domingo, 3 de enero de 2016

FUENTE DE LOS LEONES



FUENTE DE LOS LEONES Y SU HISTORIA
La fuente consta de un pilar de perfil mixtilíneo, cuadrado, con penetrantes curvas en las esquinas. En su centro se eleva un pedestal, sobre el que se disponen, en cruz griega, cuatro esculturas sedentes identificadas habitualmente como leones de melenas ensortijadas, de los que manan los caños. Sin embargo, sólo las dispuestas en el eje este-oeste lo son, mientras que las otras dos semejan toros o verracos (Francisco de Torres, en su historia manuscrita de Baeza, de 1677, alude a ellos como “unicornios”). También la tradición supone que estas piezas procederían de las ruinas iberorromanas de Cástulo (cerca de Linares), lo cual hoy está en entredicho, pues para los expertos en escultura ibérica (Teresa Chapas Brunet) su labra en piedra silícea y su apariencia formal hacen pensar en una cronología mucho más moderna. Sea como fuere, seguramente se trata de un fenómeno de consciente falsificación histórica, para conformar una pieza monumental y emblemática de la propia historia mítica de la ciudad a base de recreación de antiguallas.
De entre los cuartos traseros de los animales se yergue una columna dórica moderna, que no es la original, dado que en fotografías de hacia 1882 ésta era más gruesa y terminaba en un amplio bocel como apoyo de un pedestal rehundido en su centro, con un aspecto campaniforme (de ahí el apelativo popular de fuente de la Taza). Sobre la columna, en fin, se ubica la figura de una mujer vestida con larga túnica que moldea la pierna derecha, revestida con una prenda corta hasta la cintura que se decora por delante con dentado romano y forma pliegues por la espalda. La cabeza original, bastante tosca y de corta melena, se ha perdido, siendo la actual obra de 1960, del escultor local José Gálvez Mata, de expresión academicista y largos bucles. Sobre su iconografía hay serias dudas. La tradición local supone que sería la figura de Imilce, esposa de Aníbal y natural de Cástulo, de donde vendría esta pieza, lo cual es más que improbable por el tipo de material (arenisca) y sus rasgos estilísticos. Parece ser, de nuevo, otra creación de un falso histórico, pero más moderno que los leones y bóvidos, pues por el citado Francisco de Torres se sabe que en 1677 la fuente remataba en una taza con una bola de piedra provista de cuatro caños. Quizás se colocase en el siglo XIX, antes de que Pi y Margall, en sus Recuerdos y Bellezas de España (1850) aludiese a ella como “una Cibeles entre cuatro leones”.
La fuente de los Leones era conocida a principios del siglo XVI como “fuente principal” o “fuente de la Ciudad”, lo que da una idea de su importancia funcional y monumental, hasta que a mediados del siglo XVI se construyó la fuente de Santa María, que culminaba la traída de las aguas de la mina del Arca del Agua, más dulce. En cambio, la de los Leones se surtía de las más salobres, aunque más abundantes, de la mina del Moro (sobre este sistema de captación, véase la ficha de la fuente del Moro), que también abastecía a la del Cañuelo (hoy de la Estrella) y a la desaparecida de los Bodegones.
Consta documentalmente que en su emplazamiento existía un pilar en 1511, pero la actual fuente parece ser más bien obra realizada entre 1518 y 1526, cuando el Concejo gastó más de 1.000 ducados en completar su sistema de abastecimiento. Y, más concretamente, cabe suponer que la elección tan temprana de un sistema de fuente exenta de carácter monumental (quizás la más antigua de este tipo en Andalucía) pudiera relacionarse con la ordenación del espacio urbano que ocupa (la plaza del Pópulo) entre 1521 y 1521: el primer año citado se construyó el arco de Villalar, conmemorando la derrota de los Comuneros de Castilla; y, el segundo, se embelleció la puerta de la Azacaya con ocasión de la visita de Carlos I, pudiendo formar parte la fuente, con sus implicaciones clasicistas, de un programa de enaltecimiento imperial.
A tenor de un dibujo fechado hacia 1639 y de las descripciones del padre Francisco de Torres en 1677, su aspecto entonces debía ser muy diferente, dado que remataba en una taza con una bola de piedra y una cruz en su cúspide, de la que salían cuatro caños. De ahí que, desde principios del siglo XVII, se le denominase también como “fuente de la Taza”. Se sabe que sufrió reparaciones de poca entidad en 1562, 1593, 1607, 1647, 1716 y 1761, lo que da una idea de lo que este tipo de estructuras urbanas solía deteriorarse con su continuado uso. Hacia 1960 fue restaurada (el escultor local José Gálvez Mata repuso la cabeza de la estatua que la corona, perdida la original) y se trasladó a su actual emplazamiento centrando la plaza, dado que primitivamente estuvo unos metros más abajo, ocupando lo que hoy es calzada de acceso a Baeza desde Jaén

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