viernes, 22 de enero de 2016

LAS MURALLAS DE BAEZA Y SU DESAMORTIZACION. 1ª PARTE

Baeza es una ciudad fortificada sobre un cerro rocoso desde el que se divisa y domina el Valle del Guadalquivir y Sierra Mágina como telón de fondo. Rica y poderosa, necesita de la protección de sus murallas en los turbulentos tiempos visigodos. Pero, serán los musulmanes quienes potencien y ejecuten un sistema defensivo capaz para salvaguardar la administración civil y religiosa de su interior y preservar a sus habitantes de los peligros del exterior.



Valle del Guadalquivir. Vistas desde las Murallas de Baeza




La muralla baezana, potenciada y desarrollada por los musulmanes, sufre a lo largo de los siglos un proceso de desgaste y deterioro desde el momento mismo de la anexión de la ciudad de Baeza a la Corona de Castilla con Fernando III, en 1227. Destruida y vuelta a levantar en repetidas ocasiones, dado el clima de guerra continua que se vivía en aquellos siglos, se convierte en el elemento identificativo de la Ciudad tras perder efectividad defensiva, ya en tiempos de paz.
Aunque respetó el trazado musulmán, con ocho siglos de vida desde aquella fecha, es obvio que se trata de una obra cristiana, como demuestran los documentos.




Aún hoy día la trama de algunos de sus barrios muestra la herencia del urbanismo musulmán supeditando el trazado de las murallas.



Un crecimiento poblacional continuo en épocas sucesivas a lo largo de la Historia, como el experimentado en tiempos del Califato de Córdoba, obligó al urbanismo en relación con las vías que partían de la ciudad, originando otro recinto amurallado mayor que englobó los barrios surgidos extramuros de la cerca primitiva



Torre de Maria Antonia


Baeza tuvo un primer cerco que quedó entre el caserío. Este cerco fue derribado, en parte, para levantar la fuente de Carlos I en la plaza de Santa María (1528), y, en parte, para la construcción del seminario conciliar (1660), actual Universidad Internacional de Andalucía Antonio Machado.

El cerco definitivo que es el comúnmente aceptado hoy día como la muralla de Baeza por ser el de su imagen a través de la Historia, la muralla exterior, es al que me refiero al llamarla vertebradora de espacios, al perímetro del que conservamos restos y que albergaba una superficie aproximada de 219 hectáreas, de las que algo más de la mitad correspondería al área habitada y el resto a la alcazaba en la que se elevaba el alcázar.







Parte de la alcazaba se había visto invadida por el caserío, que de igual modo a como saltó la cerca para extenderse extramuros, saltó la cava y se apropió de su espacio. Edificios muy significativos en la época bajomedieval como la iglesia de San Miguel, el hospital de la Encarnación, Santa María del Allcázar, etc, formaban parte de este espacio semiurbano que volvió a ser de nadie cuando la despoblación del Setecientos.


Obras de Restauración 2014-15



En el siglo XVI forman parte importante del espacio habitado y las viviendas se agrupaban a uno y otro lado de la muralla del alcázar. Este muro divisorio entre la alcazaba y la población, con su espacio defensivo, la cava, aparece perfectamente documentado en su trazado. 

Cuando los trinitarios calzados fundan por primera vez en Baeza en 1502 ubican su convento sobre la derruida ermita de Santa Catalina, que antes había sido sinagoga, entre la Puerta de Bedmar y la cava que atravesando el plano urbano de sur a norte llegaba hasta cerca de la puerta de Jaén, existente hoy día.

Antigua Puerta de Bedmar



La situación en la frontera convertían a Baeza en la principal ciudad de la zona, por lo que siempre fue bocado apetecido por unos y otros, siendo desde siempre sus campos escenario de luchas y enfrentamientos por hacerse con el dominio del valle entre Baeza y Sierra Mágina. Quien dominaba Baeza dominaba los pueblos y ciudades de la Sierra, si no por las armas sí por las influencias comerciales y militares



Vistas de Bedmar y el Valle del Guadalquivir desde la Puerta de Bedmar

Esta Sierra era la línea divisoria entre el reino castellano y los dominios musulmanes, y Baeza, con su privilegiada posición sobre un cerro inaccesible en dos terceras partes y sus inexpugnables murallas era vista como el símbolo de la fortaleza de la fe de sus defensores. 

