sábado, 6 de mayo de 2017

LA ROMANIZACION DE BAEZA



En este caso, me he querido centrar en el trabajo de María Cruz García Torralbo “Romanización y Cristianización en Baeza y su área” y de Francisco José Galán Hervás (Una aproximación al entorno rural de la Baeza antigua)

Estamos tan acostumbrados a ver Baeza como una ciudad del Renacimiento con raíces musulmanas, que se nos olvida que antes de estos períodos existieron otros, tales como la dominación cartaginesa y posterior romanización con el consiguiente implante del Cristianismo.

La explotación intensiva de los yacimientos fue un hecho prioritario en la dominación de nuestro suelo, estando el área de Sierra Morena con la ciudad de Cástulo, como centro neurálgico, con la producción de plomo y plata.




Las rutas que comunicaban Cástulo con los puertos costeros del Mediterráneo peninsular están jalonadas de numerosas poblaciones ibéricas que se vieron enriquecidas en igual manera por este comercio con los griegos, como lo demuestran sus ajuares funerarios ricos en objetos de orfebrería y cerámica griegas.

Estas rutas partían de la costa siguiendo el camino natural de los valles, de los ríos hacia el interior, remontando el Almanzora se llegaba a Baeza y de allí a Sierra Morena, en cuyo camino los poblados y ciudades muestran de manera rotunda este comercio, como Toya (Jaén).

Baeza saltó a la Historia Antigua por encontrarse en este camino.

Baeza, rica en bosques, conoció la abundancia por la mercadería de pieles y alimentos, no siendo nada despreciable su significación como punto factorial para la exploración del recurso maderero, imprescindible en civilizaciones como la fenicia y la griega, y será su riqueza maderera el primer atractivo que descubrirán los cartaginenses.

La madera para los barcos y los hombres para la guerra.

Según Titio Livio, a Cartago interesaban, además los metales como la plata, el cobre, el estaño o el hierro, y en la agricultura el trigo o la cebada.

Para la transformación de estos productos se creó industrias y astilleros, los artesanos estaban muy bien remunerados y considerados, y en las ciudades como Baeza el desarrollo poblacional fue paralelo al económico.

La caza de sus bosques, la buena vida que se vivía intramuros donde se había mantenido intacta la economía por interés cartaginés, las provisiones de pieles para el invierno, madera para las industrias, astilleros y minas, alimentos para todos, convirtió a Baeza y a los demás pueblos del área minera en “Zona privilegiada”.





La primera acción ejercida sobre Baeza con motivo de los tratados de paz que se firmaron entre iberos y Graco, según Tito Livio, entre otras, “la imposibilidad radical u obligación estricta de no amurallar la ciudad existente, ni construir otra nueva”.

Es decir, que la muralla ibera del pueblo, como la de todos los demás pueblos, fue derribada.

Igual suerte corrió Ibros donde aún puede verse un resto de su imponente muro.

Trogo Pompeyo, el general que arrasó desde Baeza a Andújar dijo “ Tienen los iberos las más excelentes virtudes castrenses: prestos a la lucha, resistentes a la abstinencia y a la fatiga, fieles a su jefe hasta el punto de juzgar honroso no sobrevivir a su caudillo muerto. Pero son hombres inquietos, individualistas e indisciplinados”.


La conquista romana del oppidum íbero de Baeza supuso su reconversión en ciudad peregrina estipendiaria, sujeta al pago de un impuesto anual (stipendium) a las arcas de la República de Roma. 

Para favorecer un mejor control fiscal se llevó a cabo la construcción de un sistema viario, parte del cual ha quedado fosilizado oculto en forma de caminos pecuarios caracterizados por un trazado de tipo ortogonal. 




De esta manera, Roma, plasmó el racionalismo de su cultura en el territorio. En torno a estas vías de nueva creación surgieron las primeras explotaciones agrícolas, datadas en época romano republicana, destinadas a poner en cultivo una mayor superficie de terreno que hiciera posible el pago del stipendium. 

Estos primeros centros se levantan principalmente en las zonas de vega del río Guadalquivir y al norte de la población, junto a la vía que conduce a Orissia (Giribaile) e Ilugo (Santisteban del Puerto) y continúa por la costa levantina hasta la capital Tarraco. 

La supresión del stipendium en tiempos de Augusto y la vocación especulativa que tiene el Imperio sobre la tierra dará lugar al surgimiento de las primeras uillae, herederas de aquellas explotaciones agrícolas de época republicana. 




Estos centros productivos modelaron la imagen rural actual, marcando un antes y un después respecto al tradicional aprovechamiento del territorio de época íbera. Se constatan dos modelos de explotación: uno hortofrutícola en la zona septentrional, caracterizado por la mediana y pequeña propiedad; y otro ganadero en la zona meridional, basado en la gran propiedad. La agricultura y la ganadería hicieron del campo un lugar valioso, por lo que pronto se buscaron formas para la defensa de los intereses productivos frente a las amenazas del bandidaje o de la guerra. 


Nacieron así las turres de época republicana e imperial, que en el territorio de Baeza siguen dos modelos formales que hemos denominado: modelo cubierto y modelo aislado. 

En resumen, la conquista romana del oppidum de Baeza produjo también la transformación de su entorno rural, haciéndolo cada vez más rentable en términos productivos y aportándole cierta urbanidad gracias al uso de turres, uillae y calzadas, que garantizaron el control efectivo de todo un territorio antes desaprovechado









Fuentes:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4527100
https://www.ugr.es/~arqueologyterritorio/PDF13/3-Galan.pdf

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