por la celebración de sus cultos de reglas; de aquí la estrecha relación (e interdependencia) entre órdenes y hermandades al menos hasta que se cumpla el primer tercio del siglo XIX.

Veinticuatro años separan los dos impulsos fundacionales originales del mundo cofrade baezano; los que trascurren entre el ya mencionado establecimiento de La Humildad y el de El Paso en el convento de Carmelitas Descalzos de S. Basilio en 1587. Esta corporación celebraba estación de penitencia en la madrugá del Viernes Santo y su fundación fue inmediatamente seguida de otros tres hitos en la historia cofrade de Baeza:
  • La aprobación de los estatutos propiamente penitenciales de la ya existente cofradía de La Yedra (1592), que sin obligarse a realizar estación de penitencia anual, la llevaría a cabo (cuando así lo decidiera) en la tarde del Miércoles Santo.
  • El establecimiento en el convento de La Merced (1603) de la hermandad nobiliaria de La Expiración, que realizaba estación penitencial y Sermón de las Siete Palabras en las primeras horas de la tarde del Viernes Santo, y
  • La erección de La Sangre, segunda corporación (tras La Humildad) fundada en la casa baezana de la Trinidad Calzada, en 1603 o 1605, y que realizaría procesión de penitencia el Jueves Santo en la noche.


A excepción de la mencionada hermandad de La Expiración, que parece no haber sobrevivido a la mitad de siglo, la vida de todas las corporaciones hasta aquí referidas continúa y se expande a lo largo del Siglo XVII con la hechura de algunas nuevas imágenes cristíferas y particularmente marianas. En lo tocante a las nuevas fundaciones del período, he aquí el probable orden de las mismas:
  • Parece lógico que la hermandad de La Columna abriera este período —sin que podamos asegurar el año exacto— ya que poseemos noticias de su imagen titular a partir de 1648. En cualquier caso, parece ser la primera corporación baezana fundada en una parroquia —la de San Vicente Mártir.
  • Cincuenta años más tarde (1698) se establece La Caída, también en el convento carmelita de S. Basilio: única fundación del período para la que, a día de hoy, tenemos fecha precisa.
  • Finalmente, parece probable que esta etapa final de fundaciones penitenciales durante la Edad Moderna se completara con la erección de la hermandad de Jesús Rescatado (actualmente denominada El Rescate), que se habría establecido en el convento de los Trinitarios Descalzos poco después de 1736


El resto del Siglo Ilustrado y los dos primeros tercios del Siglo XIX no son favorables a la fundación de nuevas instituciones penitenciales. De hecho, en la segunda mitad del Siglo XVIII las hermandades de penitencia habrán de hacer frente al intervencionismo de la monarquía de Carlos III que prohíbe la presencia de disciplinantes en los cortejos (1777) e impone severas restricciones a la penitencia pública, a la vez que extiende su control sobre el mundo cofrade al demandar un laborioso proceso de visado de las antiguas reglas corporativas ante el Consejo de Castilla (proceso sustanciado en su mayor parte bajo el reinado de Carlos IV). También durante este período comienza a legislarse en contra del enterramiento dentro de las iglesias, privando a las hermandades de una de sus principales funciones y razones de ser según la mentalidad de la sociedad que las había originado.

En consonancia con las medidas del intervencionismo ilustrado es de notar también la renovación de estatutos llevada a cabo en 1785 por la hermandad de Las Angustias. Con las nuevas reglas se dejaba de realizar la ceremonia del desenclavamiento que precedía a su estación penitencial vespertina del Viernes Santo, sustituyendo los pasos de la urna y la Soledad de María por un único grupo de la Piedad.

A principios del Siglo XIX la crítica situación en que el intervencionismo regalista había puesto a las hermandades se intensifica con la dominación napoleónica y los lamentables estragos que supuso en la ciudad. No obstante, tras la Francesada el reinado de Fernando VII se presenta más favorable a instituciones tradicionales como lo son las hermandades de penitencia, momento en el que se refunda en Baeza La Expiración (1830).

Sin embargo, muy pronto suena la hora de la crisis más aguda y en 1836 —bajo la regencia de María Cristina de Borbón, la Desamortización del Ministro Mendizábal da lugar a la abolición de los conventos en los que residían nuestras hermandades, que ante esta situación —y ya de por sí debilitadas por las circunstancias más arriba mencionadas— se ven obligadas a tomar cuantos enseres pueden reunir, a abandonar en muchos casos capillas propias que ya no podían mantener (Vera+Cruz, Soledad, Humildad, Caída) y finalmente a encontrar en la ciudad casas religiosas supervivientes o parroquias en las que poder radicarse con sus imágenes titulares.
 