Esta simbología aparece implícita en las leyendas de la conquista de la ciudad, cuando se establece comparación con el monte Calvario en el que brilla la Cruz con luz propia que atrae a creyentes y tira por tierra a infieles. Así, la cruz aparece de forma explícita en la toma de la ciudad, haciendo que los cristianos volvieran cuando abandonaban la empresa por considerarla imposible 








Piénsese que los granadinos estuvieron hasta bien entrado el siglo XIV poniendo en jaque la fortaleza de la ciudad, como otras muchas de la provincia de Jaén, entre ellas las numerosas poblaciones amuralladas de Sierra Mágina . Con los enfrentamientos internos de los aspirantes al trono castellano que siempre llevaban a Castilla a la guerra civil, las poblaciones de SierraMágina, así como Baeza y Úbeda, se decantaban por unos u otros contendientes, teniendo que sufrir tanto los empellones directos de las guerras fraticidas como las posteriores represalias por haber tomado el partido vencido, además de los asaltos de los granadinos que apoyando a unos u otros se permitían arrasar cuantas ciudades y tierras consideraban contrarias a su aliado.


Restos de la Puerta de Bedmar


 
Pero toda muralla necesita de sus puertas para ser operativa. Sin puertas una muralla se convertiría para sus habitantes en un ataúd inmisericorde. Sin víveres, sin agua, sin mercaderías ni trasiego humano, una muralla que cercara a una población sin posibilidades de transitar no dejaría de ser más que símbolo de opresión, de vasallaje, de esclavitud. De ahí la táctica militar del cerco en tiempos de guerra. Reemplazadas las piedras por hombres, el cerco se convierte para los de dentro en símbolo de la angustiosa antesala de la muerte, en el abrazo mortal del enemigo.




Las puertas, en cambio, lejos de ser puntos débiles, se convierten en el vehículo por el que fluye la vida. Amparadas por recios torreones en ambos lados, las puertas se abren de día para permitir la entrada y salida de seres y cosas, y se cierran de noche para velar el sueño de sus moradores. En tiempos de enfrentamiento, las puertas se guardan con celo, se defienden con uñas y dientes, se protegen con hombres y máquinas de guerra sus torreones, porque todos saben, los de dentro y los de fuera, que traspasada la puerta está la claudicación.




Antigua Puerta de Ubeda


 

La Puerta de Bedmar en la muralla baezana recoge en su génesis y en su historia el significado simbólico de puerta-concordia y puerta-traición. Construida en el flanco sur de la ciudad, flanqueada por sendas torres, la Puerta de Bedmar se abría amistosa hacia el Valle y hacia los pueblos hermanos de la Sierra . De ahí su nombre, porque el camino que arrancaba de sus jambas bajaba serpenteante hasta llegar al gran río, para volver a subir entre huertas y cultivos hasta Bedmar.

Restos Muralla Puerta de Bedmar


Diversos ramales acercaban a pueblos serranos en un intercambio provechoso que la paz del Califato promovió y aseguró. Pero la bonanza económica fruto de la concordia bajo una misma corona desapareció cuando Al-Andalus se fragmentó por la codicia y el fanatismo de tribus foráneas dispuestas a trastocar por la violencia lo establecido.


Casi todas las ciudades importantes se erigieron en autónomas bajo el cetro de reyes más o menos efectivos, dados a los escarceos militares contra sus vecinos, en vez de mantener la paz para bien de sus súbditos. Y la Puerta de Bedmar se cerró y se guardó. 

Muchas poblaciones de Sierra Mágina se convirtieron en enemigas. El peligro ya no sólo podía venir del norte, Toledo, sino por cualquier punto cardinal. El enemigo estaba

en casa. Y fue esta división la que utilizó en su favor el rey castellano. Yayudado por la cruz, fueron cayendo en sus manos una tras otra todas las ciudades fortificadas que el Islam poseía El concepto simbólico de la muralla como signo victorioso de la fe en el cordón defensivo de Sierra Mágina fue evolucionando con el tiempo a la par que las mentalidades, alcanzando otros significados conforme a la utilidad práctica que la muralla iba adquiriendo.


Restos de un antiguo Torreón cercano a la Puerta de Bedmar, hoy convertido en Mirador


Por la Puerta de Bedmar se bajaba al valle desde Baeza y se enfilaba el camino a los pueblos de Sierra Mágina, cristianos naturalmente, pero con un enemigo aún más poderoso que el Islam, por estar dentro de casa, el judaísmo. Los judíos baezanos vivían en el barrio de la Puerta de Bedmar. Integrados entre la población, en los mejores tiempos ; tolerados estoicamente pero excluidos, en tiempos de dificultad ; marginados al gueto del barrio y perseguidos, en tiempos de persecución social y religiosa, los judíos baezanos, como todos los judíos castellanos, encontraban en las puertas de las ciudades un alivio cuando se pregonaban los progromas eliminatorios. Obligados a convertirse o a salir por pies al amparo de las murallas por la puerta de su barrio en la oscuridad de la noche, los judíos se habían convertido en el blanco de todas las culpas de la nación. Y de nada les servía convertirse porque la persecución continuaba. Excusándose en malas interpretaciones de la Biblia y en tendencias herejes en sus enseñanzas, los cristianos baezanos veían en los judíos elementos discordantes en el buen transcurrir de la vida de la ciudad.


