martes, 31 de mayo de 2016

XINES MARTINEZ DE ARANDA.









Ginés Martínez de Aranda, nació en Baeza en 1556 y falleció en Castillo de Locubín en 1620.

Maestro mayor de las catedrales de Cádiz y Santiago de Compostela.

Compuso a finales del siglo XVI o principios del XVII un manuscrito de cantería con numerosos dibujos, denominado CERRAMIENTOS Y TRAZAS DE MONTEA.








No llegó en su época a la imprenta; en 1899 apareció una copia parcial, que fue adquirida para la Biblioteca del Museo de Ingenieros del Ejército; conservada desde entonces en el Servicio Histórico Militar, fue publicada en edición fascímil en 1986.






El manuscrito se dedica casi exclusivamente al saber central de la construcción pétrea de aquella época, lo que encontes se llamaba ART DU TRAIT O ARTE DE LA CANTERIA y modernamente ESTEREOTOMIA.

Puede considerarse como una de las obras mas importantes de la literatura arquitectónica del Renacimiento ibérico, comparable en el terreno constructivo al Libro de Trazas de cortes de piedra de Alonso de Vandelvira.

Nació en Baeza en 1556, siendo bautizado el 12 de marzo, hijo primogénito de Juan de Viana y Luisa de Aranda. Por lo que se sabe, su padre era ante todo albañil de profesión, quizás con algunos conocimientos de cantería, pues se sabe que realizó un molino de aceite en el Egido de Baeza o una casa en Baeza y un cortijo en Torreblascopedro para el caballero veinticuatro Alonso de Medina, así como las tapias del palacio de Gonzalo de Carvajal en la plaza de San Gil, para el que su cuñado Ginés Martínez dio las trazas y condiciones de las torres.


(Posiblemente  torre del palacio de  D. Gonzalo de Carvajal y Mesía)





Por lo tanto, al igual que sucedió con Andres de Vandelvira, Gines Martínez recibió una educación tradicional de cantero proveniente en primera instancia del núcleo familiar, de su abuelo Ginés Martínez “El Viejo”.

De Ginés Martínez conocemos, además de las casas de don Juan de Carvajal, la traza que da en 1560 para el puente Mazuecos y la fuente de la plaza de Santa Maria de Baeza en 1564.

Puente de Mazuecos


Fuente de Santa María





Ginés Martínez de Aranda y su hermano Francisco emigran hacia 1580 hacia la comarca de Alcalá la Real y Castillo de Locubín, fijando en esta última villa su residencia.

Se cree que el desaparecido puente sobre el río San Juan de Castillo de Locubín pudo ser obra de él.

El año de 1585 parece decisivo para la vida de Ginés Martínez. Por una parte aparece por primera vez vinculado a obras no sólo como ejecutor sino como proyectista; el 22 de marzo contrata junto con Miguel de Bolívar la obra de la Capilla de la Concepción de la iglesia de San Juan de Alcalá la Real, para la que había dado trazas y condiciones. La pequeñísima capilla, de unos cuatro metros y medio de lado.






Quizá por aquellos años (1585-1588) intervino en la desaparecida ermita de la Inmaculada y en la iglesia de San Pedro de Castillo de Locubín.





En 1587 se traslada a vivir a Alcalá la Real. El cambio supone un salto importante en la carrera del maestro pues los encargos serían cada vez mas importantes, sobre todo a partir del momento en que traba conocimiento con el abad don Maximiliano de Austria, hijo bastardo del archiduque Don Fernando de Austria, después emperador.

Gila atribuye tres portadas de la iglesia de Alcalá la Real a Ginés Martínez de Aranda.

En 1585 Aranda abandona Baeza para instalarse en Castillo de Locubín, en donde se casa y nacen sus hijos, dos de los cuales serán arquitectos. Allí construyó la iglesia de San Pedro. En 1590, fue nombrado Maestro Mayor de la ciudad de Alcalá la Real, donde fue protegido por Maximiliano de Austria, y en la que llevó trabajos en la fortaleza de la ciudadela de La Mota.






