martes, 17 de julio de 2018

Revista la Esfera 1914-1931




Como revista gráfica de información general marcó una época y fue la mejor de su tiempo. En esto coinciden los estudiosos de una publicación paradigma del periodismo gráfico de actualidad y a la vez literario, tal como lo expresan Seoane, Sáiz y Desvois. Gómez Aparicio destaca que “fue desde su aparición –por su variedad y calidad de sus colaboradores, por la audacia de sus estampaciones en color y por la riqueza y multiplicidad de sus grabados- un alarde de buen gusto y de perfección técnica que la equipararon a las mejores publicaciones extranjeras de su clase”. Para Sánchez Vigil –cuya tesis doctoral sobre la documentación fotográfica en España centró su estudio en ella- “fue un catálogo de obras de arte en el que colaboraron los mejores ilustradores del primer tercio del siglo XX, y al mismo tiempo un álbum de piezas literarias firmadas por periodistas y escritores de prestigio”.

Aparece el tres de enero de 1914, como fruto de la política de expansión de Prensa Gráfica, S.A., la empresa editora constituida el año anterior por el periodista Francisco Verdugo Landi (1874-1959) y Mariano Zavala (1865-1944), a la que ya pertenecían Nuevo mundo (1894-1933) y Mundo gráfico (1911-1936), las principales revistas precursoras del periodismo gráfico español que venían compitiendo en este campo con Blanco y negro (1891), del grupo Prensa Española. El primero, que además de dibujante será considerado como audaz innovador en materia de diseño periodístico, será el director a lo largo de toda la vida de la revista, mientras que el segundo, gerente, además de director general de la empresa, una vez que a finales del mismo año de su aparición La Papelera Española, de Nicolás María de Urgoiti, asuma la mayoría de las acciones de la editora, de la que será presidente de su consejo de administración.

Como culminación de sus esfuerzos renovadores, La esfera será la revista lujosamente editada en papel couché por Prensa Gráfica y a la misma vez la más cara del mercado: 50 céntimos, diez veces más que un diario y más del doble que el resto de las revistas de su género, que después aumentará hasta alcanzar la peseta, a la vez que aumentará su paginación. Impresa con un diseño modernista y en el gran formato que caracterizará al magazine, destacan en ella sus reproducciones a color y sus magníficas fotografías a toda plana, además de las ilustraciones que entregaba embuchadas como separata, por lo que la revista pasó a ser pronto pieza de coleccionista.

Dedicó sus páginas a la publicación de artículos y crónicas de actualidad general, teatro, cine, modas, deportes, industria, así como a geografía, viajes, historia, arqueología, arte, literatura, etc., tanto concernientes a España y a sus provincias como a los de otros países, con especial atención a los europeos. Publicó poemas, cuentos y extractos de novelas y de piezas teatrales. Tuvo secciones como “De las mujeres que estudian”, “Página artística”, Páginas de arte contemporáneo”, “Páginas de arte moderno” o “Dobles planas”. Sin embargo, su atención a la ciencia y a la política partidista fue escasa. Aún así, su espíritu es calificado de conservador y llegó a apoyar la dictadura de Primo de Rivera.

Sus principales pilares fueron los periodistas José María Carretero Novillo (1888-1951) y Dionisio Pérez Gutiérrez (1871-1935). El primero con su seudónimo El Caballero Audaz, como autor de la sección “Nuestras visitas”, dedicada a la entrevista a personajes del mundo del arte, la literatura, la música, el teatro, etc., cuyo género encumbró por su extraordinaria calidad informativa y literaria. El segundo, considerado como uno de los mejores articulistas de su generación, con su seudónimo Pedro Reaño de Tirteafuera, como autor de la sección “De la vida que pasa”.

Los colaboradores de la revista integran una larguísima lista. Entre sus periodistas y escritores estuvieron Edmundo Gómez de Baquero, J. Ortega y Munilla, Ramón Pérez de Ayala, Luis Araquistáin, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Manuel Abril, Joaquín Dicenta (padre e hijo), José Francés (Silvio Lago), etc., etc. Benito Pérez Galdós publico durante 1915 sus quince entregas de “Memorias de un desmemoriado” y José Francos Rodríguez las tituladas “Memorias de un gacetillero”. Carmen de Burgos y Eduardo Zamacois publicaron sus crónicas viajeras al extranjero. Rosalinda fue su cronista de modas.

En sus páginas, publicaron cuentos, entre otros muchos, Antonio de Hoyos y Vinent, Emilia Pardo Bazán, Joaquín Dicenta, Manuel Bueno, Alberto Insúa, Pedro de Répide, Antón de Olmet, Manuel Linares Rivas, Carmen de Burgos, Eduardo Zamacois, Wenceslao Fernández Flores, Joaquín Belda, Andrés González Blanco, Felipe Trigo, Ramón Pérez de Ayala, Ramón María del Valle Inclán, Vicente Blasco Ibáñez, Gabriel Miro, Concha Espina… Y Francisco Villaspesa, Emilio Carrère, Eduardo Marquina, Salvador Rueda, Rubén Darío, Vicente Medina, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, entre otros muchos, publicaron poemas.

Las ilustraciones artísticas que acompañan a los textos son numerosísimas, múltiples y variadas, como las de Dhoy, Bartolozzi, Tito, Cerezo, Vallejo, Juan Vita, J. Morales, Echea, Néstor, Alcalá del Olmo, Apeles Mestres, Mariano Benlliure, Brando, Medina Vera, Julio Romero de Torres o Rafael Penagos, entre otros muchos.

El periodismo de actualidad estuvo representado por fotógrafos como José Demaría López (1874-1936), que firmaba como José López Campúa y José L. Campúa y llegó a ser su responsable gráfico, así como Eduardo Vilaseca y Marín, Bonilla, Alonso, Antonio Prats y Salazar, o el hijo del primero citado, José Demaría López (1900-1975), que firma como José Campúa, así como una extensa nómina de fotógrafos en provincias.

La colección de la Biblioteca Nacional de España acaba en el número 889, que corresponde al 17 de enero de 1931, integrada también por los números extraordinarios que editó una publicación, cuya importancia y calidad había empezado a ser reemplazada en el periodismo gráfico, en 1928, por la revista La estampa, de Luis González Linares, y que continuará el diario Ahora (1931),  tras sucumbir este año por los avatares económicos de su nueva  empresa editora: Publicitas (1925).

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