Convento Nuestra Señora del Carmen |
Este artículo está basado principalmente en
un estudio realizado por Mª Cruz García Torralbo y en un documento desconocido
por muchos estudiosos baezanos sobre la historia de Baeza según nos relata, así
como en el hallazgo de un manuscrito que se encuentra en el Archivo Histórico
Provincial de Jaén.
Es un manuscrito titulado en
su portada por el Carmelita que lo inició el 20 de septiembre de 1614 Libro
nominado Protocolo a la fundación, hacienda y otros antecedentes, número 9 del
índice.
El número 9 hace referencia al
lugar que ocupaba en el índice de los documentos archivados por el propio
convento y que los frailes respetaban escrupulosamente para no perder ningún
papel. Este archivo documental no respondía a la idea que actualmente tenemos de
lo que es un archivo, puesto que era una caja o arca que cerraba con tres
llaves, siendo tres los frailes quienes tenían encomendada su guardia y
custodia, haciéndose necesario la presencia de los tres para acceder a
contenido del mismo.
La importancia de este
manuscrito estriba en que se trata del Libro Mayor del Convento, Diario o
Becerro, en el cual se van reflejando todos los hechos relacionados con el
mismo hasta su desaparición.
El primer dato importante y
relevante es el referente al nombre del Convento al cual se le llamaba San
Basilio. Dicho nombre se trata de una
interpretación falsa pues según arroja el Protocolo y Memorial dice así: “
Adviértase que a este colegio desde el dia que se fundó se le dio por Patrón a
San Basilio y por titular tiene a Nuestra Señora del Carmen, y con todo le
nombran muchos de San Basilio por no distinguir entre Patrón y Titular”.
Así pues, queda claro que el
Convento se llamaba Nuestra Señora del Carmen.
"Quizas" restos de la valla que tenía el Huerto del Convento |
Lugar que ocupaba el Huerto del Convento |
No por ello encontramos que en
aquella época era muy común que tanto se hablase del Convento de Nuestra Señora
del Carmen como el Convento de San Basilio siendo ambos el mismo. En la
escritura de aceptación de la donación del Cortijo de Santa Ana aparece “fray
Juan de la Cruz, fraile profeso y presbítero de la Orden de Nuestra Señora del
Carmen Descalzo y rector del Convento de dicha Orden, advocación de Nuestra
Señora del Monte Carmelo y San José, sito en la ciudad de Baeza”. De igual modo
encontramos: “en dos días del mes de abril de mil quinientos y ochenta y un
años (..) hizo su profesión en este Colegio de San Basilio Baeza el padre fray
Gerónimo de la Cruz”.
Sin embargo, ya en el año 1591
se le sigue denominando Nuestra Señora del Carmen, como consta en una
autorización que el Provincial, fray Antonio de Jesús Heredia, firma en 10 de
junio de 1591 en este colegio de nuestra Señora del Carmen”
Si el primer dato que era el
nombre “Real” del Convento, no menos importante o relevante es saber cual era
su ubicación inicial donde también existieron controversias.
Se dice (sin apoyo documental)
que la primera casa en que estuvo asentado el Convento es una “mansión
solariega en la Plaza de Requena” llamada casa del Vicario, con dos entradas,
una en la citada plaza frente al paseo de las murallas y otra en la calle de la
Merced”.
Dibujo de la época. La Calancha, lugar donde residía el convento |
La primera fundación no se
hace en la casa del Vicario, sino en las casas de Juan de Escos, en la
Calancha, siendo obispo de Jaén don Diego de Deza, que les dio su licencia el 2
de junio de 1579. Se dijo la primera misa el día de la Santísima Trinidad el 14
de junio y sus fundadores fueron fray Juan de la Cruz y fray Antonio de Jesús,
que compraron a Juan de Escos las casas que habían heredado de su hermano,
Andrés de Escos (clérigo) por 1800 ducados. Allí fundaron y allí “sirvieron
hasta que se hizo iglesia y convento de nuevo”.
