En este caso, me he querido centrar en el trabajo de María Cruz García Torralbo “Romanización y Cristianización en Baeza y su área” y de Francisco José Galán Hervás (Una aproximación al entorno rural de la Baeza antigua)
Estamos tan
acostumbrados a ver Baeza como una ciudad del Renacimiento con raíces
musulmanas, que se nos olvida que antes de estos períodos existieron otros,
tales como la dominación cartaginesa y posterior romanización con el
consiguiente implante del Cristianismo.
La explotación
intensiva de los yacimientos fue un hecho prioritario en la dominación de
nuestro suelo, estando el área de Sierra Morena con la ciudad de Cástulo, como
centro neurálgico, con la producción de plomo y plata.
Las rutas que
comunicaban Cástulo con los puertos costeros del Mediterráneo peninsular están
jalonadas de numerosas poblaciones ibéricas que se vieron enriquecidas en igual
manera por este comercio con los griegos, como lo demuestran sus ajuares
funerarios ricos en objetos de orfebrería y cerámica griegas.
Estas rutas partían de
la costa siguiendo el camino natural de los valles, de los ríos hacia el
interior, remontando el Almanzora se llegaba a Baeza y de allí a Sierra Morena,
en cuyo camino los poblados y ciudades muestran de manera rotunda este
comercio, como Toya (Jaén).
Baeza saltó a la
Historia Antigua por encontrarse en este camino.
Baeza, rica en
bosques, conoció la abundancia por la mercadería de pieles y alimentos, no
siendo nada despreciable su significación como punto factorial para la
exploración del recurso maderero, imprescindible en civilizaciones como la
fenicia y la griega, y será su riqueza maderera el primer atractivo que
descubrirán los cartaginenses.
La madera para los
barcos y los hombres para la guerra.
Según Titio Livio, a
Cartago interesaban, además los metales como la plata, el cobre, el estaño o el
hierro, y en la agricultura el trigo o la cebada.
Para la transformación
de estos productos se creó industrias y astilleros, los artesanos estaban muy
bien remunerados y considerados, y en las ciudades como Baeza el desarrollo
poblacional fue paralelo al económico.
La caza de sus
bosques, la buena vida que se vivía intramuros donde se había mantenido intacta
la economía por interés cartaginés, las provisiones de pieles para el invierno,
madera para las industrias, astilleros y minas, alimentos para todos, convirtió
a Baeza y a los demás pueblos del área minera en “Zona privilegiada”.
La primera acción
ejercida sobre Baeza con motivo de los tratados de paz que se firmaron entre
iberos y Graco, según Tito Livio, entre otras, “la imposibilidad radical u
obligación estricta de no amurallar la ciudad existente, ni construir otra
nueva”.
Es decir, que la
muralla ibera del pueblo, como la de todos los demás pueblos, fue derribada.
Igual suerte corrió
Ibros donde aún puede verse un resto de su imponente muro.
Trogo Pompeyo, el
general que arrasó desde Baeza a Andújar dijo “ Tienen los iberos las más excelentes
virtudes castrenses: prestos a la lucha, resistentes a la abstinencia y a la
fatiga, fieles a su jefe hasta el punto de juzgar honroso no sobrevivir a su
caudillo muerto. Pero son hombres inquietos, individualistas e indisciplinados”.
La conquista romana del
oppidum íbero de Baeza supuso su reconversión en ciudad peregrina
estipendiaria, sujeta al pago de un impuesto anual (stipendium) a las arcas de
la República de Roma.
Para favorecer un mejor control fiscal se llevó a cabo la
construcción de un sistema viario, parte del cual ha quedado fosilizado oculto
en forma de caminos pecuarios caracterizados por un trazado de tipo ortogonal.
De esta manera, Roma, plasmó el racionalismo de su cultura en el territorio. En
torno a estas vías de nueva creación surgieron las primeras explotaciones
agrícolas, datadas en época romano republicana, destinadas a poner en cultivo
una mayor superficie de terreno que hiciera posible el pago del stipendium.
Estos primeros centros se levantan principalmente en las zonas de vega del río
Guadalquivir y al norte de la población, junto a la vía que conduce a Orissia
(Giribaile) e Ilugo (Santisteban del Puerto) y continúa por la costa levantina
hasta la capital Tarraco.
La supresión del stipendium en tiempos de Augusto y
la vocación especulativa que tiene el Imperio sobre la tierra dará lugar al
surgimiento de las primeras uillae, herederas de aquellas explotaciones
agrícolas de época republicana.
Estos centros productivos modelaron la imagen
rural actual, marcando un antes y un después respecto al tradicional
aprovechamiento del territorio de época íbera. Se constatan dos modelos de
explotación: uno hortofrutícola en la zona septentrional, caracterizado por la
mediana y pequeña propiedad; y otro ganadero en la zona meridional, basado en
la gran propiedad. La agricultura y la ganadería hicieron del campo un lugar
valioso, por lo que pronto se buscaron formas para la defensa de los intereses
productivos frente a las amenazas del bandidaje o de la guerra.
Nacieron así
las turres de época republicana e imperial, que en el territorio de Baeza
siguen dos modelos formales que hemos denominado: modelo cubierto y modelo
aislado.
En resumen, la conquista romana del oppidum de Baeza produjo también
la transformación de su entorno rural, haciéndolo cada vez más rentable en
términos productivos y aportándole cierta urbanidad gracias al uso de turres,
uillae y calzadas, que garantizaron el control efectivo de todo un territorio
antes desaprovechado
Fuentes:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4527100
https://www.ugr.es/~arqueologyterritorio/PDF13/3-Galan.pdf
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