Baeza, era una de
las cuatro grandes ciudades del antiguo
Reino de Jaén, junto a Jaén, Úbeda y Andújar. Concentraron en sus respectivos
recintos y jurisdicciones (entre los siglos XII y XIV), la mayor parte de los
efectivos humanos y recursos económicos de la provincia.
Destacó entre estas
cuatro ciudades Baeza sobre las demás, tanto por sus recursos económicos como
por su influencia política en permanente competencia con Jaén.
Alfonso VIII |
En los propios
umbrales de la Reconquista era sede y cabeza de Reino, lo que le hizo destacar
especialmente entre las poblaciones del Valle del Guadalquivir, pues en
palabras de Alfonso VIII al papa Inocencio, en julio de 1212, era Baeza , junto
a Ubeda, Córdoba y Sevilla, una de las cuatro ciudades más importantes de la
Depresión.
La ciudad mantuvo su
posición en las primeras décadas de la conquista cristiana convertida en cabeza
de reino y obispado de su nombre; ella fue en efecto, sede de las más
destacadas autoridades civiles del Alto Guadalquivir y en ella residieron
capitanes y reyes camino de la Conquista de Andalucía, y dentro de su núcleo
urbano se restauró la sede episcopal que desde la época visigoda se mantenía
como sufragénea de Toledo.
Conquistada Jaén, le
arrebata en 1248 por deseos de Fernando III la doble capitalidad. A partir de
este acontecimiento, el signo de la historia evolucionaría a favor de Jaén y en
perjuicio de Baeza, principalmente por contar con mejor situación estratégica
frente al recién creado reino de Granada.
Baeza con su título de
“la noble Ciudad de Baeza” ampliado en 1467 con los honrosos términos de “la
muy noble e muy leal e antigua Ciudad de Baeza”, ya no volvería a revalidar su
primitivo papel oficial de capitalidad que de forma definitiva acapará Jaén, lo
que no fue obstáculo sin embargo a que Baeza tuviera mayor peso económico e
influencia política hasta el siglo XVI.
Los términos de la
ciudad experimentaron un largo y complejo proceso de formación tras la
concesión inicial hecha por Fernando III. A partir de este momento, la Corona
realizó importantes donaciones de aldeas a favor de Baeza, de las que son
ejemplo los castillos de Vilches, Baños y la Torre de Estivel, donados en 1243,
y los castillos de Huelma, Belmez, Chincoya y Ablir, que aún no habían sido
conquistados y que en realidad no llegaron a formar parte de sus términos.
Paralela a esta decisión
tomada por la Corona, fue dotar a Baeza de Concejo, el cual disponía de cierta
autonomía jurisdiccional que modificó la superficie de sus dominios,
adquiriendo nuevos términos o enajenando parte de los que tenía bajo su
jurisdicción.
Fuera de estas
modificaciones sólo quedan documentados, los fracasados intentos de repoblar
cerca del Puerto del Muradal (Despeñaperros) en 1457.
Baeza disponía de amplios
términos en los que se hallaban, huertas, plantaciones de almendros, vides y
olivos, tierras de cereal, montes y encinares, base fundamental de la notable
situación económica de la que gozaba.
El viñedo y olivar
cultivado en parcelas de pequeña extensión, tenían capacidad para abastecer con
sus productos no sólo el consumo de la ciudad y de las aldeas de su término,
sino que también exportó vino a Jaén y aceite a la comarca de Segura.
El olivar, sin
embargo, además de estar muy lejos del monocultivo actual que conocemos,
recibió duros golpes, sobre todo a partir de la mitad del siglo XV a causa del
cultivo del zumaque, planta industrial más rentable en aquella época, dando
lugar, al arranque de muchas plantas de olivos según nos quedó reflejado en las
ordenanzas municipales.
Arbol Zumaque |
Sin embargo, el
cultivo que mayor extensión tuvo y de mayor relevancia económica fue el cereal.
Ocuparon buena parte
de Sierra Morena, amplios espacios de la loma y algunos enclaves del sector
montañoso subbético.
En función de su
distinto régimen de aprovechamiento se establecieron varias categorías
jurídicas:
1.- DEHESAS COMUNALES
O DE CAUDAL, destinadas al uso exclusivo de los ganados de la ciudad o de una
determinada aldea, tales como la dehesa de Arquillos, los Cuellos y la “Manza
de Guadalquivir”, la dehesa de Torre Marín Malo en Sierra Morena, y la dehesa
de Baños.
2.- DEHESAS DEDICADAS
AL MANTENIMIENTO DE LOS GANADOS PROPIOS DE LOS CARNICEROS, como fueron la
dehesa del Carrascal y la Dehesa Nueva.
3.- DEHESAS MIXTAS,
usadas por los vecinos de la ciudad y de sus aldeas en régimen de explotación
simultánea cerealista-ganadera; de este tipo era la dehesa cercana a los muros
de la Ciudad de Baeza y la dehesa de Arroyovil (limítrofe de los términos de
Jaén).
4.- La utilización de
los restantes montes y baldíos, no acotados, aprovechados en régimen comunal
para la cría de ganado, colmenas, madera y carbón.
La gran extensión de
los términos de Baeza, y del contacto con otras destacadas ciudades del Reino de
Jaén exigió como remedio a los frecuentes conflictos de territorialidad a la
constitución de las Comunidades de Pastos con Jaén y Ubeda.
Aparte de las
tensiones y conflictos indicados, Baeza debió hacer frente a numerosos frentes
y motines causados por las frecuentes tentativas de usurpación de sus términos,
al menos desde comienzos del siglo XIV.
Ya en 1329 el Concejo
de Baeza se quejaba ante la Corona de que los poderosos le arebataban parte de
sus territorios que convertían en dehesas o construían sobre ellos torres y
fortalezas.
Esta tendencia
proliferó y tuvo que interceder el rey Enrique IV para tratar de evitarlo. Nos
consta que en 1455 escribe a Miguel Lucas de Iranzo, corregidor de Baeza,
urgiéndole ordenar las correspondientes sentencias “contra ciertos caballeros e
escuderos e otras personas vecinos e moradores de esta cibdad de Baeca e su
tierra e otros qualesquier, sobre razón de ciertos lugares míos e de la dicha
mi cibdad, e de los prados e montes e defensas e términos e bebederos de ellos
que le estaban e están entrados o tomados e ocupados injusta e non debidamente non
aviendo título nin razón porque lo facer”.
Aún así las
usurpaciones siguieron realizándose pese a las condenaciones de la Corona y
todavía en 1489 debía ordenar ésta la devolución de “términos e montes e prados
e pastos e corrales e casas e otras cosas….”. También tenemos referencia del
año 1497, donde el infante don Juan el cual recibía quejas de la Ciudad de
Baeza.
El caso mas
espectacular fue el mantenido con los vecinos de Bailen. Un largo pleito acompañado
de escalosas y sangrientas confrontaciones.
Fuentes:
La ciudad de Baeza a
través de sus Ordenanzas. Autor Carmen Argente del Castillo y José Rodríguez
Molina (Colegio Universitario de Jaén)
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