sábado, 26 de noviembre de 2016

SIGLO XVI. EL ESPLENDOR DE BAEZA



Podemos afirmar sin lugar a dudas que una época de gran esplendor en Baeza fue el siglo XVI.

Gran cantidad de nobles y muchos hijosdalgos que se asentaron aquí, empezaron a construir y cambiar sus palacios y casas señoriales a la vez que el clero se empezaba a renovar y sustituir también sus edificios.

Según J.P. Cabrera Cruz autor de “Patrimonio Arquitectónico y Urbano en Baeza S.XVI-XVIII), nos afirma que existían en 1590 más de 450 hidalgos en Baeza, la mitad de los existentes en todo el reino de Jaén.


Hidalgos del Siglo XVI



Al mismo tiempo, se produjo un gran auge en el aspecto económico y cultural. Esto nos permite hablar de una “Baeza señorial, catedrática, universitaria y conventual” por la numerosa clase aristocrática e hidalga, por la creación de la tercera universidad andaluza en 1538, con la atracción que esta ejerció sobre las fundaciones monásticas y la pujanza de la concatedral de la sede Baeza-Jaén.




A todo esto se le unió un Concejo de realengo de fuertes rentas o “bienes propios” y la prosperidad económica de los gremios de paños, tintes y pieles”

También Baeza sufrió un gran auge demográfico durante este siglo. Esto influirá claramente en su esplendor. El crecimiento de población, se debía básicamente a que contaban con tierras fértiles.




No obstante, a finales de este siglo, los devastadores efectos de inundaciones, sequías y plagas sobre la agricultura repercutieron en los sectores más desfavorecidos de la población, quienes alimentarían a una importante corriente emigratoria.


Fueron estos intentos de reorganización territorial por parte de la Corona los causantes de que Baeza sufriera un debilitamiento de sus arcas municipales y afectando seriamente a su cabaña ganadera, al permitir la autonomía jurisdiccional de aldeas que en ese momento pertenecían a la ciudad de Baeza.


Pósito de Baeza


La construcción del Pósito en 1554 contribuyó a neutralizar los efectos de las cosechas catastróficas, ya que guardaban todo el cereal posible en años donde la cosecha no hubiera sido buena o sobraran excedentes. De esta manera se evitaba que la población sufriera hambrunas, epidemias y muertes propias de la época.

Tampoco podemos olvidar el papel que desarrolló la consolidación de judíos y moriscos obligados a la conversión en los siglos XV y XVI y que desempeñarían diferentes papeles en el seno de la sociedad baezana.

Moriscos siglo XVI



Judeoconversos como el doctor Rodrigo López, fundador de la Universidad de Baeza o Juan de Ávila, aportaron sus bienes y saberes a este relevante foco humanista.

La población morisca, bastante relevante tras la primera rebelión en el Reino de Granada a finales del siglo XV y tras la guerra de las Alpujarras (1571), asumiría por el contrario tareas y oficios más modestos.


Rodriguez Molina J. en su “ Esplendor de Baeza (S.XVI) cree que el descenso de la población de Baeza también se debió por el envío de repobladores a Granada a raíz de la expulsión de los moriscos.

Grabado de la novela Los monfíes de Las Alpujarras (1859) de Manuel Fernández y González
que representa la expulsión de los moriscos de Granada



Es a partir de 1591 cuando todo comienza a cambiar.

Años con una climatología difícil y largas sequías provocarían epidemias y hambres.



Consecuencia de estos factores tan adversos fue la subida del precio de productos básicos como el pan, que produjo muchas muertes entre su población. Estos serían los factores principales que llevaron a que en el siglo XVII, Baeza entrara en una profunda crisis.

En cuanto a la sociedad se refiere, se podía dividir en la típica organización tripartita de nobleza, clero y estado llano, pero además existían múltiples subdivisiones dentro de estos tres grupos.

La nobleza y clero estaban exentos de pagar impuestos y aunque aparentaban ser los más beneficiados, muchos de ellos, apenas contaban con algunos bienes.
Por otra parte, se encontraba el resto de población que estaría integrado por labradores, artesanos, criados, viudas, pobres y esclavos.




En Baeza, se hablaba con frecuencia de esclavos/criados o siervos. Según los documentos existentes, se refieren a criados a aquellos que vivían en la ciudad y que se dedicaban a trabajar en las casas de señores ricos porque ellos eran gente bastante pobre. Seguramente nos vendrá a la memoria aquellas imágenes de la Serie “Agúila Roja” la cual plasma como se vivía en aquella época en toda España.




Tampoco podemos negar que en Baeza llegó a existir “exclavitud”. Señalamos el caso donde aparece esa privación de libertad, en el testamento de Luisa de Molina:

“ ..Yten digo que yo no tengo amor y voluntad a Francisca my esclava de hedad de veynte años por tanto mando que sirva a my señora madre todos los días de su vida de my madre e después dellas si oviere sido buena mujer e no oviere sido distraída quyero y mando se de libre y fora de toda subjeción e servidumbre…”

También contamos con el testimonio de Doña Beatriz de Esquibel y Mendoza en cuyo testamento dice:

“ Yten digo y declaro que tengo cuatro esclavos los tres mulatos y uno negro”

La clase más acomodada estaba formada por los hidalgos, que gozaban de inmunidad en sus personas, tenían sus propios tribunales y no pagaban tributos.