Cuando Maximiliano fue nombrado obispo de Cádiz, Aranda lo siguió, ocupando el puesto de maestro de obras del cabildo gaditano. Tras el saqueo del Conde de Essex, en 1596, Ginés Martínez construirá la iglesia de Santa Cruz o Catedral Vieja, cuyas trazas algunos atribuyen a Cristóbal de Rojas, que entonces se ocupaba de las fortificaciones de la ciudad. Por los mismos años, nuestro autor trabajó en la Cartuja de la Defensión en Jerez de la Frontera.








La etapa más fecunda de Aranda fue la gallega. Nombrado en 1603 Maximiliano de Austria arzobispo de Santiago, el arquitecto acompaña de nuevo a su protector. Por desgracia, éste falleció muy pronto, en 1606, y Ginés regresó a Andalucía, en donde pasó el resto de sus días hasta su muerte en 1622. 





En Santiago de Compostela, además de viajar a la costa para dictaminar sobre las fortalezas de la mitra, se ocupó de las obras de la Catedral, de la iglesia del monasterio benedictino de San Martín Pinario, de las obras del claustro del convento de San Francisco, y diseñó el colegio de San Clemente. Pero en donde Ginés Martínez de Aranda dejó su mejor obra en Santiago fue en las monumentales escaleras de la fachada del Obradoiro, en la que también hizo «el famoso estribo» de la torre de las campanas.


MONASTERIO SAN MARTÍN PINARIO -SANTIAGO DE COMPOSTELA

Convento San Francisco 



Colegio San Clemente


En 1607 retornó a Andalucía. El período de tiempo que media desde esta fecha hasta la de su muerte es el más oscuro de su biografía. Vecino de Castillo de Locubín, se procuró un Oficio de Escribanía. No obstante, muerto su mecenas, su biografía se oscurece y cierra sin mayor pena ni gloria.

El manuscrito titulado Cerramientos y trazas de montea, que se conserva en la biblioteca de Ingenieros del Ejército, está incompleto. El autor, en la nota de introducción, advierte al lector que el libro se compone de cinco partes. De ellas el copista sólo transcribió tres, dejando la última incompleta. El volumen, encuadernado en piel, tiene muchas hojas en blanco, reservadas en principio para esas dos últimas partes, y carece, asimismo, de la dedicatoria de Aranda a Maximiliano de Austria, que en principio se sabe que figuraba en el original.

En cuanto al contenido de la obra, en la primera parte, que trata de arcos, figuran 70 tipos de arcos diferentes, de estructura dificultosa la mayor parte. En la segunda parte, sobre capialzados y vanos, hay 50 tipos. En la tercera parte, dedicada a las escaleras, hay 11 tipos diferentes de caracol. Por el número de ejemplos, Ginés Martínez de Aranda es el tratadista de su época que ofrece mayor minuciosidad y variación sobre el tema, convirtiéndose así en el autor que dedicó mayor atención al problema del «cerramiento» o abovedamiento de las fábricas de arquitectura.





lunes, 30 de mayo de 2016

CRISTOBAL DE PERALTA. CABALLERO DE LOS TRECE DE LA FAMA











Cristóbal de Peralta, militar español, nació en la ciudad de Baeza (Jaén).


Participó en la conquista del Perú y fue uno de los Trece de la fama, es decir, uno de los trece soldados españoles que no quisieron abandonar a Francisco Pizarro en la isla del Gallo.


Francisco Pizarro


Se denominan Trece de la Fama, o Trece caballeros de la isla del Gallo, a las trece personas que acompañaron a Francisco Pizarro en la conquista del Imperio inca, superando el momento más crítico de la expedición.




Pasó a América en fecha y circunstancias desconocidas. Lo único que se sabe con certeza es que hacia 1524 se hallaba en Panamá. 


Primer Viaje de Francisco Pizarro




Su actuación en la empresa conquistadora se conoce a partir del primer viaje de Francisco Pizarro, que desde Panamá partió a explorar el entonces llamado Mar del Sur (1524). 


Segundo Viaje de Pizarro





También participó en el segundo viaje de Pizarro, siendo mencionado entre los españoles que incursionaron en el pueblo de las Barbacoas. En esa ocasión fue uno de los que subieron a las copas de los árboles, donde los indios tenían sus chozas y sus depósitos de maíz (1526).