Dicho convento se sitúa
entonces en el Ejido, en el cruce de caminos para Ibros y Ubeda, cerca del
hospital de Leprosos.
Fray Juan de la Cruz |
El primer prelado o prior de
la casa fue fray Juan de la Cruz, y decimos prior porque él llegó a Baeza con
el título de Vicario General, que se había otorgado en abril del mismo año, no
siendo rector hasta que el convento fue designado como Colegio de Teología.
El primer documento en el que
aparece su firma de puño y letra con el cargo de Rector es, la escritura de
aceptación de la donación del Cortijo de Santa Ana en el año 1581 y para el año
1582 éste ya tiene el cargo de prior de Granada.
El convento aceptó la donación
de Dña. Elvira Muñoz, viuda y heredera de Gonzalo Róman de la Hacienda de Santa
Ana, obligándose a fundar un Convento con el titulo de Santa Ana, pero viendo
la viuda que la herencia no era suficiente para el mantenimiento de un convento
entero, dada la pobreza de la zona, desobligó al convento a ésta cláusula,
contentándose con que vivieran en la hacienda cuatro religiosos que la
administraran y asistieran a las necesidades de los fieles de la comarca.
Dicha hacienda estaba situada
en Castellar, en el condado de Santisteban del Puerto.
Según consta en escritura de
compra de fecha 31 de diciembre de 1586, el Notario Francisco de Segura hace
constar que el colegio compró unas casas a Juan de Céspedes para edificio del
convento, iniciándose las obras de la iglesia en 1588, con el quinto rector,
fray Eliseo de los Mártires, que después fue enviado a Nueva España en las
Indias.
También en 1588 se compraron
las casas del comendador Cabrera, para huerta, por un valor de 1195 ducados. Estas
casas estaban en la calle Puerta del Ejido, y la escritura pasó ante Ventura
Pretel, el 30 de mayo de 1588.
La huerta del colegio fue ampliándose
a lo largo de los años, asi en 1595, siendo rector fray Juan de la Cruz,
natural de Córdoba, se compraron otras casas en la misma Puerta del Ejido, por
5308 reales a Alonso de Salas. De igual forma, en sucesivos años se fueron adquiriendo
otras casas (1607 y 1615).
Así pues, tras realizar un
seguimiento de las escrituras relacionadas con la huerta y la compra de casas
descritas anteriormente, podemos decir que el Convento de Nuestra Señora del
Carmen comprendía las actuales calles de Julio Burell, calle Huelma, Calle del
Carmen y Travesía del Carmen, siendo su mayor parte, huerto carmelitano.
Es entre los años 1630 y 1640
cuando el Convento acomete las mayores obras y de mayor envergadura.
Con motivo de la celebración
del IV Centenario de San Juan de la Cruz, fue este a quien se le atribuyó los
mayores logros y gloria del Convento, pero recientes estudios nos dicen lo
contrario pues apenas fue rector de Baeza unos meses. De lo que no cabe duda es
que su espíritu alentó a los baezanos en sus donaciones y limosnas que hicieron
posible que los rectores sucesores pudieran afrontar los gastos que el Convento
generaba.
No por estar terminado el
convento dejaron los frailes de ocuparse de él. Las obras de mantenimiento no
terminaban nunca; cuando no eran los temporales que derribaban habitaciones, se
desplomaban por falta de elementos contrafuertes las tapias de la huerta o la
cerca del Colegio.
El año 1679 fue nefasto para
el Convento Carmelita. A la caída de la moneda y su consecuente repercusión en
las limosnas, se sumó la peste en la ciudad, que tocó, también, al convento; el
rector, fray Juan de la Cruz, reelegido nuevamente, acudió como pudo a las
necesidades de los suyos.
La capilla mayor de la Iglesia
fue patrocinada en su fundación y construcción por el matrimonio Bazán y
Jabalquinto en 1582. Sin embargo, las
obras no debían ser muy sólidas porque 5 años mas tarde, el rector fray Juan de
San Angel tuvo que reparar lo construido, unos arreglos que costaron al
convento 4.000 ducados.