Asentadas nuestras hermandades en nuevas sedes, desaparecidos los disciplinantes de sus cortejos y privadas de la capacidad de ofrecer un lugar de enterramiento a sus cofrades, en los cuarenta del siglo XIX nos encontramos ya con los elementos que apuntan hacia la aparición de las cofradías del período romántico: primer episodio de la semana santa tal y como la concebimos hoy. El consistorio municipal empezará a intervenir en la gestión de las procesiones que, de algún modo, comienzan a verse no sólo como ejercicios de piedad pública sino como la más destacada celebración colectiva de la ciudad. Así, desde mediados del siglo XIX se apoya y subvenciona la realización de la Procesión General, que a la caída de la tarde del Viernes Santo agrupaba en un solo cortejo y por orden de Pasión a todas las hermandades que habían hecho procesión penitencial durante ese día y los precedentes. Este nuevo cortejo lo cerraba la urna de La Soledad de Sto Domingo, que de acuerdo con la posición de preeminencia que su paso de Cristo adquiere en La General parece abandonar su antigua titulación mariana para adoptar la de Sto Sepulcro que aún ostenta en la actualidad. Sabemos además que en 1906 el título de La Soledad ya había pasado a la dolorosa del hospital de La Concepción, que bajo esta advocación venía a cerrar la noche del Viernes Santo. Parece pues lógico que esta última procesión —origen de la actual corporación homónima— se hubiera celebrado de igual manera desde que, con el incio de La General, La Soledad de Sto Domingo se transformara en Sto Sepulcro. Es también en esta época cuando comienza a interprestarse (1860) en la Santa Iglesia Catedral el Misereremque para ella compuso Hilarón Eslava, y que aún hoy constituye uno de los hitos de la semana santa baezana cada Martes Santo.
Este estado de cosas —en la segunda mitad del Siglo XIX parece precipitar de manera cada vez más clara en una mentalidad que cultiva lo espectacular de los cortejos por encima de su original aspecto penitencial. Así, a partir de los sesenta, el gusto por las procesiones de "penitentes" (que ya no de disciplinantes) da lugar en Baeza a la reavivación de las hermandades tradicionales (tanto la Vera+Cruz como La Humildad y La Caída abren nuevos libros de actas —inexistentes al menos desde que abandonan sus capillas originales— o incluso redactan nuevos estatutos), junto a la aparición de nuevas corporaciones creadas en torno a otros pasos cristíferos de aquellas mismas hermandades; pasando así a multiplicarse el número de las procesiones:
  • La Oración del Huerto, misterio de La Sangre desde 1628, parece constituirse como hermandad en 1878, celebrando su procesión en la tarde del Domingo de Ramos que de este modo queda incluido en las celebraciones pasionistas;
  • El Mandato, paso que formaba parte del cortejo penitencial de La Humildad ya en 1651, en 1882 empieza también a procesionar el Domingo de Ramos;
  • El Descendimiento, probablemente desgajado de Las Angustias, parece erigirse como corporación pasionista en 1893 para celebrar su procesión en la tarde del Viernes Santo; y
  • La Lanzada, hermandad constituida en torno al crucificado de La Vera+Cruz (cuyo Nazareno queda como titular cristífero de esta última corporación) comienza su andadura independiente a partir de 1927, aunque se siguiera celebrando (en la "madrugá") procesión conjunta de ambas corporaciones.
En este contexto se produjo además la fundación ex novo de El Resucitado (1910) ganándose así el Domingo de Resurección para la celebración pasionista baezana.
Así las cosas, bajo la Dictadura de Primor de Rivera se llega a la cumbre de la semana santa como fiesta cívico-religiosa, que en Baeza empieza a copiar formas tomadas de la Ciudad de Sevilla que por entonces y de acuerdo con la imagen creada por el costumbrismo vive su apertura al turismo internacional en los prolegómenos de su Exposición Iberoamericana.

En este contexto, se sustituyen los hábitos románticos de pañoleta por otros tocados de capirote (e incluso capa), se presentan para su aprobación episcopal las reglas de La Soledad (1930) y hacen aparición los primeros pasos procesionados a ruedas (Lanzada y Vera+Cruz, hacia 1930).
Nos encontramos ante una semana santa que nos atrevemos a llamar burguesa por la posición socio-económica de muchos de sus dirigentes, por el papel que la celebración juega en la vida de la ciudad y por la destacada intervención del consistorio municipal en la misma. Estas realidades, combinadas con la conversión de La Sangre, El Descendimiento y La Expiración en sociedades católicas de mutuas laborales, granjean a las hermandades la animadversión de los movimientos políticos de la Izquierda. De este modo, y merced al clima de enfrentamiento social vivido durante los años de la II República, encuentran explicación tanto el ataque sufrido por la cofradía de La Sangre durante su procesión de 1934, como la negativa de las hermandades a procesionar en la semana santa de 1936 y, finalmente, la destrucción de las imágenes (especialmente valiosas eran las de La Columna, La Lanzada —ambas del s. XVII— y El Rescate —s. XVIII) y enseres de muchas de ellas como respuesta de ciertos activistas de Izquierda a la sublevación militar del 18 de julio de dicho año.