Baeza fue un poco importante de difusión de hidalgos a las otras ciudades andaluzas y ésta era una de las razones por la que fue construida la catedral, ya que se erigió y conservó en homenaje a los primeros hidalgos que, después de conquistar Baeza, se asentaron en Andalucía.




Otro factor a tener en cuenta en este siglo fueron las luchas nobiliarias dentro de la ciudad.

Estas luchas nobiliarias tenían como objetivo controlar el gobierno de la ciudad.
La mayor parte de la nobleza baezana, estaba asentada en la colación de Santa María del Alcázar.





Las disputas por el control de los resortes del poder local dividiría en facciones a la nobleza baezana.

Los más comunes era entre los linajes de los Carvajales y los Benavides.

Por un lado teníamos los enfrentamientos locales por asentar su poder dentro de la ciudad, pero además existían enfrentamientos derivados de la Corona, como lo fue un acontecimiento en el que Carlos I tuvo que afrontar el movimiento de las Comunidades de Castilla. La lucha entre los baezanos se mezcló en 1520 con los problemas de la Corona para consolidar territorialmente su poder.

Batalla de Villalar





Puerta de Villalar (Izquierda) se erigió en conmemoración
de la batalla de Villalar ganada por el Emperador Carlos


A pesar de ello, el levantamiento de algunos nobles y vecinos de la ciudad contra los representantes del emperador sería sofocado por los nobles leales que , junto con la Compañía de los Ballesteros del Señor Santiago, derrotaron a los Comuneros.

Estas luchas dio muchas muertes a la ciudad, acabaron con muchos cultivos y se robó ganado, lo que llevó a terribles consecuencias para la industria y el comercio.

Junto a los hidalgos, también se le unía otra clase acomodada en la ciudad de Baeza, como fueron el clero catedralicio de Baeza, los miembros de la colegiata y los priores o párrocos de las principales parroquias.




Pero sin duda, la clase popular era la más numerosa y también la mas perjudicada por todas estas circunstancias que le rodeaban.

En este grupo estaban las viudas, los menores y los pobres que son los que peor lo pasarían.

Las viudas tenían que soportar la carga de los hijos y la dificultad para criarlos. Para ello tejían lana, hilaban o trabajaban en algún mesón. Otras labraban las tierras que sus maridos les habían dejado.



Los menores que aún no habían alcanzado la mayoría de edad, eran criados o trabajaban como pastores en casa de algún labrador. Los pobres de esta época apenas tenían hacienda o simplemente poseían algún pequeño trabajo en los oficios de traperos, zapateros o sastres.

Por lo general, la sociedad Baezana ejercía fundamentalmente un trabajo agroganadero en cultivos como el viñedo, olivares y algunas huertas.

El ganado ovino era el que más abundaba y gracias a la lana, se podía mantener esa importante industria pañera.

En el sector secundario, las actividades predominantes en Baeza eran las relacionadas con el metal: herreros, espaderos;  las relacionadas con la construcción existieron los albañiles, canteros, carpinteros; dedicados a la alfarería serían los tejeros, olleros, tinajeros y oficios artísticos como libreros, pintores, plateros u orfebres.

La actividad que más se desarrollaba era la de curtidores, pellejeros, borceguineros, chapineros, zapateros o guarnicioneros, que podían mantener sus talleres gracias a las pieles del ganado.

El sector textil, sobre todo el relacionado con la fabricación de paños fue muy importante y reconocido en toda España.

En el sector terciario, encontramos tratantes de trigo, vino, aceite y sobre todo de paños y cueros, además de tener gente vinculada al comercio de víveres tales como horneros, molineros, panaderos, aceiteros y carniceros.

Los datos nos hablan que Baeza producía 8.000 piezas de paños finos y bastos por año y se hacían de todos los colores.


Telares del siglo XVI

No solo se comercializaba en la Península, sino que también se exportaban a América.

Dentro de este mundo artesanal sobresalió el gremio de los plateros, destacando muchas familias por ello.

Esta actividad artesanal tan brillante, vería un retroceso a partir del siglo XVII, al igual que le ocurriría al descenso de su población.

Ahora el lector puede hacerse una idea de cómo era la vida en Baeza en el siglo XVI y cuales fueron los motivos principales que le llevaron a su mayor esplendor, el cual por lo que sabemos duró apenas un siglo, el siglo XVI.


Fuentes:


Universidad de Jaén. Tesis Doctoral Vivir y Morir en la Baeza Moderana (1550-1650)  Presentada por Catalina García Martínez y dirigida por Dra. Daña. María Antonia Bel Bravo el 18 de enero de 2016

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