En su interior, también la
iglesia va adquiriendo su morfología carmelitana con el transcurrir de los
años. Como se deduce de las escrituras de venta de las distintas capillas, que
describen el lugar exacto de la ubicación de cada una de ellas, para evitar
errores de emplazamiento en los enterramientos.
La planta del templo carmelita
baezano era de cruz latina, con crucero, y capillas laterales bajo las
advocaciones típicas del Carmelo y de las devociones de los fieles
patrocinadores locales.
Otra capilla que está
perfectamente definida en su escritura es “la que esta frontera de la puerta
principal y de los arcos del coro”. Esta capilla era de los esposos Jaime de la
Rueda y Catalina Corate, que se la cambiaron a Gregorio Vico. Esta capilla era
conocida como Capilla de los Reyes.
Entre la puerta principal y la
de San Gregorio, existía una Capilla que cambió de morfología y de dueños a lo
largo de los años.
Con fray Miguel de la
Trinidad, al igual que vimos en las obras del convento, es con quien, también,
la iglesia alcanza su mayor plenitud. Este baezano reelegido rector dos veces,
se preocupó fundamentalmente de dar al templo la dignidad que merecía. En su
primer rectorado doró el retablo del altar mayor, que había sido hecho en
madera bajo el rectorado de fray Gabriel de Cristo (también baezano), y en el
segundo mandato como rector, hizo los retablos de los dos altares colaterales y
las rejas de las cuatro capillas de la iglesia. Ya en su tercer rectorado en
1649, se labró el retablo de San Simón.
En la Capilla Mayor, lucía
retabo de madera dorado y estofado con esculturas de San Pedro Tomás y San
Gerardo, dos lienzos de San Elías, dos de ángeles y cuatro pastores de la
iglesia. Su espacio quedaba delimitado por una reja, y era sepulcro de los
Bazán y Benavides. Dos altares, de San Basilio y San José flanqueaban la
Capilla Mayor respectivamente.
El crucero ofrecía, a la derecha,
la capilla de San Simón y a la izquierda la de San Gregorio.
Entre la de San Gregorio y la
puerta principal estaba la Capilla de Ana Biedma.
Pasada la puerta principal se
encontraba la Capilla de los Reyes o de la Concepción, cuyos dueños pleiteaban
por ser enterrados dentro de la reja.
A los pies, debajo del coro,
estaba la capilla de San Cristo “debajo de un doselico” en el Altar. Esta imagen
fue donada por Maria de Arjona para que el Viernes los predicadores la pusieran
en el púlpito mientras la homilía.
Tras ésta, y ya en el lado del
Evangelio, se encontraba la capilla de Nuestra Señora del Carmen, que creció
mucho su cofradía y la devoción de los fieles al Santo Escapulario en tiempos
del baezano fray Juan de la Cruz en 1655. Continuaba la puerta reglar, y la
capilla de las Animas, cuyo retablo se adornaba “con el cuadro de las ánimas
con otros cuatro” .
La iglesia tardó más de 61
años en verse completada, desde que comenzaran las obras en el quinto rector en
el año 1588 con fray Eliseo de los Mártires, hasta los rectorados de mitad del
siglo XVII en el que finalizó su decoración.
Una escritura muy valiosa para
los carmelitas fue la que pasó ante Alfonso Martínez, el 27 de octubre de 1927
por la que la ciudad reconocía por Patrona a la Virgen del Carmen y se
comprometía a asistir a su fiesta, que se celebraba el 29 de octubre, en la
Capilla Mayor.
Nuestra Señora del Carmen de Baeza |
Como hemos podido comprobar
por el gran estudio realizado por Mª Cruz, el convento de Nuestra Señora del
Carmen de Baeza no fue cosa de un día, ni de un año. A ella contibuyeron todos
los prelados, sin excepción, cada uno dentro de sus posibilidades y de la
abundancia o carestía de los años de su mandato. Ellos y el pueblo de Baeza,
con su generosidad, fueron los grandes artífices de esta realidad religiosa,
social y urbana.