Isla del Gallo



Posteriormente, estuvo en la Isla del Gallo, cuando el caballero Juan Tafur, por orden del gobernador de Panamá, vino para recoger a los expedicionarios, atendiendo una carta de uno de ellos que se quejaba de las penalidades que demandaba la empresa descubridora. Solo trece soldados se negaron a abandonar a Pizarro, siendo uno de los principales Peralta. Todos ellos fueron conocidos desde entonces como los Trece de la Fama (1527).

Isla de Gorgona



Pizarro y los Trece de la Fama, en busca de un ambiente más favorable, se trasladaron a la vecina isla de Gorgona, donde enfermaron Peralta, Gonzalo Martín de Trujillo y Martín de Paz. Cuando llegó la nave pilotada por Bartolomé Ruiz en rescate de los aventureros, Pizarro decidió continuar su exploración costera hacia el sur, dejando en la Gorgona a los tres enfermos, bajo el cuidado de unos indios e indias de servicio llegados en el barco desde Panamá. De regreso de sus exploraciones, Pizarro recogió a Peralta y a Paz, ya recuperados (Trujillo había fallecido), con los que regresó a Panamá.

Grabado que representa al conquistador españolFrancisco Pizarro exponiendo ante el rey Carlos I de España las pruebas del descubrimiento del fabuloso Imperio de los incas.



En Panamá, Peralta declaró como testigo en la probanza de Pedro de Candía, otro de los Trece de la Fama que buscaba reconocimientos de la corte (25 de agosto de 1528). Luego pasó junto con Pizarro a España. Según lo estipulado en la Capitulación de Toledo, se le confirió el cargo de regidor de la ciudad que debía fundarse en Tumbes (esta fundación no se haría efectiva y más tarde Peralta fue nombrado regidor de Lima, sin duda como compensación). 


Collar de la Orden de la Espuela de Oro.



Dicha Capitulación otorgó también el título de Caballero de Espuela Dorada, a cada uno de los Trece de la Fama que ya eran hidalgos (a los que no lo eran se les concedió la hidalguía, que solo era válida en las Indias, mas no en España). Probablemente, Peralta, que era hidalgo, logró hacer validar dicho título, no habiéndose hallado el documento que lo confirme.






Se supone que Peralta debió participar en el tercer viaje de Pizarro y en la fundación de San Miguel de Piura, donde quedaría integrando su guarnición. No debió participar, por ende, en la marcha a Cajamarca y en la captura de Atahualpa.






Lo único que sabemos con certeza es que, el 22 de enero de 1535, Pizarro lo nombró regidor perpetuo de la recién fundada Ciudad de los Reyes (Lima), cargo que tomó posesión el 19 de marzo. Sin embargo, se sabe que solo asistió a la sesiones del ayuntamiento hasta el 3 de abril del mismo año. A partir de entonces no existen más datos sobre su trayectoria.

Desconocemos la fecha y las circunstancias de su muerte (que debió ocurrir antes de 1542). Solo de manera indirecta sabemos que al ocurrir su deceso se hallaba en Arequipa y que dejó una viuda de nombre Leonor.



RELATO HISTÓRICO




LAS BARBACOAS


Desde la isla de la Magdalena se hicieron incursiones a la costa, especialmente a la denominada provincia de las Barbacoas. Ahí los naturales vivían en una suerte de nidos instalados en los árboles, en los que los españoles hallaban abundante maíz siempre que lograban desalojar a sus ocupantes. Los hombres de Pizarro atacaban con ballestas o luchando cuerpo a cuerpo en las ramas. Los indígenas defendían sus chozas con piedras y largas lanzas.
El Español que no buscaba comida, sencillamente no comía.
El mismo Almagro participaba en las incursiones arbóreas dirigiéndolas desde abajo. En la captura de las Barbacoas destacaron CRISTOBAL DE PERALTA, Nicolás de Ribera y Pedro de Candía. 


