Miguel de Arjona y Molina,
nacido el año 1588. Sus padres fueron Luis de Arjona y Benita de Molina, los
cuales tuvieron varios hijos.
Miguel despuntó con “gallardo
entendimiento” –según dicen sus biógrafos– y con buen temple religioso. En
1605, a la edad de 17 años, y tras las huellas de San Juan de la Cruz en Baeza,
entró en los Carmelitas Descalzos; realizó su noviciado en Granada, tomando el
nombre de Miguel de la Santísima Trinidad.
Tras formarse en los cursos
filosóficos y teológicos (1606-1612), fue nombrado profesor de varios centros
de la región andaluza.
De 1615 a 1618 enseñó Artes en
Baeza, dando clases principalmente de Lógica y Ontología (Teoría de las
Categorías). Y allí mismo, en Baeza, asumió la Cátedra de Teología desde 1618
a 1628, formando varias generaciones de jóvenes. Estuvo enseñando en los
Colegios de la Orden trece años, siempre bajo la inspiración doctrinal de
Aristóteles y Santo Tomás.
Dada la notoriedad de su
talento, fue llamado por sus superiores a redactar un Curso Filosófico
completo, en latín, con otros profesores que enseñaban en la Universidad de
Alcalá. La obra completa, en cuatro tomos, se llamaría “Curso Complutense”, que
llegaría a tener resonancia internacional.
Miguel redactó el primer tomo
(Lógica o Dialéctica), que salió de las prensas el año 1624, teniendo el autor
36 años. En los años siguientes se publicaron los tomos segundo, tercero y
cuarto, cuyos autores fueron Juan de los Santos (Comentarios a la Física) y
Antonio de la Madre de Dios (Comentarios a la Psicología)
La Lógica de Miguel, de 866
páginas (formato en cuarto menor), contenía ocho partes: viene a ser una
“enciclopedia” de las cuestiones lógicas fundamentales, en disputa con las
corrientes paralelas de Suárez y Escoto. Salió editada por vez primera –como he
dicho– en Alcalá (1624); tuvo otra edición en Madrid (1627), otra en París
(1628), otras en Frankfurt (1629, 1636) y Viena (1629), otra en Barcelona
(1635), otras tres en Lyon (1637, 1651, 1668); posiblemente haya más ediciones.
En general fue aceptada en Europa con gran aplauso universitario; y se implantó
como texto en varias Universidades (muy sonada fue la de Salamanca) y Colegios
de Órdenes Religiosas (Oratorianos, Jerónimos, Premonstratenses, Dominicos): en
España fue libro de referencia, hasta la exclaustración de 1835.
Entre sus fuentes lógicas
aparecen citados –además de Aristóteles y Santo Tomás– los antiguos Simplicio,
Temistio y Filopón; y los modernos Capreolo, Cayetano, Soto, Báñez, Suárez y
Araujo, entre otros muchos.
Aquel grueso volumen de 866
páginas contiene básicamente tres secciones que estudian respectivamente los
aspectos lógicos implicados en las operaciones del entendimiento: aprehensión,
juicio y raciocinio.
La primera estudia la
aprehensión, y comprende sendos capítulos dedicados a los conceptos
universales, al método filosófico de la analogía y a las categorías.
La segunda estudia el juicio,
y comprende varios capítulos dedicados a la teoría de la interpretación.
La tercera estudia el
raciocinio, e incluye varios capítulos
dedicados a la teoría de la argumentación, a la demostración y a la ciencia.
Los temas abordados por Miguel
están desarrollados con admirable claridad y profundidad a la vez.
Esta obra lógica de Miguel
fue, desde luego, un acontecimiento editorial, adoptado –como he dicho– en
varias universidades europeas y, especialmente, en las españolas.
Aunque varias veces tuve que
acudir a las enseñanzas de esta Lógica –ahora puede verse en Internet Artium
Cursus…Dialecticam …Complutense–, nunca me pregunté por el autor, pues los
volúmenes son anónimos y sólo se dice genéricamente en la primera página que
fueron “compuestos por autores de la Orden”; pero precisamente los documentos
del tiempo son suficientemente explícitos respecto al autor.
Un resumen de la vida y obra
de este ilustre baezano se encuentra en varios libros, como la Bibliotheca
Scriptorum (1730), escrita por Marcial de San Juan Bautista, así como la
Bibliotheca Hispana Nova de Nicolás Antonio (1783-1788). Todos confirman la
autoría de dicha Dialéctica o Lógica, así como otros puntos interesantes de su
labor docente.
En 1628 fue nombrado Prior de
Écija (1628-1631) y luego Rector de Baeza, donde realizó una gran labor de
reconstrucción y mejora del convento Nuestra Señora del Carmen fundado por San Juan de la Cruz, sito
aproximadamente en lo que hoy se conoce, en la calle del Carmen, como Escuela
de Artes y Oficios.
Antiguo Convento Nuestra Señora del Carmen o San Basilio |
En 1635 se le nombró Prior de Granada. Y en seguida
Provincial de toda Andalucía, cargo que regentó durante varios años. En 1637
sale electo Rector del colegio de Sevilla; y en 1640 Rector del Colegio de
Écija y seguidamente del Colegio de Baeza (1641-1643); luego Prior de Jaén
(1643-1646). A continuación fue elegido nuevamente Provincial de Andalucía
(1646-1649). Y de nuevo Rector de Baeza (1649-1652). A su pesar, en 1654 el
Capítulo General le nombra otra vez Provincial de Andalucía (1654-1655). Había
ejercido las prelacías durante veintisiete años.
Finalmente prefirió retirarse
al convento de Baeza, donde pasó sus últimos días, viéndose arrinconado por
aquellos a quienes tanto había querido. Algo similar le ocurrió a San Juan de
la Cruz en Úbeda. Miguel murió en junio de 1661 a las 73 años de edad.
Cuando acabó su etapa de
Alcalá, y reintegrado en el Colegio de San Basilio de Baeza, fue requerido por
el entonces Obispo de Jaén (y luego Cardenal de Toledo) don Baltasar Moscoso y
Sandoval, de quien fue confesor y consejero durante muchos años.
Obispo Baltasar Moscoso y Sandoval |
Tanto confiaba
en Miguel que le propuso como obispo auxiliar de la diócesis de Jaén, cosa que
el baezano rechazó. Miguel, además, trabajó muy seriamente en el descubrimiento
de las reliquias de numerosos mártires jiennenses, como los de Arjona. El mismo
Obispo le encomendó la reforma legislativa de las monjas agustinas de la
Magdalena de Baeza.
Convento de la Magdalena |
La baezana iglesia del Carmen
llegó a ser, bajo sus mandatos, la mejor y más valiosa de toda Andalucía. Y la
Biblioteca del Colegio era estimada como la mejor de la Orden en España. No
queda nada de ella; ni del convento: sólo el nombre de la calle.
Miguel Arjona es un autor que
no debe faltar en la memoria histórica de nuestras letras. Como tampoco falta
ahora, en la actualidad, la admiración por su Lógica en los varios encuentros
que se celebran sobre la Historia de esta disciplina.
Fuente:
Dr. D. Juan
Cruz Cruz -Profesor honorario de Filosofía en la Universidad de Navarra, quien
se ha dedicado durante más de dos décadas al estudio del pensamiento filosófico
del Siglo de Oro, editando varias monografías sobre el tema.
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