La Reconstrucción de la Semana Santa en el contexto del Franquismo y la Transición: 1939-1979

Acabada la Guerra Civil Española y dado que el nuevo régimen político vuelve a respaldar las actividades cofrades— casi todas las energías del momento se vierten en una reconstrucción del patrimonio perdido al comienzo de la contienda. En lo tocante a las imágenes, se recuperaron las consideradas de mayor devoción a expensas del gobierno de la ciudad —que crea al efecto la Federación Municipal de Cofradías presidida por el propio alcalde desde 1944. La hechura de las mismas confiada en su mayoría a la gubia del joven imaginero Amadeo Ruiz Olmos se extiende hasta 1948, recuperándose merced a este expediente todas las hermandades anteriores a excepción de El Mandato (que a día de hoy continúa sin vida alguna) y La Lanzada (que resurge más tarde). En 1945 —continuando el recurso a la escisión de corporaciones característico de la etapa anterior— se funda la hermandad de La Fervorosa en torno a la dolorosa titular de La Sangre, resultando en una exitosa estrategia para focalizar la energía reconstructora. Los cuarenta, cincuenta y primeros sesenta del siglo XX representan pues la profundización de la semana santa como ejercicio de piedad con esa dimensión de gran fiesta urbana que había adquirido en el perído anterior; todo ello en el contexto del nacional-catolicismo patrocinado por el régimen del general  Francisco Franco.

En 1957 da sus primeros pasos la hermandad de La Borriquilla —única ex novo del período— iniciando el cénit del impulso reconstructor ahora ya como iniciativa enteramente sufragada por las corporaciones y que se extiende hasta mediados de los sesenta, caracterizándose por una renovación del aparato procesional (principalmente tronos) junto al resurgimiento (1961) de la antigua hermandad de La Lanzada —ahora bajo la advocación de El Calvario— y la hechura de los nuevos: yacente para el Sto Sepulcro (1962) y dolorosa para La Caída (1963). Al mismo tiempo, y con origen a fines de los cuarenta, se estaba produciendo la sustitución por ruedas de los portadores de paso asalariados, en disminución paralela al éxodo agrario de los cincuenta y sesenta del s. XX.
La segunda mitad de los sesenta, y sobre todo la década siguiente, suponen una cierta relativización del esencial catolicismo de la sociedad española, que se ve reflejado en una menor adhesión de la generación ascendente al movimiento cofrade. En Baeza, este período no presenta ni nuevas fundaciones ni nuevas imágenes titulares; llegando incluso la hermandad de La Oración en el Huerto a no procesionar durante varios años consecutivos; mientras, los mayores proyectos cofrades se limitan a la renovación de algunos tronos y hábitos procesionales. Así las cosas, en el año 1967 se vio por última vez en Baeza —y bajo las trabajaderas del Señor de El Paso— la labor de una cuadrilla de portadores profesionales, sustituidos al año siguiente por hermanos horquilleros; y en 1974, a impulsos de algunos cofrades, se funda la Federación de Cofradías con lo que las labores de coordinación de las corporaciones pasionistas quedan oficialmente desligadas del gobierno municipal.
Mención propia en este período merece la interpretación del Miserere de Eslava, que en los cincuenta y sesenta alcanzó —de la mano del director Francisco de la Poza Robles la maestría y el renombre que lo han acompañado desde entonces. También en el apartado musical, los sesenta ven aparecer las primeras bandas de apertura costeadas por hermandades: principal bandera de enganche para una nueva generación cofrade en las que sus componentes solían tocar la percusión e  incluso a veces las cornetas vistiendo el hábito estatutario.