LA ISLA DEL GALLO



Pizarro llevó la expedición un poco hacia el norte para darles un respiro a sus hombres. Quedaban apenas 80 de un total de 200 que habían integrado la hueste. Pasaron entonces a la Isla del Gallo, donde permanecieron 3 meses, de mayo a agosto de 1527. Le dieron ese nombre por la forma de silueta de gallo encrespado de su montaña principal.
El primero de los barcos enviados a Panamá retornó con los tan esperados alimentos. Pero días después, a mediados de agosto, llegaron dos barcos al mando del Capital Juan Tafur, enviado especialmente por el gobernador.
La escena con la tropa fue en la playa. Los soldados, desharrapados y famélicos, lloraban de alegría ante los vistosos trajes de los delegados del gobernador. Decían que salían de un cautiverio peor que el de Egipto. Pizarro se afectó al ver el espectáculo y sintió una congoja muy grande.
Tafur tenía orden de regresar con quien quisiera ir con el. Pizarro se recompuso, huesudo y enjuto, les habló a los hombres. Les dijo que estaban en libertad de regresar, pero que él prefería la muerte antes que volver pobre a Panamá.
Los trece de la fama que finalmente se quedaron con Francisco Pizarro fueron:

CRISTOBAL PERALTA (Baeza)
Nicolás de Ribera (Olivera)
Pedro de Candia (no era español, sino griego)
Juan de la Torre (
Alonso de Molina (Ubeda)
Antón de Carrión
Domingo de Soraluce
Francisco de Cuéllar
Pedro de Halcón
García de Jarén
Alonso Briceño (Benavente)
Gonzalo Martín de Trujillo (Trujillo)
Martín de Paz






Fuentes:

Wikiloc
Roberto Barletta Villarán. Breve Historia de Francisco Pizarro


sábado, 28 de mayo de 2016

CONVENTO DE LA MAGDALENA











El Convento fue fundado en 1568 bajo los auspicios de un discípulo de San Juan de Ávila, el presbítero Don Álvaro Núñez Marcelo, y el celo de los baezanos Don Francisco de Quixada, su hermana Catalina y su mujer Isabel de Vilches.





La iglesia se terminó a principios del siglo XVIII.  Las religiosas que lo habitaron no dependían de Orden alguna, sino del Obispo del lugar.

Desde 1922 las religiosas quedaron incorporadas a la Orden de Agustinas Recoletas, monjas de clausura.



En su sencilla fachada de buena sillería destaca la portada, con hueco de medio punto, decora clave y figuras alegóricas en las enjuntas, entre pilastras de capitales con ovas; encima, friso de triglifos y rosetas y sobre él, entre pilastras estriadas de capitel corintio, un relieve de María Magdalena, representada en penitencia, con la disciplina, la calavera, el libro, el crucifijo y una cinta que parte de la boca del Crucifijo con una inscripción latina tomada del evangelio de San Lucas y referida a la Magdalena.












A los lados el escudo del obispo de D. Sancho Dávila (1600-1615) y bajo ellos una fecha 160…(falta la última cifra).






Obispo Sancho Dávila Toledo




Su pequeña iglesia fue restaurada en 1940 y pintada en 1974 por un artista local (Murillo). 










Consta de una sola nave sin crucero, cubriéndose la cabecera con una bóveda elíptica y la nave con medio cañón con lunetos; lleva pinjantes en los centros de cada tramo. Discreto retablo, dorado en sus elementos principales.







Dos joyas guarda este convento que mueven el fervor y el orgullo de los baezanos: La magnífica talla procesal de Jesús Caído, atribuida tradicionalmente a María Montañés (1568-1649), aunque no debemos descartar la posibilidad de que sea obra del escultor de Baza, D. José Mora (1642-1724), o en todo caso, de la escuela granadina.




Otro, El sepulcro de Sor Mónica de Jesús, goza de una extraordinaria devoción en esta ciudad. Se ha iniciado la causa de beatificación aprobada por Juan Pablo II.






Fotogalería:

Interior de la Iglesia







































Interior del Convento 

(Fotografías de la red)










Fuentes:
Baeza.fuentenueva.com

Baeza Patrimonio de la Humanidad. Juan Cruz Cruz

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