El valor añadido por la
canonización de Juan de la Cruz se le otorga, a posteriori, la Historia.
En estos terrenos donde existió el Convento de Nuestra Señora del Carmen o también comúnmente llamado de San Basilio Magno, desgraciadamente desapareció tras la Desamortización en 1836.
En 1842, este edificio lo obtuvo el Ayuntamiento gratuitamente de la Junt Superior de Ventas de Bienes Nacionales con destino a Cárcel y Cuartel, y en 1855 piden que se entregue a la Remonta de Úbeda para que se traslade esta a Baeza.
En 1910 se pretende la cesión del Estado. En el se albergaba el Archivo de Protocolos Notariales y en un Acta de Cabildo de 1943 se decide el traslado de esta documentación, muy voluminosa, a las Casas Consistoriales Altas dado el estado ruinoso en el que se encontraba.
Restos del Colegio fueron reutilizados, y el solar de la Iglesia se cede en 1950 al Frente de Juveniles para la construcción de un hogar rural de nueva planta con la condición de si en el plazo de un año no se han comenzado las obras, revirtiera al Ayuntamiento. Y así debió ocurrir, pues en 1951 se realizan obras de consolidación del edificio.
Ya en el año 1952, en beneficio de la enseñanza y por la imposibilidad económica existente, se ofrece ceder el edificio al Ministerio de Educación Nacional; cesión que tuvo lugar oficialmente en 1953.
A su vez, se solicitó aneja una escuela de niñas. Igualmente en 1952, se había pedido una Escuela Preparatoria en el mismo, y en 1956 se instala un Taller de Carpintería artística y talla de madera.
La Hermandad y Cofradía Perpetua
de Jesús Nazareno de la Caída y María
Santísima de Gracia y Esperanza fue fundada en
el convento y colegio de San Basilio de la Orden de los Carmelitas Descalzos en
el año 1698 (Convento de Nuestra Señora del Carmen).
La devoción por Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas estaba íntimamente ligada a la Orden del Carmelo tras su reforma en la segunda mitad del siglo XVI. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz ya se mostraron fieles seguidores de la iconografía nazarena.
Antigua estampa del Cristo de la Caída de Baeza |
La devoción por Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas estaba íntimamente ligada a la Orden del Carmelo tras su reforma en la segunda mitad del siglo XVI. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz ya se mostraron fieles seguidores de la iconografía nazarena.
En este convento tuvo su sede
previamente la cofradía de Jesús Nazareno y la Cruz de Santa Elena, que por
desavenencias con la comunidad se trasladó al convento de la Merced. La nueva
cofradía de Jesús de la Caída vino a ocupar el vacío que había dejado aquélla
otra tras su marcha, para lo cual los Descalzos cedieron una talla de Jesús
Caído que se encontraba en la clausura del convento y que se mostraba los
Domingos de Cuaresma a los fieles, que le tenían gran devoción.
Cristo de la Caída en la actualidad |
Con la Desamortización de
Mendizábal y la supresión del convento, en 1835 cofradía e imagen pasan a la
iglesia del convento de clarisas de Santa Catalina Mártir, donde Jesús de la
Caída dispondrá de un camarín propio. En 1868 las monjas son expulsadas del
convento y el edificio pasa al ayuntamiento de la ciudad, que lo utilizará como
cárcel pública. En 1876 se permite que las monjas ocupen de nuevo su convento.
Durante esos años, las clarisas fueron acogidas por sus hermanas las Agustinas
Recoletas del convento de Santa María Magdalena. Obviamente también la talla de
Jesús Caído y, por ende, su cofradía, habían pasado a este nuevo emplazamiento,
que será el definitivo hasta la actualidad, pues las clarisas, agradecidas por
el cariñoso trato recibido en aquellos años de incertidumbre, dejaron que la
talla se quedara en el convento de la Magdalena.
Fuentes:
Desdemiatalaya.com
https://dialnet.unirioja.es/
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