Restos de Murallas bajo el Cerro del Alcazar




Enterado el obispo de Jaén de las erróneas lecturas que hacían de la Biblia enviaron a los trinitarios ubetenses, buenos predicadores, a atajar los males que hubieran podido extender entre los cristianos. Los trinitarios del convento ubetense de la Trinidad Calzada vinieron a Baeza y fundaron en lo que había sido la sinagoga hasta la conversión, antigua ermita de Santa Catalina, en la Puerta de Bedmar. Allí estuvieron más de sesenta años, hasta que, habiéndose quedado pequeño el convento para la expansión de la Orden, se trasladaron a uno nuevo en el ejido de la ciudad, hoy desaparecido. El barrio había experimentado un crecimiento urbano muy importante impidiendo que el convento trinitario pudiera ampliarse.




Pero con la expansión extramuros, cuando todos los nobles decidieron construirse sus casas fuera de los muros de la ciudad, siguiendo las premisas del Renacimiento, este antiguo barrio fue declinando, sus casas se abandonaron y se hundieron, y los solares y descampados se extendían desde la puerta de Bedmar, siguiendo la cava, atravesando la ciudad, hasta la otra cara de la muralla en la parte noroeste

En la segunda mitad del siglo XVII “ya no quedan casas arrimadas a la muralla del alcázar que va desde la puerta de Bedmar a la puerta de Jaen . La esclusa del espacio de la alcazaba, es decir, la puerta de este muro transversal era la puerta del Barbudo, a la derecha de la puerta de Jaén en el plano en que el terreno sufre una considerable elevación desde cuya altura, hoy Paseo de las Murallas, se puede ver a sus pies el barrio de San Vicente.

 
Puerta del Barbudo


 
Restos arqueológicos junto a calle San Vicente





A causa de la diferencia en altura del plano interno con respectoal exterior,mucho más bajo por la topografía, las viviendas que quedaban en inferioridad adosadas al muro por la cara externa tenían que sufrir no pocos inconvenientes por la falta de civismo de los ciudadanos de dentro, que arrojaban basuras o alteraban su intimidad asomándose desde los planos superiores que les procuraban los adarves de la muralla . Por eso, “bisto el gran daño que se sigue a los señores de la parroquia del señor san Bicente de asomarse en los adarves que ay desde la puerta del Barbudo hasta la puerta de Jaen acordaron hazer adovar los dichos adarves de manera que nadie se pueda asomar a ellos, haçiendo cubrir

los dichos adarves a costa de los señores de las casas que mandan si quisieren servirse de ellos, y si no quisieren sea a costa de los vezinos de San Bicente, y si no quisieren pagar la costa se ponga pena de seis çientos maravedis a la persona que se asomare”




Restos de Muralla que daban a la calle San Vicente


 

Ratifica esta ubicación la orden que se da en el cabildo del 9 de agosto de1638 de “que se reparen la torre y muro de la puerta del Barbudo que esta en el rastro de esta çiudad” . El rastro es el de las Carnicerías y con las dos denominaciones aparece en los documentos. Efectivamente, las Carnicerías estaban en la parte alta de la población de San Vicente y desde su altura podían introducirse en las vidas privadas de los vecinos de abajo. 
Al año siguiente “un pedaço de muro questá en el rastro y cae enzima de las casillas donde se encierra el ganado que se arrastra esta començando a caerse sobre las dichas casillas y como conviene repararlo y fortificarlo” se ordena “que se repare lo mejor que se pueda y lo que costare el dicho reparo se pague de los Propios desta çiudad”

No lo repararían muy bien porque dos años después el caballero veinticuatro Gabriel de Ayala pide que reparen la puerta del rastro de las Carnicerías que linda con su casa a la que causa muchos daños dado su mal estado.

Puerta de Jaén y Arco de Villalar (Enfrente), Antiguas Carnicerías (derecha)




Fuente:

LA PUERTA DE BEDMAR Y LA
MURALLA DE BAEZA: SIMBOLISMO
Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Mª Cruz García Torralbo







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