La penúltima étapa en esta brevísima historia de las hermandades pasionistas de Baeza y su Semana Santa da comienzo con la declaración de esta como Fiesta de Interés Turístico en 1980. Con ello comienza el período marcado por la labor de la generación de los ochenta y noventa; una generación que vuelve a adherirse con confianza al movimiento cofrade, habiendo dejado tras ella las siguientes realizaciones:
  • fundación de tres nuevas hermandades que desde el inicio procesionan a hombros de sus cofrades; a saber, La Misericordia (1980), La Buena Muerte (1982) y La Santa Cena La Santa Cena] (1985);
  • recuperación, en gran medida, de los pasos portados a hombros de los cofrades —andas de La Columna (1981), La Sangre (1984), La Fervorosa (1987), El Rescate (1988), El Sto Sepulcro (1989), La Humildad (1990) y La Borriquilla (1996), y pasos a costaleros del Nazareno de La Vera+Cruz (1987) y de su Dolorosa (1989), La Caída (1988) y su Dolorosa (1993), La Oración en el Huerto (1994), La Expiración (1994), El Descendimiento (1997) y La Soledad (1998);
  • la ampliación del número de titulares marianas de las corporaciones Vera+Cruz (1982), Columna (1986), Sta Cena (1989), Calvario (1990), Sto Sepulcro (1990) y Borriquilla (1998);
  • la edificación, a partir de 1994, de las primeras casas de hermandad;
  • y el creciente peso relativo de la Federación de Cofradías que, en su capacidad de gestor de la promoción turística de la celebración, consiguió que fuera declarada de Interés Turístico. Más tarde el mismo organismo, y a instancias de la mayor parte de las hermandades —que encotraban difícil realizar una segunda procesión con sus pasos ahora a hombros de los cofrades— abolió la Procesión General (1992) reemplazada por una carrerar oficial. Finalmente, desde 1993 la Federación pasó a denominarse Agrupación Arciprestal de Cofradías de acuerdo con sus nuevos estatutos exigidos y aprobados por el obispo de Jaén Santiago García Aracil.
 
 

Nuestra semana mayor comienza con las cofradías del Domingo de Ramos:  la primera, alegremente gloriosa la Borriquilla,  la segunda precediendo y anunciando la pasión –la Santa Cena y al anochecer será la Oración en el Huerto la que nos reconforte con el inicio de la pasión.
Procesión de la Borriquilla

Procesión de la Santa Cena

Procesión de la Oración del Huerto

La seriedad del Lunes Santo con la cofradía de la Misericordia. El Martes Santo comienza con los acordes del Miserere del maestro Hilarión Eslava que fue  compuesto para nuestra Santa Iglesia Catedral, continuamos  con  el recogimiento contemplando el transcurrir de la Buena Muerte.

 
Miserere de Baeza







Procesión de la Buena Muerte


El impresionante Cristo de la Caída  nos  hará ver el peso de la Cruz  que junto a  la belleza de la cofradía de la Columna llena la tarde  del   Miércoles Santo.

Procesión de la Caída


Procesión de la Columna

El Jueves Santo da comienzo temprano con la cofradía majestuosa  del Rescate. Por la tarde cuatro cofradías procesionan, belleza, elegancia y seriedad. Humildad, mostrando al señor coronado de espinas; el Calvario con el arrepentimiento de damas; la  Sangre, imponente talla del señor; terminando  la cofradía de la  Fervorosa, bella imagen de gran fervor en Baeza.


Procesión del Rescate
 
Procesión de la Humildad



Procesión del Calvario

Procesión de la Sangre


Procesión de la Fervorosa


En la madrugada  del Viernes Santo, la ilustre y venerable cofradía de la Veracruz, y como no destacar la cofradía del Paso, realizando el conmovedor encuentro de nuestro señor con su madre.


 
Procesión de la VeraCruz

 
El Paso

Ya en la tarde del Viernes Santo tres cofradías: la Expiración imagen sublime; el Descendimiento, paso de misterio estremecedor; las  Angustias, desconsuelo de una madre tras la muerte de su hijo.


Procesión de la Expiración


Procesión del Descendimiento
Procesión de las Anguistias

Caída la noche nos adentramos con el imponente Santo Entierro de Cristo. Y la bella imagen de la cofradía de la  Soledad. Dos cofradías que impresionan por su recogimiento y su silencio por las calles de Baeza.
Procesión del Santo Entierro

La Soledad



La víspera del Domingo de Resurrección  con la Vigilia Pascual, donde el pueblo de Baeza llena sus parroquias y conventos.  Y el Domingo la cofradía del  Resucitado acompañado  por todas  las corporaciones de esta agrupación y cerrando la semana, la cofradía de la Virgen de la Cabeza, con  su popular juego de la bandera.

Procesión del Resucitado






Fuentes:

Úbeda-Baeza Patrimonio de la Humanidad
Juan Perales García. Presidente de la Agrupación Arciprestal de Cofradías de Baeza
Wikipedia

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